‘Los hechizos perdidos’, de Robert MacFarlane y Jackie Morris

Los hechizos perdidos

Robert MacFarlane

Ilustraciones de Jackie Morris

Traducción de Andrés Catalán

Nórdica

Madrid, 2023

240 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

¿Qué parte de la naturaleza queremos ser? Acostumbrados a solo coger trenes con destino, nos cuesta comprender que nadie nos espera en ninguna parte y que podríamos vivir como viven los seres del bosque, que parecen quietos, pero contemplan. La contemplación no es inferior a la acción. De hecho, según Platón es la mejor de forma de vivir, la más grata y la más intensa. Los únicos lugares verdaderos, dijo Melville, son los que no figuran en ningún mapa. La acción nos lleva a ubicaciones señaladas en los mapas, la contemplación a los lugares, a todos los lugares emocionales, a las sensaciones y de las emociones y las sensaciones, a los sentimientos. De eso trata este libro, que componen Robert MacFarlane y Jackie Morris, preciosamente editado por Nórdica. MacFarlane elige a varios de los seres del bosque, pequeños y feéricos, para entonar pequeños cantos que nos lleven a convivir con ellos. Elige un recurso distinto para cada uno de ellos, desde la cacofonía al ensalmo, pero todos unidos por un espíritu común, que tiene que ver con la belleza. Todavía estamos a tiempo de salvarnos, parece decir, si en lugar de encendernos de ira frente a la pantalla nos dedicamos a ver las pequeñas actuaciones que tienen lugar en la naturaleza. El zorro rojo, la polilla, la margarita o los vencejos nos irán acompañando, y les rendiremos cuentas, homenajes, a través de sencillas canciones. La palabra es un medio de comunicación exclusivo de los hombres, pero sabemos que ellos sí atienden a la música con que se les habla.

Estos cantos son, sólo pueden ser, acuarelas. De ahí la elección del ilustrador, que lleva a cabo un trabajo técnicamente envidiable y estéticamente encantador. Se trata de la compañía perfecta para unos textos que termina, siempre, con algo que podría apuntar hacia una lección, pero que se trata de sencillas muestras de cariño, de posibilidad es de aprendizaje. Lo que nos hace este libro, en esencia, es parecido a la compañía de los hitos que nos indican cómo caminar por la montaña: pero no se trata de caminar, sino de observar, de estar atentos. Y todos sabemos la relación que existe entre estar atento y sentirse vivo.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *