Del amor y del odio
Nuestro mundo, el mundo real, se muestra como un mundo poblado de unidades bioquímicas que –asombrosamente– tienen consciencia. De estructuras químicas que –aún más asombrosamente– tienen la capacidad de amar… Si el mundo no es un sueño, tiene al menos naturaleza surrealista.
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Bien que, paradójicamente, el surrealismo del amor hace que el hombre se olvide de ese surrealismo que constituye la vida en sí misma.
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El Amor, el impulso más surrealista que pueda existir… Surrealismo puro. Un surrealismo por elevación que el hombre asume como propio. Y es que mientras que el hecho de la materia es surrealismo grosero y sujeto a la pura ley mecánica y biológica, el amor nos salva y nos transporta hacia otra esfera creada por nosotros mismos, y así
más libre. Puedo comprender a los escritores, señaladamente los poetas, refugiados en este surrealismo puro.
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Digan lo que digan, y escriban lo que escriban, yo considero que ha de ser ─es─ una cosa terrible vivir sólo para el amor de otro/a (aparte los hijos, que entran en una esfera distinta). Muy triste y muy pobre, y no vivir además para la amistad, los negocios, la ciencia, la filosofía, el fútbol, la política, el arte…
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El amor se alimenta por la dedicación de otra persona. Al odio le basta la dedicación a sí mismo para alimentarse.
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Se puede amar sin pensar. Sólo se puede odiar lo que se piensa.
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“Todo lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal” (Nietzsche). ¡Anda que lo que se hace por odio…!
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“El miedo es un sentimiento más fuerte que el amor” (Plinio el Joven). El odio supera a ambos.
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El amor tiene la misma eficacia para hacer frente a la vida que la música militar para hacer frente al fuego enemigo en la batalla.
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Respecto del conocimiento, se ha de reconocer que el amor es más radical que el saber. Lo contrario son superestructuras intelectuales místicas.
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Parece increíble, pero los extremos amor-odio son las únicas varas de medir que emplean algunos individuos en la apreciación de los otros.
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“Un hombre educado es el que tiene los amores y los odios justos” (Lin Yutang). Digo yo que será para que los unos no sobresalgan de los otros por mala educación.
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¡Qué fácil es amar al hombre abstracto e incluso a la Humanidad!, ¡qué difícil es amar al hombre concreto!