‘Los inicios de la filosofía en Grecia’, de María Michela Sassi

RICARDO MARTÍNEZ.

Dado que se aborda aquí –o pretende abordar- el período iniciático de la filosofía en Grecia, la precisión en el tiempo nos lleva, inevitablemente, a los Presocráticos  (siglo VI a.C, por cierto, un período histórico muy fecundo si tomamos en consideración que englobarían en otras latitudes, a Confucio o al budismo) Esto es, lo que equivale al afianzamiento de la filosofía como materia especulativa y de conocimiento referido a Grecia nos llevaría más allá de Tales o Parménides para acercarnos a Sócrates o Epicuro como luminarias que habrían de guiar el saber, la curiosidad en su más noble significado, de lo que han sido los verdaderos fundamentos de la filosofía en la cultura occidental.

A modo de exposición introductoria, advierte, así,  oportunamente, la autora: “En primer lugar, cualquier trabajo de reconstrucción del pensamiento presocrático no puede excluir los datos derivados de la tradición indirecta. De hecho, contamos con excelentes herramientas (las de la crítica filológica) para comprender, a través del filtro de las distintas estratificaciones de las distintas teorías y de la producción de anécdotas, la información que, pese a todo, es posible inferir de los testimonios antiguos, incluso cuando son marcadamente personales, como ocurre con Platón y Aristóteles. De hecho esta información puede ser de gran utilidad a la hora de entender los ipsissima verba (las exactas palabras, digamos) de los presocráticos, que, además, solo se han conservado de manera muy fragmentaria y que no siempre pueden reconstruirse con certeza.

Y continua, como ‘previa didáctica’ necesaria: “En segundo lugar he de puntualizar mi afirmación (aceptación del esquema aristotélico) según el cual la filosofía comienza como estudio de la naturaleza, con la búsqueda del arché que inaugura Thales y continúan los demás pensadores jonios (…) Escribo influenciada por cierto pre-juicio hacia la naturaleza de la filosofía, pero también es verdad que todo proceso hermenéutico está condicionado por una comprensión previa, como lo está también la postura de los especialistas que rechazan a priori la posibilidad de analizar las reflexiones de los presocráticos bajo la óptica de la filosofía posterior (…) Y aclara: “así que prefiero hablar de una pluralidad de comienzos de la filosofía en Grecia sin soslayar el nacimiento, en otros ámbitos y momentos de la sabiduría presocrática, de un discurso sobre el alma o de una formulación de principios de reflexión cuyo significado filosófico sea equiparable al del estudio de la naturaleza”

En relación con su cita acerca del valor de la hermenéutica, como referente primigenio cita la tesis de “el factor determinante del nacimiento del pensamiento crítico” (Goody y Watt, antropólogos), quienes se basaban en la observación. Y precisa: “en las sociedades ágrafas la organización de la tradición cultural tiene carácter ‘homeostático’: la memoria oral funciona de tal manera que los elementos socialmente relevantes se van almacenando poco a poco a la vez que el resto se va olvidando en un proceso de reactualización constante del patrimonio cultural colectivo, lo que produce una impresión de inmutabilidad”

Luego, avanzando en su detenido análisis histórico, cita a Homero para exponer que “el juego de imágenes que presenta la oposición entre limitado e ilimitado o indelimitado pone de relieve cómo la realidad psíquica se resiste a una explicación de carácter espacial, esto es, en términos de situación en el cuerpo y de interacción con los órganos, como vemos en Homero. En efecto –y esto me parece relevante que se destaque, “en la poesía griega arcaica hay algunos elementos  que encierran una visión del alma comparable a la de Heráclito”.

Y aquí retomaríamos de nuevo su apreciación teórica de esa pluralidad de comienzos, de las distintas valoraciones que el hombre pensante ha ido urdiendo más o menos sistemáticamente para construir un legado teórico, reflexivo, que nos ha traído hasta hoy por el camino del desarrollo crítico como aprendizaje, como comprensión de la múltiple realidad que conforma la propia realidad real del hombre; esto es, la función de la filosofía en su naturaleza originaria.

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