«Paraíso»: de la sonrisa al terror en un tiburón de las finanzas con corazón de mulata
Horacio Otheguy Riveira.
A un alto ejecutivo de una corporación poderosa le realizan un trasplante de corazón. Poco tiempo después empieza a sentirse raro. Mientras los médicos se mofaban de que le iban a poner el corazón de una puta, él pensaba que le daba lo mismo que le pusieran el corazón de una puta o de una soprano, porque lo que de verdad le importaba era volver a vivir a tope.
Poco después comprenderá que no dará igual nada, ni cantará como una soprano, ni se encontrará en plenitud de funciones masculinas, pues mucha influencia recibirá de una bella dominicana que vino a España para poder pagar las medicinas a su hijo, nacido con afecciones pulmonares debido a las industrias de la zona donde vivía, Paraíso de Dios: contaminación feroz donde radica, además de una miseria endémica, una gran Iglesia protestante. Como no conseguía saldar sus cuentas, se volcó con éxito en la prostitución en Madrid, hasta morir y donar su corazón…
El corazón trasplantado va dando de sí, aportando ritmo latino, sensualidad femenina que le aporta una sexualidad al principio gozosamente heterosexual con su esposa, la misma que había dejado de interesarle, y luego un voluptuoso y confuso infierno…
De un modo u otro, Juan desarrolla una nueva personalidad con un sujetador especial sobre el pecho, bajo la camisa, que le ayuda a pensar, a desear y comportarse como su dueña.
Va asumiendo una doble personalidad y en esa contradicción digna de ser disfrutada, se le cruza un hijo de la difunta, «hermoso mulato de 16 años» que trastocará su existencia al tiempo que acrecentará su capacidad de feroz tiburón de las finanzas dispuesto a todo con tal de consagrar su Paraíso personal, una zona residencial para gente muy rica, de las que abundan en el Caribe, muchas de las cuales permiten disfrutar de un Centro comercial absoluto con camino individual a la playa… Para su objetivo dará lo mejor y lo peor de sí… y aquí es por donde afluye una bisexualidad corrosiva envuelta en el terror de vivir compulsivamente con un corazón que le atormentará como si de un relato de Allan Poe se tratara.
Esta última línea de suspense terrorífico está muy conseguida en el texto de Inmaculada Alvear al lograr un elaborado crescendo dramático que el director González Cruz ha sabido apuntalar, a través de la labor de Chema Ruiz, quien interpreta de manera sobresaliente cada estadio de su complejo personaje. Con el cuerpo en tensión o una fantástica flexibilidad asume rasgos cada vez más dramáticos, solo el actor con una silla de escritorio de muy buen nivel, transformable en el cuerpo deseable de su esposa, perfecto para la serena reflexión de un discurso manipulador, y a su vez contenedor de una peluca que acabará adorando… Matices de un caudal intenso de emociones con mensaje revelador no solo de las sádicas diferencias socioeconómicas mundiales, sino de las más íntimas en la singular relación de los hombres con las mujeres que desean y que, en diversas medidas, llevan dentro por mucho que se resistan.
En definitiva: un hombre y una silla, para un espectáculo estética e ideológicamente muy interesante, con un contexto histórico basado en hechos reales, que Miguel Ángel Camacho enriquece aún más con una iluminación detallista que ayuda mucho a hacer orgánico cada movimiento (dirigido por Elena Pérez) del imponente intérprete.
Mención aparte para la expresividad de la dueña del corazón, Jessi, interpretada por Fanny García Adames: una fascinante exhibición sin palabras en las abundantes imágenes que se proyectan a lo largo de la función.
Autora: Inmaculada Alvear
Con: Chema Ruiz
Dirección: Luis Miguel González Cruz
Ayudante de dirección: Daniel Martos
Iluminación y espacio escénico: Miguel Ángel Camacho
Movimiento: Elena Pérez
Diseño de vestuario: Sara Ortiz de Villajos
Atrezzo: FOCOPS
Audiovisuales: Guillermo Ynat y Alba Trapero
Diseño gráfico: José L. Martos
Voz en off: Gustavo Solís
Imagen Jessi: Fanny García Adames
Técnica: Andrea Martínez
Fotografía: Paula Valdez
Producción: Vinka Mendieta
TEATRO FERNÁN GÓMEZ. SALA JARDIEL PONCELA. HASTA EL 7 DE ABRIL 2024