“Hotel Tú”, de Iván Onia
HOTEL TÚ, EL MILAGRO A LA VUELTA DE LA ESQUINA
Por Ana Isabel Alvea Sánchez.
Este libro nace de la admiración de su autor al poeta Charles Simic, que yo comparto igualmente. Incluso su título emula Hotel insomnio, tal como nos confiesa en su nota introductoria, donde explica el germen de su proceso de escritura y algunas ideas sobre la poesía y los poetas, esos personajillos invisibles que aparecen y desaparecen por estos textos. Consciente de las limitaciones del lenguaje para reflejar la vida, supone la poesía de Iván Onia un trabajo de fina orfebrería con las imágenes, y en esta ocasión también en la composición de estas historias, un asombroso ejercicio de imaginación con potentes imágenes poéticas.
Nuestro poeta manifiesta que es el libro con el que más se ha divertido y le tengo que dar la razón, también resulta divertido leerlo, como decía Horacio: Docere et delectare.
Podemos afirmar que Charles Simic actúa como motor de inspiración, le influye en el tono y en el estilo (fantástico, surrealista, con humor); en realidad, encuentra en el poeta serbio-estadounidense lo que Iván ya poseía, como si se reflejase en un espejo; más bien le acentúa la intensidad de estos rasgos. Por otro lado, parece animarlo a escribir poemas en prosa, idea que le rondaba seguramente; y a mirar con más detalle, pues es un rasgo suyo que le viene de lejos esa capacidad de hacernos ver lo maravilloso en lo cotidiano. Aquí, donde los demás no vemos nada o solo rutina, él nos levanta un microcosmo, con un estilo mitad realista y mitad fantástico –algunas piezas bastante surrealistas- que nos puede recordar el realismo mágico hispanoamericano o los cuentos de Kafka, por indicar algunos ejemplos, para hacernos ver cuánto de milagroso puede haber en una vida corriente y la necesidad que tenemos de sorpresa.
“Un poeta siempre es un observador de la realidad… mirada y azar”, indica en su nota. Mirada y azar, nuestra base en la escritura y en la vida. Y como Borges, hace un juego de espejos: el narrador es el observador que está mirando lo que el escritor, como buen demiurgo, inventa. Toma distancia consigo mismo. Un narrador que parece uno de los protagonistas de la obra de Pirandello Seis personajes en busca de autor, adquiriendo vida propia. Voz que aparece expresamente en el primer y último poema (por lo general predomina la tercera persona): el primer poema parece ser una presentación en la que anuncia lo que nos va a contar, a modo de poética; en el último justifica el motivo de la escritura, las razones, gracias a un juego de reflejos. Supone toda una declaración de intenciones.
Sorprende el perfecto engranaje de su estructura, todos los poemas o microrrelatos constituyen piezas independientes, las diferentes ventanas o habitaciones del bloque, integradas en un marco que las une, hilo que le da coherencia y unidad. Este relato marco era propio de la Edad Media y lo podemos encontrar en Las mil y una noches o en el propio Don Quijote.
No pueden dejar de tener un estilo narrativo estos poemas en prosa -¿o prosa poética?- al describirnos una escena o anécdota, de un modo cinematográfico, con la cual profundiza en la realidad. En ocasiones deja el texto abierto, crea intriga, sugiere al lector posibles interpretaciones que completen el cuadro; o bien, como buen poeta, usa metáforas que tendremos que interpretar para llegar al verdadero sentido. A veces, como en los relatos de Carver o Chéjov, constituyen hechos cotidianos que parecen intrascendentes, pero en los que subyacen un significado más profundo.
En Hotel tú nos retrata un hotel fantasmal que parece sacado de un cuento gótico de Poe, algo terrorífico en su descripción. Un narrador, con intención de borrarse, observa y cuenta, es el único huésped además, está en la más absoluta soledad, porque ¿acaso no es en soledad cuando leemos y cuando escribimos, no es la poesía dos soledades juntas y una verdad compartida, como dice el poeta Luis García Montero? Y nos relata aquello que hacen los vecinos de un edificio de viviendas protegidas y que viene a ser la vida normal y moliente que hacemos todos, donde cualquiera puede identificarse: “…hombres y mujeres yendo y viniendo, entrando y saliendo, llorando y celebrando, fabricando, sin saberlo, la vida, amasando la levadura y la harina de la que se compone la historia”; relatado con un toque fantástico y fabuloso. Fijaos, en “Empieza así” enfrenta dos edificios iguales, uno es el hotel vacío donde está el narrador, frente a la vida que bulle, salpicada por elementos fantásticos que revelan la importancia de la imaginación, un modo placentero de conocer, de ahondar con humor –al igual que nuestro querido Simic- en lo universal, donde cobran presencia el azar, el amor, el deseo, las posibilidades de la vida, la brevedad de la plenitud, el paso del tiempo, la muerte que llega siempre de improviso, la escritura y la poesía. Estos serán los pilares del poemario, en los que, aunque a veces desconcierte o pase alguna sombra, predomina el vitalismo y la belleza del mundo y de la vida, a pesar de todo.
Nos fotografía escenas con imágenes poéticas, por ejemplo, en “Bostezando en el pasillo” para hablarnos del amor: “…Los dedos de sus pies se rozaron durante el sueño y la chispa que se produjo iluminó la habitación”; en cuanto al desamor, el poema “¿Quieres casarte conmigo?” representa la ruptura amorosa, esa cucaracha sobre los restos del banquete, junto al anillo de compromiso olvidado. También es amor el dolor y la nostalgia del anciano en “Nostalgia” o la suma ternura con la que nos describe aquel notario viudo que habla con todo como si fuese su mujer.
Como acostumbra, encontramos varios poemas referentes a la escritura y la poesía. En “¡Has visto eso!” y “El anticuerpo” reflexiona sobre lo fundamental en la poesía; lo que para él supone triunfar en “La gloria”. “Rompehuesos” habla del propio acto de escribir; o bien poemas con nombres de poetas como guiño u homenaje, así “George Barker”. Podemos entrever en estas líneas la figura del poeta o escritor como un solitario, con los ojos encendidos, a quien los demás no le prestan mucha atención, partiendo febril todo lo que escribe y con una obra incomprendida.
Supone un canto a la vida “Dos huérfanos”: “Cada día ocurren, como mínimo, dos cosas asombrosas…Sólo tienes que poner atención, porque los milagros existen…Formas parte de lo que estás viendo… no existe algo tan hermoso como este instante”.
No quiero hacer un exhaustivo recuento sobre lo que trata cada poema; para concluir, queda manifestar el eclecticismo e hibridez de este libro, que navega entre la poesía y el relato, rompiendo las convenciones formales, y cuyos textos, como cometas al viento de un verano, son capaces de hacernos ver una dimensión de la realidad con mayor altura, allí donde la imaginación es poder. Como decía Wallace Stevens: “La realidad es un cliché del cual escapamos por medio de la metáfora”. El arte y la literatura para desautomatizar, para renovar nuestra mirada con la intención de ampliar nuestra visión de la realidad cotidiana, y en este caso, otorgarle el esplendor merecido a la existencia, para reblandecer también su plomo, para allanarlo.
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