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Curiosidades que quizás no sabias sobre Lewis Carroll

– Lewis venía de una familia de la alta sociedad. La mayoría de sus antepasados gozaron de puestos muy respetables en esa época, como por ejemplo comandando el ejército (uno de sus abuelos fue un capitán, muerto en combate) o formando parte de la Iglesia (su bisabuelo fue obispo). Mismamente, su padre fue párroco rural y llegó a ser el principal sacerdote de varias localidades.

– Como ocurre con muchos otros grandes escritores, Lewis fue un apasionado de la lectura desde que era muy pequeño. Gracias a la extensa colección de títulos que poseía su familia, pudo desarrollar su capacidad intelectual desde muy joven, llegando a leer con sólo 7 años obras extensas y grandes clásicos, como «El progreso del peregrino».

– Una leyenda sobre el Carroll dice que de pequeño fue obligado a escribir con la mano derecha, a pesar de que él era zurdo de nacimiento. Esta historia no está confirmada, pero sí que se sospecha que fuera obligado a renunciar a su zurdera. Pero ese no fue el único problema que tuvo en su infancia. Se sabe (ahora sí con seguridad) que sufrió tartamudeos, los cuales le durarían toda la vida, y que padeció de sordera en el oído derecho.

– En los estudios, no se decantó por la literatura, sino por las matemáticas. Lo cierto es que era un joven bastante vago, y sus profesores siempre se quejaban de que se distraía mucho (llegó a perder una beca por culpa de esta pereza innata). Sin embargo, era maravilloso y tenía grandes habilidades como matemático. De hecho, acabó dando clases como profesor de matemáticas durante 26 años (trabajo que conbinaría con el de diácono). Sus profesor decían de su talento:

«No he conocido a un chico más prometedor desde que estoy en Rugby [Una escuela privada]»

– A pesar de que las matemáticas se convirtieron en su trabajo (además de profesor, llegó a publicar libros matemáticos y se interesó mucho por la geometría y las paradojas), Lewis desarrolló muchas más aficiones. Entre ellas, estaba la fotografía. Con 24 años empezó a hacer fotos buscando en ellas la belleza, ya que para él representaba la perfección física, moral y estética. En especial, se aficionó a fotografiar niñas pequeñas, las cuales componen la mayor parte de su colección. Para cuando dejó la fotografía, se cree que había hecho un total de 3000 fotos. Podéis ver una estupenda colección de fotos de Lewis en aquí.

 

– Pero, si por algo le estamos dedicando esta entrada a Carroll, es por su aportación a la literatura. Y es que escribir fue su otra gran pasión. Al principio, cuando comenzó a escribir, su obra no fue muy reconocida. Escribía poemas y cuentos humorísticos, pero ninguno alcanzó el éxito. De hecho, el propio Carroll fue muy crítico con su obra y dijo:

«No creo haber escrito todavía nada digno de una verdadera publicación, pero no desespero de hacerlo algún día»

– Una de las anécdotas más importantes de este personaje es que en realidad no se llamaba «Lewis Carroll». Ese nombre fue sólo un pseudónimo para publicar su primera obra literaria («En realidad, él se llamaba Charles Lutwidge Dodgson. Para crear el pseudónimo, tomó su nombre y primer apellido, «Charles Lutwidge», y lo transformó al latín, dando como resultado «Ludovicus Carolus». De nuevo, tomó el nombre latino y lo adaptó otra vez al inglés, dando como resultado el Lewis Carroll que todos conocemos.

– El origen de su mejor obra, Alicia en el país de las maravillas, fue algo bastante espontáneo. Por aquella época, Lewis se hizo muy amigo de las tres hijas de un colega suyo. Las llevaba de picnic, se montaban en balsas… Cierto día, mientras estaban navegando por el Támesis, Lewis improvisó una historia para entretener a las niñas. A ellas les gustó tanto, que le pidieron una copia escrita para poder volverla a oír. Tras una noche de escritura continua, les regaló lo que él titularía como «Las aventuras subterráneas de Alicia». La obra tuvo tanto éxito entre los que la leyeron, que unos meses más tarde Lewis la adaptó y remodeló para publicarla oficialmente, creando el libro conocido como «Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas», su primer gran éxito comercial. Las tres chicas que incentivaron esta creación relataron así la historia:

«Muchos de los cuentos del Sr. Dodgson nos fueron contados en nuestras excursiones por el río, cerca de Oxford. Me parece que el principio de «Alicia» nos fue relatado en una tarde de verano en la que el sol era tan ardiente, que habíamos desembarcado en unas praderas situadas corriente abajo del río y habíamos abandonado el bote para refugiarnos a la sombra de un almiar recientemente formado. Allí, las tres repetimos nuestra vieja solicitud: cuéntenos una historia, y así comenzó su relato, siempre delicioso. Algunas veces para mortificarnos o porque realmente estaba cansado, el Sr. Dodgson se detenía repentinamente diciéndonos: esto es todo, hasta la próxima vez; ¡ah, pero ésta es la próxima vez!, exclamábamos las tres al mismo tiempo, y después de varias tentativas para persuadirlo, la narración se reanudaba nuevamente»

– Lewis también fue todo un experto en fabricar inventos y pequeños mecanismos. Por ejemplo, una de las mayores incomodidades de Lewis era tener que levantarse a media noche para escribir las ideas que le vinieran en la cama. Para evitar perder ideas y tener que encender velas y romper su sueño al mismo tiempo, creó una especie de plantilla con un alfabeto. De esta forma, podía escribir en la oscuridad y dentro de su propia cama, logrando así captar sus ideas y seguir durmiendo después. Se mostró muy orgulloso de este invento y muchos otros más que creó (un dispositivo para ajustar los márgenes en una máquina de escribir, un dispositivo para ayudar a los inválidos a leer en la cama…), llegando a hablar en numerosas revistas de ellos.

– También inventó muchos juegos basados en el lenguaje. Por ejemplo, trabajó en una versión simplificada de lo que hoy conocemos como Scrabble. También se le atribuye la creación de un juego llamado «Escalera de palabras», el cual consiste en tomar una palabra existente e ir cambiando sus letras una a una para formar otra palabra existente. Una demostración de este último juego sería así: Casa–>Cosa–>Coso–>Cojo–>Rojo. El único objetivo es que la primera palabra y la última sean reales, las intermedias pueden ser inventadas.

– Según iba envejeciendo, la vida de Lewis Carroll fue cada vez menos famosa. En primer lugar, se cree que autodestruyó gran parte de su obra fotográfica, ya que muchos le acusaron de tener tendencias pedófilas. Muchos de los retratos de niñas que hizo fueron destruidas por él mismo y, de las 3000 fotografías que tomó, a día de hoy apenas tenemos menos de 1000. Aún así, sigue siendo recordado como uno de los mayores fotógrafos de su época.

– Una de sus mayores problemas fue que le diagnosticaron epilepsia, una enfermedad crónica que, en esa época, se veía bastante mal y se trataba con cierto rechazo a los que la poseían. En realidad, no se llegó a saber si era crónica, a pesar de que su médico lo dijera. Según se cree, solamente sufrió dos ataques, no se ha encontrado ningún registró más.

– Finalmente, Lewis moriría con 65-66 años a causa de una neumonía en casa de sus hermanas. Los últimos años de su vida habían sido de escaso movimiento creativo y solía mantenerse del dinero que habían generado sus anteriores obras. Su última novela, Silvia y Bruno, fue de escaso éxito en su época y no le otorgó demasiados beneficios

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