‘Tres enigmas para la organización’, de Eduardo Mendoza
SERGIO VARGAS.
El autor catalán está de vuelta, si es que alguna vez se piró y alguien se lo creyó. Lo hace, con su conocido estilo humorístico, con toques de misterio y su tono más crítico ante una Barcelona post covid hundida, políticamente hablando.
Su visión de la ciudad condal siempre ha sido a larga distancia como si estuviera en un mirador. Nacido en Barcelona en 1943, normalmente ha fijado su residencia fuera de España como en Londres y New York, aunque la infancia que es lo que más nos determina, la paseo y la vivió en dicha ciudad.
En esta Tres enigmas para la Organización (Seix Bárral), nos relata una Barcelona ruidosa, después de la pandemia y asaltada por turistas. En la que un equipo de espías secretos del estado viven en su mundo sin que nadie se percate de ello.
Eduardo Mendoza es una persona que podría ser perfectamente un humorista, una persona que nos saca la sonrisa en cada una de sus páginas y con dardos envenenados inclusive. Creo que es su forma de entender el mundo, escribe lo que primero le viene a la mente y como tiene una mente a prueba de bombas, acierta de forma segura. Su gusto por las novelas policiacas es evidente y no se corta un pelo en emplear la misma maquinaria pero de forma más cómica .
No vuelve con un detective chalado sino con nueve. No será una organización refinada sino como la TIA de Mortadelo y Filemón, un organismo creado décadas atrás del que ya nadie parece acordarse salvo sus miembros.
Se supone que esta novela no tendría que haber visto la luz, medio serio o medio en broma comentaba él escritor : “decidí no volver a escribir obras de ficción. Pensé que ya eran muchas. Pero no es fácil abandonar un hábito adquirido en la infancia”. Y se puso manos a la obra y la terminó de un tirón. Y así con la aparentemente facilidad con la que la escribió se lee.
Disfruten de estas cuatrocientas páginas y deténganse en esos párrafos donde no puedan parar de reír y relean esas genialidades del premio Cervantes. Y no se olviden como él dice : “y no me atrevería a decir que esta historia colectiva es un mero divertimento “.