Así vivían los romanos
La denominada Ciudad Eterna ofrece innumerables atractivos para el viajero. Pero lo cierto es que la mayoría de los turistas se limitan a visitar los lugares más emblemáticos, caso de las catacumbas de Roma, el Coliseo o el punto de partida de la famosa Via Appia.
Pero son menos los que se muestran interesados por conocer cómo era la vida cotidiana de los ciudadanos del Imperio Romano. Si ese es tu caso, en las siguientes líneas te describimos, en unas breves pinceladas, cómo se organizaban y vivían los ciudadanos del Antiguo Imperio Romano.
Organización social
La sociedad romana estaba dividida en jerarquías: la jerarquía más alta correspondía a los patricios (que tenían derecho a todo tipo de privilegios y prebendas) y la más baja era la de los esclavos (sin ningún derecho, ni siquiera sobre su propia vida).
Salvo los esclavos, todos los ciudadanos tenían ciertos derechos políticos y legales: a modo de ejemplo, podían votar, ocupar cargos públicos y disponer de propiedades.
Viviendas
Las casas romanas unifamiliares se construían en torno al atrium, un patio central donde se recibía a las visitas, se realizaban los negocios y se rendía culto a los dioses. Alrededor del atrium se distribuían el resto de dependencias:
- Tablinum (despacho privado del dueño de la casa)
- Cubiculums (dormitorios)
- Triclinium (comedor)
- Culina (cocina)
- Balneum (baño)
En las casas de los más pudientes también contaban con peristilum (un jardín interior rodeado de columnas) y con impluvium (un estanque o piscina que se llenaba con agua de lluvia)
Por el contrario, las casas de los ciudadanos romanos sin posibles eran mucho más modestas y se agrupaban en edificios de dos o tres pisos llamados insulae. Se trataba de viviendas muy pequeñas, insalubres y deficientemente construidas.
Alimentación
Los alimentos básicos eran el pan, el aceite de oliva, el vino, las frutas, las verduras y las legumbres. Solo los más ricos podían consumir habitualmente carne, pescado, lácteos, huevos, miel y especias.
Como en la época actual, los ciudadanos romanos solían hacer tres comidas principales al día. La cena era el momento más importante de la jornada, ya que en ella se reunía toda la familia o se invitaba a las amistades.
No comían sentados a la mesa, sino recostados en una triclinia, un mueble a caballo entre un lecho y un diván. Y tampoco empleaban cubiertos para comer: los alimentos iban directamente del recipiente o bandeja a la boca.
Ocio
Las clases pudientes acudían habitualmente a los teatros, que se contaban por decenas. En ellos se representaban tanto comedias como tragedias, sátiras y mimos.
Otra actividad frecuente de ocio era ir a los circos romanos, a contemplar carreras de carros, acrobacias y espectáculos con animales salvajes adiestrados.
Pero la diversión suprema consistía en presenciar las más crueles y desiguales luchas: en los anfiteatros del Imperio Romano, se enfrentaban gladiadores entrenados, bestias salvajes, esclavos y condenados a muerte. El anfiteatro por excelencia era el Coliseo de Roma, cuyos sangrientos eventos eran presenciados en vivo por el propio Emperador.
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