«Vuelan palomas»: la palabra como arma de condena y liberación
Horacio Otheguy Riveira.
Casi una obra inacabada, Vuelan palomas transita por una serie de cuadros a manera de antología de sórdidas y luminosas pasiones católicas desde el siglo XVI hasta dar con un salto del rey Felipe IV a la guerra civil y el regreso de María Zambrano. Un recorrido con momentos muy logrados, a través de las interpretaciones de tres actores que, en general, son coristas en púlpitos diversos, y una serie de personajes femeninos más desarrollados a cargo de Lidia Otón que gestos y tonalidades se ofrecen con su maestría habitual, y, como sus compañeros, atiende su cuerpo con precisión coreográfica (dirigidos todos por la «Maestra de cuerpo» Mar Navarro).
Hay siempre una armonía audiovisual y un generoso dominio del lenguaje, con dos momentos muy cuidados para los acentos: el peruano en un personaje masculino, y el mexicano para Sor Juana Inés de la Cruz y su coro masculino. Hay en escena un concierto paralelo que se funde con la acción dramática de lo que podría entenderse como un recital, a cargo de Alberto Granados que se ocupa del espacio sonoro y de la música con sintetizadores de brillante ejecución.
Sin duda, un ambicioso (y novedoso, teatralmente) planteamiento de este «Arte de sermones para tiempos inciertos», envuelto en un vago palomar con su símbolo de libertad y fe en el universo, divino universo impuesto a sangre y fuego como si la sangre derramada en Jesús de Nazareth tuviera que continuar en cualquiera que discuta lo sagrado de los conceptos, tanto católicos, calvinistas o luteranos…
Un material cautivador que se desarrolla demasiado brevemente, y pierde interés en el tramo final, hasta donde se llega de una manera aparentemente ordenada (por cuadros titulados al modo brechtiano) pero deshilvanada de fondo. Muy interesante el efecto visual para ver y escuchar a Felipe IV en su derrota ante Flandes, y personal «por mis muchos pecados», que —sin venir a cuento— pasa velozmente a los sermones republicanos y franquistas de 1936-1939. Un carrusel frustrante que cierra definitivamente con Lidia Otón encarnando a María Zambrano en brevísimo monólogo clamando por lo imposible: la concertación, la capacidad de respetar a los contrarios… como un terrible mal español que hoy se perpetúa verbalmente y a través de muchos cauces, en algunos casos con amenazas de agresividad física, tambores de guerra.
Interesante más como propuesta que como espectáculo acabado, a pesar de la profundidad de la que son capaces todos los integrantes del equipo. Queda muy dañada la totalidad por una ligereza muy grande en el texto, cuya riqueza en origen corre precipitadamente para lanzarse a un final a todo gas, como si en verdad todos se vieran obligados a huir de la Santa Inquisición, muy presente en diversas secuencias.
VUELAN PALOMAS
Arte de sermones para tiempos inciertos
A partir de sermones del siglo XVI
Reparto (por orden alfabético)
Clemente García, Alberto Granados, Roberto Mori, Lidia Otón, Marcos Toro
Idea y dirección José Luis Gómez
Texto José Luis Gómez y Javier Huerta Calvo
Escenografía Elisa Sanz
Iluminación Raúl Alonso
Vestuario Deborah Macías
Composición musical y espacio sonoro Alberto Granados
Mar Navarro Maestra de cuerpo Mar Navarro
Jorge Vila Videoescena Jorge Vila
Ayudante de dirección Álvaro Nogales
Ayudante de producción José Luis Sendarrubias
Coproducción Compañía Nacional de Teatro Clásico y Teatro de La Abadía
TEATRO DE LA COMEDIA. DEL 12 AL 22 DE OCTUBRE 2023
TEATRO DE LA ABADÍA. DEL 26 DE OCTUBRE AL 12 DE NOVIEMBRE 2023