«Poema de amor poscolonial», de Natalie Diaz
Por Bernardo Santos.
Con cierto retraso (pues el libro original en inglés se publicó en 2020 y la traducción al español de la poeta mexicana Elisa Díaz Castelo en Vaso Roto es de 2022), aparece en Culturamas esta reseña de un libro capital de la poesía decolonial o poscolonial actual (mejor no entrar en discusión sobre el término) que en 2021 recibió el premio Pulitzer. Reseña ineludible porque la autora no habla de oídas. Natalie Diaz nació en un poblado Mojave en California, en 1978 y, tras licenciarse y recibir una beca para jugar al baloncesto profesional en Europa y Asia, ejerce actualmente como profesora de escritura creativa en la Universidad del Estado de Arizona. Este es su segundo libro de poesía.
Es un libro necesario, arriesgado, incómodo, como puede ser incómodo hablar de cosas como “las reservas”, las lenguas originarias que siguen desapareciendo, la muerte de los ríos y el avance de los desiertos o por preguntarse qué demonios es eso de los USA: los nativos estadounidenses son menos del / 1 por ciento de la población de Estados Unidos, pero la policía mata nativos estadounidenses más / que cualquier otra raza.
Sin embargo, es también un libro lleno de equilibrios, por usar la lengua de los colonizadores para desenmascarar su relato, por reivindicar la memoria de los pueblos originarios sin caer en el exotismo, por abandonarse a la melancolía mientras se sueña un mundo mejor, por hablar del pueblo Mojave pero también de otras realidades latinas y afroamericanas, por defender con uñas y dientes el cuerpo de las mujeres colonizadas desde una posición personal de tipo queer, por usar estilos propios de la generación beat para ensalzar cosmovisiones precolombinas y, sobre todo, por poner en práctica una insurgencia de corte posthumanista que denuncia pero no quiebra, que impugna pero asume, que habla de la opresión en medio de premios y becas del establishment y de reseñas en The Guardian y The New York Times.
Como no puede ser de otra manera la naturaleza está muy presente en este libro. No contemplada desde fuera, como estamos acostumbrados en la poesía que podríamos llamar eco-social, sino abordada como un todo del cual el ser humano es una parte, donde el cuerpo humano es naturaleza, no otra cosa. Y dentro de esta visión, la preeminencia del agua como principal componente de la vida y, por tanto, de lo humano, que da lugar al larguísimo poema «La primera agua es el cuerpo», que resumen lo esencial del libro en una identificación del río Colorado con el cuerpo de la autora, en medio de preguntas sobre el devenir y la identidad al más puro estilo Heráclito/Parménides a la vez que se reflexiona sobre la traducción y la palabra que nombra.
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Cargo un río. Eso soy: ´Aha Makav. Esto no es una metáfora.
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Traducido al español, Aha Makav significa el río que atraviesa por el medio de nuestro cuerpo, lo mismo que atraviesa por el medio de nuestra tierra.
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Jacques Derrida dice: Todo texto permanece en duelo hasta ser traducido.
Cuando los Mojaves utilizamos la palabra para lágrimas, volvemos a nuestra palabra para río, como si nuestro río fluyera de nuestros ojos. Un gran llanto, así podrías traducirlo. O un río de dolor.
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Si yo digo mi río está desapareciendo, ¿también quiero decir mi gente está desapareciendo?
Se trata de un libro profuso en metalenguaje y referencias, desde las estadísticas oficiales a la mitología cuando utiliza el toro en sí y el Minotauro en especial, para hablar de su deseo pasando por el baloncesto que atraviesa todo el libro y es motivo (excusa) central en varios poemas como el divertido y a la vez profundo diez principales razones por las cuales los indios son buenos en básquetbol. Finalmente, entre los homenajes literarios, inicia con citas a Joy Harjo y a Mahmoud Darwish, quienes han realizado obras similares en referencia a sus propios pueblos, continúa con poemas derivados de la correspondencia con la poeta mexicana Ada Limón para terminar, entre otras, con menciones más bien superficiales y anecdóticas a Lorca y Manolete.
Respecto a la traducción es en general muy eficaz, como cuando, por ejemplo, se traduce el enrevesado verso The drinking fountain blows a metallic blue ribbon from its spout por el eficaz del bebedero brota una cinta metálica azul, pero otras veces, hay soluciones totalmente incomprensibles como, por ejemplo, en el conjunto del poema la cura para la melancolía es tomar los cuernos. Todo ello en el marco de un intento de mantener como lengua de llegada un español internacional estándar que en momentos de relajación deja paso a términos emergentes como concreto, auto, frijol o durazno, entre muchos otros, que dan al conjunto una mezcla extraña. Aunque en traducción cualquier opción es controvertida, un español más chicano podría haber sido más apropiado al contenido del libro.
Lean ustedes este libro. No encontrarán nada con temática parecida en los estantes de las librerías. Además, serán sacudidos por una buena poesía, inteligente y hermosa, comprometida y descarada. Especialmente si son ustedes hombres, blancos, solo saben español y no encuentran muchas pegas a la mitomanía del imperialismo de los Estados Unidos.
Poema de amor poscolonial
Natalie Diaz
Madrid, Vaso roto, 2022