‘El viaje de shuna’, de Hayao Miyazaki
SERGIO VARGAS.
Que grata noticia poder tener en nuestras manos: “El viaje de Shuna”(salamandra graphic) de Miyazaki traducido al español. Fue publicado por primera vez en Japón en 1983, un libro ilustrado que te mantendrá inquieto durante su lectura y que tiene un encanto especial por la extrañeza de su historia.
La aventura del protagonista transcurre por un reino donde se juntan la belleza y el desamor de una manera muy sutil. La historia tendrá como base un cuento tradicional tibetano donde se entrecruzan imágenes psicotrópicas, como por ejemplo cuando un barco gigantesco hecho de piedra, cuyas plantas están formadas por huesos humanos y también una enorme luna plateada que surca el cielo y que guiará al joven hacia una tierra gobernada por dioses.
Un mundo creado por el legendario animador y director cinematográfico Hayao Miyazaki, que parió obras maestras del calibre de “Mi vecino Totoro” y “El viaje de Chihiro”. Autor que siempre soñó desde muy pequeño con ser un artista del cómic manga y fan acérrimo de la novela occidental, uno de sus títulos preferidos es “El jardín secreto” de Francés Hodgson, de ahí que en la mayoría de sus películas siempre aparezcan hermosos jardines que en muchos casos se marchitan para volver a florecer.
La obra la disfrutarán tanto niños como adultos, ya que contiene misterio, aventuras, economía sostenible a base de unas semillas vivas y hasta un tutoríal de economía en torno a la figura del trueque. Y por supuesto sus fans fliparan porque este viaje contiene condimentos que sentarán las bases en la obra posterior del nipón.
Una mención especial merece una de los personajes Thea dotándole de una voz y un magisterio muy atípico a las chicas de los años 80, ayudará a Shuna(el prota) en su labor de plantar semillas.
En conclusión, el autor se asegura que no sepamos más que su protagonista, pone todo el peso para que los niños de sus cuentos nos vayan contando sus mundos quebrados y como consiguen repararlos. Quizás los dioses de Shuna sean parientes nuestros en un futuro lejano, o quizás formen parte de la historia que los adultos han olvidado. De ahí que Miyazaki no quiera satisfacer a los adultos ni sacarles una sonrisa, se centra en los niños y como regalo crea mundos que solo ellos puedan reconstruir con tan solo un puñado de semillas.