‘Color y significado’, arte, ciencia y simbología

RICARDO MARTÍNEZ.

Color ha sido todo, desde la forma de entender a la forma de traducir o expresarse. Ya sea música, pintura o –casi podría decirse- sentir, la vida real adquiere, por una rara arte de magia, la definición simbológica de un color: un rojo Marte, pasión intensa, dominio; un color azul: perspectiva amable de futuro: Verde como promesa…

Blake, dirigiéndose a Butts, escribe: “Dos visiones perciben mis ojos,/ y la doble visión siempre me acompaña” Y nos aclara Gage, el autor de este monumental libro colorista en el sentido más amplio y culto, “La idea de fondo en estos versos –piénsese en la variopinta personalidad de Blake, en sus imágenes pensamientos; en sus pensamientos como imágenes- es que la percepción del mundo material necesita como complemento la percepción visionaria de un segundo mundo”

En una consideración similar –continúa Gage- a la percepción-valoración del color en este caso,  “Mondrian había utilizado una brillante paleta de inspiración fauvista desde 1908, y en torno a la misma época su participación en el movimiento neo-impresionista le condujo a formular una doctrina sencilla sobre la disposición de los colores puros una al lado del otro (he aquí un criterio de orden) ‘de una manera puntillista o difusa’ A mayor abundamiento, el propio pintor en una nota al pie de un artículo sobre el color escribió que “incluso si se añadiese negro y blanco al amarillo, rojo y azul, éstos continuarían siendo colores primarios. “ Y aquí interviene una catalogación relevante: el valor. “Mondrian utilizó planos de colores primarios de baja saturación que pueden vincularse sin dificultad con la opinión de Ostwald según la cual la armonía cromática debía buscarse principalmente mediante una regulación del valor” ¿Valor como criterio estético, como ontología?

Siempre, más o menos manifiesto, la consideración del color como una forma de expresión pensante, con funciones teóricas, filosóficas de algún modo, de armonía…

Se añaden en el libro interesantísimas imágenes –pinturas, esculturas- como ejemplos que se estudian y comparan hasta llegar a definir una forma de pensar como el ejercicio envolvente significativo de ese arte, la ciencia y la simbología que, como recurso de idea y formación estética –y, por qué no decirlo, ética- encierra en sí la vinculación al color como expresión-exposición; como vinculo del hombre sentiente con su entorno.

Y el libro, a la vez, va mucho más allá por cuanto en él se lleva a cabo un estudio minucioso, riguroso, de todos los significados, materiales y no, del valor del color en el código de significados de la educación, de la comprensión espiritual de la realidad, de la inexcusable armonía.

Se estima que Huysmans se refería a la obra de Turner –todo un tratado casi espiritualizado del color- titulada ‘Paisaje con un río y bahía al fondo’ cuando escribió: “un río luminoso que serpentea bajo los iridiscentes rayos del sol’ Tal vez una alusión representación con ese carácter especulativo-trascendente que (imagen 81) “ilustra el interés de Turner en la oscuridad y la claridad”, basado en el círculo ideado por el entomólogo Moses Harris.

El tema, no obstante, ha de considerarse abierto, pues el propio Gage reconoce haber insistido “en la inestabilidad de las percepciones del color a fin de acallar a la legión de etnógrafos y semiólogos que se han permitido hablar con suficiencia del significado y las preferencias de los colores en diversas culturas, y es que “¿qué segmento de una sociedad dada debe ser tomado en consideración?

Color como manifestación de vida y contenido(s) profundos, interiores: eso sí, eso siempre.

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