«Rodeo», de Lola Quivoron
JOSÉ LUIS MUÑOZ
Difícil conectar con esta película áspera y a ratos irritante que tiene como fondo la pasión por las motos y las piruetas que se hacen con ellas en competiciones clandestinas en polígonos industriales que acaban cuando interviene la policía. Julia (Julie Ledru), una inadaptada que es despedida del hospital en donde trabaja por la conflictividad de su carácter, vive por y para las motos, y su encaje en ese mundo mayoritariamente masculino resulta complicado. Finalmente consigue que sea admitida en un grupo de moteros que también roban motos de gran cilindrada para venderlas en el mercado negro y se convierte en una hábil ladrona que engaña siempre a sus desprevenidas víctimas.
La opera prima de la directora Lola Quivoron (París, 1989) quiere ser tan testosterónica como su enloquecida e inestable protagonista femenina que jamás ríe, mantiene el ceño fruncido y se comunica con monosílabos o golpes. Abundan los primeros planos, los diálogos a gritos y una cámara que se mueve enloquecida de un lado a otro para retratar ese mundo visceral al que el humo de los tubos de escape les parece perfume y el petardeo de los motores música celestial. Pero uno no empatiza con los miembros de esa banda mestiza formada por hijos de emigrantes africanos, árabes o antillanos, como la propia actriz protagonista de físico felino que es quien finalmente destaca en una película irregular de raigambre social pero cuyo mensaje se me escapa. Tampoco funciona la película cuando se decanta hacia el género negro y se centra en esos pequeños robos, o cuando Julia, que acaba liderando la banda después de sufrir una brutal paliza a manos de uno de sus compinches, planea el asalto a una especie de furgón blindado para hacerse con las motos que transporta, pésimamente filmado.
Le falta oficio a la directora, recursos cinematográficos, historia (esa relación con la novia (Antonia Buresi) del capo del taller que cumple sentencia de cárcel se queda en escorzo), y remata el film con ese final incendiario y medio fantasioso que rompe con el realismo sucio de la narración. Julie Ledrun recibió el premio a la mejor interpretación en el festival de cine de Sevilla, un galardón justo, y la película un premio menor en el Festival de Cannes.