Pensamiento

Entrevista a Raúl Quinto

Martinete del rey sombra

Raúl Quinto

Editorial Jekyll&Jill

Zaragoza 2023    Páginas 170

 

ENTREVISTA A RAÚL QUINTO

 

Por Íñigo Linaje

 

Raúl Quinto (Cartagena, 1978) no es un escritor convencional. A su condición de poeta, hay que añadir su gusto por retratar personajes y episodios olvidados del pasado. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada, Quinto reside en la actualidad en Almería, donde ha coordinado la Facultad de Poesía José Ángel Valente y ejerce de profesor. Autor de tres poemarios y de varios títulos de narrativa miscelánea, entre ellos Idioteca y Yosotros, el escritor publicó hace dos años en la editorial Jekyll&Jill La canción de NOF4, una obra sorprendente y alucinante en la que seguía los pasos de Fernando Oreste Nannetti, un escritor “enajenado” que esculpió un libro de sesenta metros sobre los muros del manicomio italiano de Volterra.

Hace unos meses, en el mismo sello que aquella, apareció Martinete del rey sombra, en la que Quinto se sumerge en un suceso que la historia ha silenciado, la Gran Redada: una operación militar que, en 1749, y bajo el reinado de Fernando VI, pretendió encarcelar a la población gitana de la España de la época. El resultado no es solo una novela histórica -perfectamente documentada- sino también una narración proteica que cuenta con buenas dosis de ensayo y ribetes poéticos. Dividida en veintitrés capítulos y literariamente arriesgada, Martinete del rey sombra, que ya va por su segunda edición, acaba de ser galardonada con el Premio Cálamo 2023, un extraordinario acicate para un escritor que lleva más de veinte años trabajando desde la periferia.

-¿Cómo surge la idea de escribir Martinete del rey sombra?

Trabajo como profesor de Historia y durante muchos cursos tuve que explicar los contenidos del siglo XVIII en España usando distintos materiales y libros de texto, y en ninguno aparecía siquiera una mínima referencia a la Gran Redada. Que un acontecimiento así, tan grave y determinante, no estuviera presente en lo que entienden las instituciones que debe ser recordado, me produjo estupefacción, máxime cuando hablando con un amigo gitano me confesó que para mucha de su gente también era un tema desconocido. Esa estupefacción, el querer responderme qué había pasado realmente en 1749 y por qué ese suceso había sido pasto del olvido fue lo que me motivó a investigar y a escribir. Siempre sucede igual, cuando algo me conmociona de verdad sólo me queda la literatura.

-Más allá de las fuentes que cita en la nota final, ¿cómo fue el proceso de documentación? ¿Cuánto hay de no ficción y de ficción en el libro?

La gran mayoría de las cosas que cuento en el libro parten de documentos históricos y del trabajo de diversos historiadores. Apenas invento nada; para mí era importante eso, que la memoria de lo que ocurrió estuviera lo más desnuda posible, por respeto a sus protagonistas y a sus descendientes. La forma es literaria, rítmica y hasta poética, pero el hueso de los hechos es tal cual sucedió. En cuanto a la documentación, le dediqué mucho más tiempo que a la escritura, por supuesto, y si tuviera que destacar algo sería la figura del historiador Manuel Martínez, que lleva 35 años investigando sobre el tema, a veces en la más absoluta soledad, y que me ayudó muchísimo con datos muy concretos que le iba solicitando de manera insistente. Sin su generosidad difícilmente habría podido escribir el libro.

-¿Qué paralelismos podemos encontrar entre la historia que narra (y denuncia) y nuestro mundo de hoy?

Bastantes. La persecución del diferente sigue estando tristemente en boga, también el antigitanismo puro y duro, del que aún no somos capaces de desprendernos como sociedad. Ejemplos tenemos todos los días y en todas partes.

-En sus libros rastrea personajes y episodios olvidados de la historia. ¿De dónde le viene su querencia por lo excéntrico?

Para mí lo excéntrico, lo extraño, siempre está en el centro. Al final, los márgenes o los extremos son los que nos ayudan a conocer bien el mundo o la condición humana.

-Hay mucho de crónica en La canción de NOF4 y en Martinete del rey sombra. Pero son crónicas que tienen una evidente pulsión poética. ¿Qué papel juega su condición de poeta en sus narraciones?

Escribo narrativa con las herramientas de la poesía, no tengo remedio. Trabajo mucho el ritmo, la musicalidad y el sonido de las palabras, las imágenes o las metáforas para explicar con precisión lo que quiero contar. La poesía es el arte del misterio y de la precisión, parece una contradicción, pero es así y es lo que le da esa fuerza que normalmente no se encuentra en otros géneros o en otros modos de estar en la literatura. Cuando quiero contar algo que pide prosa inevitablemente comienzo a pensarlo y a construirlo en términos poéticos, hasta la misma estructura de los libros responde a un ritmo estudiado, casi de estrofa. De la poesía aprendí que la forma también es parte del contenido.

-Definen el género que practica como “narrativa híbrida”. ¿Qué le permite como autor la miscelánea, aparte de amalgamar en sus textos biografía, historia, ensayo y prosa poética?

El no ceñirme a lo que son los estándares genéricos me permite ejercer la libertad creativa y explorar mis propios límites como escritor. Creo que cada tema, cada proyecto, requiere de una forma propia para poder ser contado. A veces es poesía y la poesía en mis libros es distinta en cada uno, y a veces es en prosa porque necesito ser más expansivo y la historia que quiero contar requiere relato, pero también pensamiento y emoción y que crezca hacia dentro en diferentes capas de sentido. Para expresar la locura o la más absoluta degradación de lo humano no nos sirve un lenguaje ordinario, para contar los límites no podemos sino caminar por la cuerda floja.

-¿Qué supone para usted, que escribe desde la periferia y en un sello independiente, la concesión de un premio como el Cálamo 2023?

Nunca he escrito pensando en que pudiera ser premiado y menos con un galardón tan prestigioso como este: es una sensación de alegría e irrealidad bastante apabullante. Todo lo que le está sucediendo al libro ronda el milagro. Tal y como funciona la industria, con un duopolio brutal que copa las mesas de novedades y los medios de referencia, escribiendo desde Almería, que está lejos de todos los mapas y de todos los lugares y grupos de influencia, haciendo cosas literariamente arriesgadas por poco comunes y en un sello valiente, aunque pequeño como Jekyll & Jill, parece que no se dan las condiciones para que el libro trascienda demasiado. No suele pasar. Y sin embargo está pasando. Llevo más de 20 años publicando libros desde esa periferia artística y ahora estamos aquí. Toca celebrarlo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *