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«How to Have Sex»: Abrir la puerta de esa verja tabú

Por Judith Mata.

Molly Manning Walker rompe en How to Have Sex (Molly Manning Walker, 2023) una barrera que todo el mundo conoce, pero poca gente se atreve a abrir. Todo eso a lo que aspira la cultura de la fiesta, esconde detrás una verdad psicológica y afectiva que no se educa. Sexo, placer y cotilleo son los temas que trata este film, pero desde la franqueza y la preocupación por el constructo social cimentado, especialmente, entre la gente joven. Sin ser en ningún momento explícita – se hace evidente la frustración de Tara sabiendo que es la única virgen del grupo y que no ha logrado aprobar los exámenes -, todo el desarrollo de personaje se da a través de miradas, pequeños gestos y frases cortas, pero contundentes para la trama. Esto queda reflejado, por una parte, con la relación que tiene con Skye (la amiga guay, que liga y «le aconseja»), bromas como «yo nunca, nunca he tenido sexo» o insistir (a forma casi de presión) para que vuelva a tener «una buena noche» son actitudes que se pasan por alto, pero – como se manifiesta en la protagonista – que tienen un peso psicológico descomunal.

Así se encarna el montaje, frenético en las escenas de fiesta con las tres amigas disfrutando, con la música alta y miles de colores bañando la pantalla. Aunque un sentimiento bastante diferente invade el encuadre cuando Tara empieza a sentirse incómoda y mal. Las canciones se diluyen y el montaje interno toma protagonismo, la joven toma más presencia, deambulando en planos más largos, como si buscara esas respuestas que le faltan. La consciencia pasa por encima de la acción.

Por otra parte, la relación de miradas se construye en especial con Badger. Él sabe cómo es su amigo – Tara no es la primera con la que ha tenido sexo por presionarla o abusando -, pero, sin embargo, por no romper esa amistad o ser el que alza la voz, se limita a mirar desde la distancia sin saber muy bien qué decir. He aquí el punto clave del film, porque, por ello, el final queda frío, seco y tajante, con eso que «se podría haber dicho» o «hubiera podido pasar», pero que, como en la realidad, se queda así. Únicamente cuando ya es demasiado tarde y ni Tara – sublime plano de su rostro roto en el reflejo de dos espejos – ni las chicas (solo una de sus dos amigas) pueden hacer nada y la masculinidad tóxica seguirá su camino.

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