Entrevista a Fernando González Nohra, por Sonia Aldama
Hace tiempo que no salgo para hacer una entrevista, suele ser el autor quien decide dónde nos vemos, en este caso, Fernando Gónzalez Noha me espera en un lugar emblemático de Madrid, Casa Camacho, por la Plaza del 2 de Mayo, conversamos mientras nos tomamos los famosos “Yayos” (vermut de grifo). Una tarde estupenda y un aviso: no olvidéis recordar a los primeros visitantes, que, para ir al baño, en Casa Camacho hay que pasar por debajo de la barra.
1.-Hace quince años publicaste la novela Carroñero, y ahora con tu nuevo libro Bajo mínimos, recuperas al personaje Gonzalo Fernández. ¿Tenías una deuda pendiente con él?
Más bien, era yo el que lo necesitaba. Nunca lo dejé de lado, al menos no del todo. Él siempre estuvo ahí, como un buen chico, a la espera de que yo lo llamara y le dijera, oye, échame una mano, que estoy jodido. Y eso ocurrió en los últimos coletazos de la pandemia.
2.- La novela comienza con la presentación del personaje que nos narra su huida hacia delante desde Perú hacia España. ¿Siempre tuviste claro que escribirías la novela usando la primera persona?
Sí, no había otra opción. Desde el principio esbocé a Gonzalo para que estuviera cerca, contando su vida a la cara, a lo bestia y sin anestesia, como un amigo con el que te metes una buena borrachera, que te avienta tus verdades sin asco y al que se las puedes devolver sin problemas. Si la hubiera escrito en tercera persona, le habría dado una distancia que yo no quería. Y Gonzalo probablemente tampoco.
3.- El personaje también es escritor, ¿lo de la metaliteratura tiene algo que ver con que Gonzalo sea tu alter ego?
Sí, está claro. Y quien me conoce me reconoce en Gonzalo. Incluso hace años salí durante un tiempo con una mujer que nunca dejó de cambiarme de nombre y llamarme como él. Era divertido.
4.- ¿Cómo fue el proceso creativo para escribir la novela?
Al igual que Gonzalo, yo escribo a mano y en la calle, con mi cuaderno, un termo lleno de café y mis cigarros. Así, sentado en la banca de una plaza ante el atrio de una parroquia en la calle Juan Bravo, cuyas demás bancas habían sido tomadas por mendigos y sus pertenencias. Yo era uno más.
5.-Háblanos de la construcción y evolución del personaje.
Como había pasado mucho tiempo desde Carroñero, Gonzalo se merecía algo más. O sea, pienso que los personajes literarios, al igual que las personas de carne y hueso de las que se pretende sean un espejo, necesitan crecer, madurar, evolucionar, para no quedarse atrapados en lo mismo, en una misma etapa de sus vidas, en el mismo plano existencial; como el par de viejos metaleros enquistados en los ochentas que vi parados esperando quién sabe qué en una esquina de Gran Vía el día que llegué a España el 2005 y que a día de hoy sigo viendo en el mismo plan, sólo que con vientres más prominentes y cabelleras más ralas. Son de otra galaxia. En cambio, Gonzalo en Bajo mínimos es otro pero también es el mismo.
6.- ¿Tú próximo proyecto tiene algo que ver con este libro?
El próximo no, pero sí el subsiguiente. Será la novela que Gonzalo escribe en Bajo mínimos, aunque todavía no decido si la firmará Gonzalo Fernández o Fernando González.
7.-¿Qué importancia tienen Perú y España en esta novela?
El viaje del Perú a España es el caldo de cultivo para que se produzca el conflicto. No lo dice, pero Gonzalo deja atrás su zona de confort, es decir su casa, sus amigos, su familia, la playa y su cómodo trabajo de profesor para seguir su sueño y tratar ser fiel a sí mismo. Pero sólo encuentra soledad, dificultades y una pandemia de mierda que lo aísla aún más. Aunque esto tampoco le llega a joder demasiado porque en el fondo es tremendo anacoreta.
8.-¿A qué autores o autoras regresas siempre?
A Julio Ramón Ribeyro; a Fante, Bukowski, Cormac McCarthy. A Vargas Llosa.
9.-Perú cuenta con grandes escritoras y escritores, ¿Cuáles te han influido más?
Julio Ramón Ribeyro, sin pensarlo dos veces. Me encantan su precisión y su elegancia. Su influencia en mí es importante. Al punto de que no sólo me identifico con su impronta y con los temas que toca sino que a veces siento que mi suerte se asemeja bastante a la suya o a la de sus personajes, y eso de algún modo me reconforta y me hace sentir que estoy en el camino correcto. De hecho, los dos somos clasemedieros venidos a menos, miraflorinos y exalumnos del mismo colegio. Pienso que el hecho de que el flaco no sea considerado en su justa medida más allá de las fronteras de mi país, salvo por algunos, digamos, entendidos, responde a un error histórico garrafal.
10.- Por último, me gustaría saber cuál es tu relación con el lenguaje, si tienes en cuenta cuando escribes ese privilegio de tener diferentes registros, palabras, expresiones acuñadas en Perú y España.
Mi relación con el lenguaje es intensa. Soy pulcro hasta en WhatsApp, y se me rompe el ojo cada vez que la gente se caga en las formas. En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, sí, soy consciente de mis dos registros. Y si bien hablo y escribo en peruano (yo no me enfado ni me cabreo, yo me enojo o me aso; y si me joden mucho, se me sale el indio), trato siempre de contextualizar lo que escribo para que se entienda a qué me refiero o qué quise decir con tal o cual cosa, y he adoptado por libre elección algunas expresiones españolas que me parecen suculentas.