Lolita Flores debuta en el Español con una «Poncia» trágica, escrita y dirigida por Luis Luque
Horacio Otheguy Riveira.
En la concepción escénica de Luis Luque prevalece un estilo de exquisita elegancia, de cuidadosa estructura de arte que combina simbolismo con otras corrientes propias de nuestro tiempo. Por eso, seguramente Mónica Boromello creó una escenografía a base de telones transparentes, cortinaje denso cuando conviene, tules volátiles cuando se fomentan aires de libertad. Y Luis Miguel Cobo se ocupó de una ambientación musical minimalista muy sugerente…
Rabia y angustia refinadas, gestos contenidos, tragedia con espacio para cierto grado de paz, creación de un perfil más amargo que el que fue creado para la misma actriz en una recordada Fedra, rodeada de intérpretes jóvenes y veteranos que la aupaban; aquí está sola en un ámbito muy austero, árido, en breves ratos interpretando también a Bernarda, pero en ningún momento la asiste el humor de la criada que envejece junto a Bernarda Alba entre hijas endiabladas a base de reprimidas, y un suicidio que exige un «¡Silencio!» que en esta versión Poncia no está dispuesta a dar, por el contrario habla y habla y habla al aire y a la Adela que se entregó a Pepe el Romano y se mató cuando todo estaba perdido, y en la noche de estreno la actriz, tan sola sobre el noble tablado del Teatro Español, lloró, agradecida, mientras seguramente su madre Lola Flores también agradecía poder verla en un papel que aquella hubiera interpretado de maravilla. Diálogo de vivos y muertos en un palpitante universo lorquiano en versión muy libre.
Un homenaje a Lorca, a las criadas que en el mundo han sido y son, a las esclavas que aspiran a liberarse con uñas y dientes. Le queda a Lolita el gran esfuerzo de abordar un texto denso, sin escapismo humorístico (como a ella le va, y al personaje siempre le ha ido, interpretado con gracejo chispeante por todas las actrices que lo asumieron, y desde luego pide el texto). El autor-director no quiere risas, sino que reclama dolor y una poética (que enlaza con otros textos de García Lorca, como una parte conmovedora del poema Gacela de la muerte oscura (1)), y mucha fuerza trágica que, como quería Buero Vallejo: «… nace para darnos luz a los que seguimos adelante».
Siendo Miguel Narros director del Teatro Español de Madrid encargó un nuevo montaje de La casa de Bernarda Alba al director José Carlos Plaza. Este propuso a Lola Flores para el personaje de La Poncia. Lamentablemente, por motivos de agenda, Lola no pudo hacer el montaje y se lamentaba de ello en el programa La clave de TVE.
Al saber esta anécdota, me llegó la idea de leer la obra de nuevo y descubrir si podía rescatar el personaje y hacer una creación escénica a partir de él. Vi el increíble material dramático que encerraba Poncia y seguidamente llamé a Lolita Flores para proponerle que hiciera este personaje y que imaginara conmigo lo que ocurrió en esa casa después de la muerte de Adela.
Luis Luque. Autor y director.
Un monólogo bien encuadrado en el elegante universo de su director, el mismo que, de la mano de otros autores, recreó, entre otras obras, en Fedra, Las criadas, Edipo. A través de las llamas, Celebración. En esta ocasión bebe de escenas de la obra original, e inventa otras con las que la actriz se abre camino, dolida y final, en busca de un viento liberador…
(1) Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo,
pero que todos sepan que no he muerto
que hay un establo de oro en mis labios…
Texto y dirección Luis Luque
A partir de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca
CON
Lolita Flores
Diseño de espacio escénico Mónica Boromello
Diseño de iluminación Paco Ariza
Diseño de vestuario Almudena Rodríguez
Composición música original Luis Miguel Cobo
Ayudante de dirección Álvaro Lizarrondo
Residente de ayudantía de dirección Teatro Español Mariana Kmaid Levy
Una producción de Pentación y Teatro Español
TEATRO ESPAÑOL. HASTA EL 3 DE DICIEMBRE 2023.