Íntima con un pañuelo en Córdoba

ESPAÑA EN SORDINA

ÍNTIMA COMO UN PAÑUELO EN CÓRDOBA

 

 

Hablan de la calle de las Flores, pero es muy turística. Pero lo que yo más recordaba de otras visitas es la Plaza del Pañuelo en Córdoba. Un rincón secreto, al final de una calle secreta. Cerrado, como para encontrarse con uno mismo. Ahí no puedes escaparte de ti mismo. Estás tú y el silencio blanco, la pared encalada y el suelo de piedrecitas. Tú y tu existir. Y los rumores lejanos de la vida y sus encantos que llegan filtrados hacia ti.

Se empieza delante de una puerta de la mezquita, en la plaza de Santa Catalina. Precisamente donde a las ocho y media de cada mañana puedes hacer una visita gratuita a la mezquita. Sin grupos turísticos, sin ruidos, porque los grupos no madrugan. No te enseñarán todo, pero puedes ver los bosques de columnas de dos épocas musulmanas, puedes ver el mitrab donde los musulmanes ponían su esperanza.

Pero lo mejor es desde ahí meterte por un callejón estrecho e íntimo, y luego torcer por otro imprevisible, y al final encontrarte en ese confesionario de ti mismo. Con la esencia de la blancura y el azahar. Con una sensualidad delicada y un silencio tan apasionado.

Hay una fuente secreta de piedra roja a la derecha, hay un farol vagabundo, hay un naranjo apretado pero esbelto. Hay unas naranjas en el suelo. Hay una ventana que es la esencia de la ventana y hay unas puertas de madera que lo clausuran y lo prometen todo. Todavía quedan secretos, nos decimos. Aquí no llega el diseño geométrico ni el convertirlo todo en dígitos.

Es un lugar para el aliento. Y para darse un beso sin controles ni testigos. Es un lugar para un alma, borboteante y entusiasmada, o para dos almas. Y en ese sitio el silencio suena tan genial como el arpa de Bécquer. Es la España de diez siglos hecha un arpa.

ANTONIO COSTA GÓMEZ                             FOTO: CONSUELO DE ARCO

 

 

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