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«The Florida Project»: El otro lado del sueño americano

Por Paco Martínez-Abarca.

Cuando hablamos del cine independiente norteamericano en el siglo XXI, es difícil no hacer referencia al cineasta Sean Baker (EEUU, 1971). Sus películas aportan una mirada tierna a lugares y personajes que se han tratado comúnmente de una forma mucho más dramática. Adscrito al cine más social, su aproximación es fresca y digna, llena de personajes vitalistas que sueñan con un futuro mejor, pero sin obviar el presente que les toca vivir. Las historias están siempre localizadas en los polígonos y la periferia de ciudades que todos conocemos, allá donde no suelen llegar el resto de películas. La prostitución es uno de los temas que más trata, siempre con sensibilidad, sin atraer lo morboso y lo desesperante.
Sus rasgos alcanzan, podríamos decirlo así, su cénit en The Florida Project (2017), donde en un eficaz ejercicio de punto de vista, se relata el mundo a través de una niña, Moonee (Brooklynn Prince), que vive con su madre Halley (Bria Vinaite), quien hace lo que haga falta por salir adelante. Sus vidas transcurren en un motel de carretera que se sitúa en las cercanías de Disney World, en Orlando, Florida.
Los elementos infantiles por antonomasia se subvierten en The Florida Project para pasar a hablar del «antisueño» americano. El lugar en el que sus alegres niños protagonistas se divierten no es el castillo de Disney, sino este motel, que con el nombre de El castillo mágico, viene a suplantar la identidad de lo que es la meca de muchas familias, y un símbolo de la vida resuelta norteamericana y mundial. Este motel, en apariencia vistoso y colorido, es en realidad un lugar en el que ningún turista quiere alojarse. Se trata de un espacio aislado de cualquier extranjero, poblado solo por personas de un específico estrato social. El mundo en su interior está atravesado de historias duras, de familias que no pueden pagar un alquiler. La superficie de “alegría” es, en definitiva, una capa de pintura: la que el personaje del gerente (Willem Dafoe) da a las fachadas del edificio, pero que puede llegar a ser suficiente para un niño. Los juegos infantiles conviven en el mismo lugar con las mayores desgracias del mundo adulto. Es precisamente el gerente Bobby, el que más vela por el bienestar de la infancia en el motel que regenta. Haciendo las veces de figura paterna cuando sus verdaderos padres no pueden ocuparse, vigila con seriedad y ternura a Moonee y sus amigos. Es su presencia lo que asegura que el lugar al que van a parar las familias de la película no sea oscuro y deprimente, sino vistoso y esperanzador.

La gran genialidad narrativa de The Florida Project está precisamente en mirar hacia los niños, para así hablar del mundo de los adultos. La vida en el motel, enturbiada por la prostitución y las drogas, es por obviedad un entorno muy duro en el que crecer. Pero este punto de vista, mayoritariamente infantil al que se aferra Baker, es el único capaz de mirar este mundo con ternura y otorgarle una gran dignidad. La cámara, a la altura de Moonee, registra de manera etnográfica, como un documental, a ella y sus vivencias. Y sus juegos en el motel se entremezclan con lo que viven los padres. En la misma escena, incluso en el mismo plano, se funden las actividades de pequeños y mayores. Moonee, en un aislamiento infantil, escucha las mismas canciones que su madre. Bailan con la misma música. Pero en consecuencia, también convive en esa misma habitación del motel con la otra cara de la precariedad. Cuando su madre debe recurrir a la prostitución para poder pagar la renta, Moonee permanece en el baño jugando con sus muñecos. En esa misma habitación del motel, al otro lado de esa puerta, y amortiguados por la misma música con la que ellas bailan, se encuentra Halley prostituyéndose. Pero esta situación de extremos es tratada sin morbosidad, sin recurrir a imágenes explícitas. Y Baker además ofrece posteriores espacios en los que Halley pueda disculparse con su hija en un modo simbólico, bajo una lluvia libertadora, que de hecho cae sobre todo el motel. Esta lluvia aparece como respuesta al elemento desestabilizador del fuego, ocasionado por la cuadrilla de Moonee en una urbanización abandonada cercana al motel varios días antes. El incendio ocasiona enemistades entre las madres de los niños y más desestabilización en las familias, que se prolonga y se agrava a lo largo de la película, resultando en un violento apaleamiento de Halley a su antigua amiga y madre de otro niño. La escena de juegos bajo la lluvia viene a apagar simbólicamente las secuelas sociales de este incendio, perdonando los actos de Halley y plasmando el amor que siente por su hija, por quien hace todo lo que esté en su mano.

El castillo de Disney, presente como un fantasma durante toda la película, se aparece por fin físicamente en su secuencia final. Casi como un sueño, y en un ejercicio radicalísimo de cambio de formato, se pasa del fotoquímico al digital rodado en smartphone. Solo así, entra la cámara de Sean Baker a Disney World, en un acto de fantasía que bien puede significar el sueño de Moonee de visitar aquello que se le ha sido negado (ella y su amiga se cuelan sin ningún tipo de permiso ni ticket).
The Florida Project, en definitiva, apunta directamente al corazón del sueño americano para denunciar la situación de la cara B, de todos aquellos que malviven bajo la eterna promesa de la prosperidad, en el supuesto mejor país del mundo.

7 thoughts on “«The Florida Project»: El otro lado del sueño americano

  • soy fans de esta película, coincido con tu visión, es maravilloso el modo de tratar los temas. Me tocó especialmente el de la maternidad, tan emocional, tan poco moñas tan libre. Una precariedad plena en dignidad.

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  • La película debe ser tan tierna como este relato, que desde luego invita a verla. Ni blancos ni negros, ni buenos ni malos, ni días ni noches… todo es tan difícil de etiquetar, que este tipo de obras hacen del cine un ejercicio soportable, e incluso amable, de realidad. Muy buena la invitación !!!

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    • No conozco la peli ni al director pero la crítica me ha abierto el apetito y creo que en mi casa gustará su visión sociológica. A ver si la encuentro en alguna plataforma, está o cualquier otra del mismo director. Gracias!

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      • Muy bonito el relato de la película, me ha gustado y sin dura voy a verla.

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  • Motel El castillo mágico versus castillo de Disney
    Muy bueno.

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    • Exacto, el castillo mágico, o la vida real de muchos, en contraposición al castillo de Disney, la fantasía de todos.

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  • Maravillosa fábula sobre la crueldad que acompaña a la infancia cuando no se dan las circunstancias normativas como la que se intuye justo al lado de ese motel, en el más grande parque temático de esa infancia edulcorada que es Orlando. Maravilloso también Willem Dafoe como una suerte de Guardián entre el centeno tan honesto y comprensivo que emociona.
    Fan absoluta del director, de la película y de la elección de esta crítica.

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