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«The Architect: El futuro ya está aquí

Por Gerardo Gonzalo.

Filmin ha estrenado la miniserie noruega de cuatro episodios y una duración de apenas 80 minutos, The Architect (Arkitekten, 2023) de Kerren Lumer Klabbers. Una extraña ficción, que nos cuenta una historia que se desarrolla en un futuro no muy lejano, protagonizada por una joven arquitecta, en el contexto del problema del acceso a la vivienda como tema de fondo. Una serie que ya de inicio, podríamos catalogar como fuera de lo normal y peculiar desde diversos puntos de vista.

En primer lugar, la trama. Una joven arquitecta, solitaria, minusvalorada, que ejerce de becaria y que tiene que vivir, junto a muchas otras personas, en un garaje (donde cada uno ocupa una plaza) porque es casi imposible adquirir una vivienda normal, por pequeña que sea, en su ciudad, Oslo.

Por otro lado, la ficción se encuadra en un futuro casi inmediato, muy próximo, (en algunos aspectos ya presente) que acentúa un poco más la deshumanización y empatizar con algunos problemas sociales que sufrimos hoy y cuyo desarrollo podría acercarse a lo que aquí se cuenta.

En lo que al ámbito más artístico se refiere, habría que destacar el minimalismo de una puesta en escena gélida, que encuadra y se engarza perfectamente, como un elemento más de este futuro desolado, que la serie pretende mostrar.

Por último, su tono. La miniserie transita por varios ámbitos y géneros, desde una mirada principalmente satírica, pero que también deambula por la crónica social, la solidaridad, la amistad, la soledad, las relaciones de pareja (la relación entre el ex novio de la protagonista y su actual pareja, corre en paralelo con la historia principal de forma soberbia) sin olvidarnos de algunos toques de humor surrealista e incluso de un brevísimo (y alucinante) número musical.

Todo esto es la serie, a cuya singularidad hay que sumar su muy corta duración. En un contexto actual, donde todas las ficciones tienden a extenderse en demasía, ésta opta por la brevedad, los caminos rectos y la simpleza expeditiva de un argumento, que avanza veloz, sin apenas transiciones.

El alma, el peso de esta historia, queda sustentado en la interpretación de la actriz Eili Harboe. Casi omnipresente a lo largo de toda la serie, su economía de gestos, unida a su profunda mirada y la increíble determinación que manifiesta en sus actos (incluso cuando se desmiente a sí misma) no puede tener mejor rostro y presencia que el de esta joven actriz noruega.

Una miniserie que, en su estética, a veces me recuerda a algún remedo del movimiento dogma o incluso al mismo Lars Von Trier, con una calculada espontaneidad y unos movimientos de cámara en mano, que por momentos contrastan con la monotonía y desnudez del paisaje que se nos muestra. Presenta también un sentido del humor casi siempre con un fondo cruel y una crítica social sobre la falta de espacio y el problema de la vivienda en determinadas zonas, que deriva en la deshumanización y la falta de empatía con los que nos rodean.

Una sátira ecléctica, algo surrealista, con un estilo propio, en la que somos capaces de reconocer muchas situaciones que no parecen tan lejanas. Una serie muy interesante, cuyo visionado no os llevará mucho tiempo y que creo que os proporcionará un regusto agridulce por lo que de certero y ácido tiene su discurso, pero a la vez satisfactorio en lo artístico, por su brillantez y originalidad al trasladarlo a imágenes.

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