Entrevista a Raquel Calué, autora de ‘La rima no es aposta’

REDACCIÓN.

La rima no es aposta es una novela que nos adentra en el tortuoso mundo interior de Matilda y su devoción por Dakota, una mujer que irrumpe en su vida como un tsunami. Raquel Calué (Madrid, 1992) es el seudónimo de Irene Redondo Rifé. Abogada de profesión, ha publicado dos poemarios: Las cartas que no llegué a enviarte (2022) y Mis días solo son porque están desordenados (2023). La rima no es aposta (2023) es su primera novela.

  • Has incursionado en la novela con La rima no es aposta. ¿En qué momento nació la idea de esta historia y cómo ha sido el proceso de pasar de la poesía a la prosa?

Esta historia nació hace mucho tiempo en mi cabeza, pero me costó tiempo reunir la confianza suficiente para plasmarla en el papel. Nació de la propia vida, del ajetreado y salvaje mundo laboral de hoy en día, de la dificultad de compaginarlo con la vida personal y, sobre todo, del amor.

Pasar de la poesía a la prosa ha sido un reto. Hay momentos en los que, escribiendo la novela, me salían estructuras poéticas e incluso rimas (de ahí, en parte, el nombre de la historia), y eso que mis poemas no suelen tener rimas. Una vez me conseguí meter en la dinámica de la prosa, todo fue superfluido y divertido. Recuerdo que llegaba de trabajar por la noche y lo primero que hacía era ponerme a escribir.

  • En tu libro nos presentas a dos mujeres, Matilda y Dakota, que tienen cosas en común (como trabajar demasiado), pero que realmente son muy distintas. ¿Con qué retos te encontraste a la hora de plasmar mundos interiores tan dispares?

Marcar la línea diferencial entre ambos personajes ha sido otro gran reto. Al final, ambas son mujeres con una intensidad emocional muy elevada y sería fácil cruzar la línea entre esa maraña de sentimientos. Sin embargo, como bien dices, tienen cosas en común y a partir de esas similitudes ha sido divertido marcar las diferencias; por ejemplo, en el fondo ambas son personas inseguras, si bien una no lo oculta (Matilda) y la otra tiene puesta una máscara férrea (Dakota).

También ha facilitado la plasmación de las diferencias el hecho de que la historia esté contada en primera persona porque, realmente, me he centrado en desarrollar a fondo los pensamientos, inquietudes y sentimientos de Matilda, mientras que de Dakota únicamente sabemos lo que Matilda nos ha contado. El reto en este punto ha sido describir a Dakota lo mejor posible desde la primera persona de otro personaje, sin adentrarme en exceso en percepciones que solo puede tener quien las siente.

  • ¿Por qué has optado por una narración en primera persona desde el punto de vista de Matilda para desarrollar esta historia de amor imposible?

Me gustaba la idea de plasmar toda esa intensidad desde el punto de vista subjetivo del personaje principal. Quería transmitir todas sus emociones de la manera más intensa posible, y eso solo podía hacerlo con la primera persona.

Además, quería crear esa sensación de que la realidad es relativa, dado que solo conocemos la versión de Matilda. Nadie le ha preguntado a Dakota qué siente o qué piensa, y ella tampoco nos lo ha dicho. Siempre me ha atraído la idea de que no existe una realidad objetiva y la utilización de la primera persona me permitía jugar con ello.

  • El amor también ha sido el tema central de tus dos poemarios —Las cartas que no llegué a enviarte (2022) y Mis días solo son porque están desordenados (2023)—. ¿Qué es lo que te impulsa a abordar el sentimiento más profundo del alma?

El amor lo es todo en la vida: hacia personas, hacia objetos, hacia sensaciones. Sin amor no hay brillo. Creo que el amor es el eje central de mis historias porque también lo es en mi día a día.

Aun así, más de una persona me ha dicho que la temática principal de, por ejemplo, mi primer poemario, es la soledad. Y, en realidad, mi segundo poemario tiene unos claros tintes existencialistas, aunque el amor también aparezca a trompicones.

Creo que la historia de Matilda y Dakota, más allá de una historia de amor, es la historia de cómo una joven mujer trabajadora llega a conocerse a sí misma.

  • ¿Crees que algún día publicarás una obra —sea novela o poemario— que tenga una temática distinta? En caso afirmativo, ¿qué cuestiones te apetece tratar en el futuro?

No me veo alejándome del amor como tema, como mínimo, paralelo o secundario a la historia principal. Como decía, el amor es el pilar de la vida, y creo que es esencial para mí plasmarlo.

Cuando he intentado dejar el amor de lado, he sentido que estaba escribiendo algo vacío. Incluso si escribes sobre temas sociales no dejas de lado la temática del amor: el amor hacia la humanidad y hacia los seres vivos.

Recuerdo que hace unos años empecé a escribir una novela que tenía como tema principal la comunicación entre las personas, sus dificultades y entresijos. Pero incluso en esta historia, que se ubicaba en una realidad distópica, el amor estaba presente.

  • Esta es una pregunta seguramente difícil de responder, pero ¿con qué género te quedarías, con la novela o la poesía, y por qué?

Desde luego que es difícil (risas). La novela requiere más planificación, investigación e, incluso, paciencia. La poesía, al menos a mí, me sale más natural y directa desde las entrañas. La poesía es la que me acuna cuando no puedo dormir y tengo sueño.

Así que creo que me quedaría con la poesía. Podría vivir sin la novela, pero no sin el desfogue que me proporcionan los poemas.

  • ¿Qué te aporta la escritura de cada uno de ellos?

He descubierto que la novela me aporta calma y mucha emoción. El crear, el conocer a tus propios personajes mientras los escribes. A veces me he encontrado planeando el argumento y atrapada por mi propia intriga, y eso es algo maravilloso. Además, el terminar de escribir una novela te lleva a una sensación de autorealización y plenitud que es indescriptible.

La poesía, en cambio, para mí es caos, sentimientos a flor de piel, sinceridad en su más pura esencia. Con la poesía puedo ser quien soy sin temores y sin escondites. Me aporta un espacio en el que puedo expresarme y desahogarme de manera profunda.

  • Aprovechamos esta entrevista para preguntarte: ¿qué crees que aportará La rima no es aposta a tus nuevas lectoras y lectores?

Espero que les pueda aportar un pedacito de mí, porque, al final, cuando escribimos lo hacemos desde nuestra subjetividad y no podemos evitar dejar una parte de nosotras.

Pero, sobre todo, espero que les aporte amplitud de miras y muchas reflexiones en cuanto a las relaciones ente personas del mismo sexo, sobre la importancia y necesaria no estigmatización de la salud mental, sobre la importancia del autoconocimiento y el crecimiento personal, y sobre lo peliagudo que resulta sumirse en relaciones tóxicas.

  • En 2023 también publicaste tu segundo poemario, Mis días solo son porque están desordenados. ¿Qué balance haces del año pasado y cómo está siendo la recepción de tus libros?

Estoy muy contenta con la recepción que están teniendo ambos libros. Me produce mucha satisfacción ver cómo la gente se anima a leerme, a adentrarse en mi mundo. También transito este proceso con miedo e inseguridades, pero entiendo que va de la mano de exponerse de esa manera.

Para mí, el 2023 ha sido un año complicado. Mi salud mental ha sufrido mucho y he tenido que trabajar horas y horas con mis terapeutas para volver a encontrarme cuando me había perdido. El haber podido publicar dos libros en una situación tan delicada me ha ayudado a sacar un poco los pies del barro.

  • ¿Estás trabajando en un nuevo proyecto literario que nos puedas adelantar?

Ahora mismo estoy muy centrada en cuidarme y en retomar mi rutina laboral como abogada de manera sana y equilibrada. No estoy en un punto de mi vida en el que sienta la necesidad de desarrollar una historia a través de una novela, pero sí que voy sacando poemas cuando tengo la necesidad de gritarle al papel. Posiblemente, de este ejercicio de evolución personal salga mi siguiente trabajo, que, en realidad, ya tiene hasta el título. Muchas gracias por vuestro tiempo y por darle voz a mis historias.

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