De ¨la llorona” a los “santos inocentes”: México y Madrid despiden a lo grande la gira de Alba Reche

Texto: Mariano Velasco / Fotos: Silvia Peydró @fhotopey

Más que una previa de un concierto de fin de gira, que también, las siguientes líneas pretenden ser, ante todo, un artículo de agradecimiento. De agradecimiento a una artista por todo lo que me hace sentir. Poco más se le puede pedir a una artista que eso, que te haga sentir. Hablo de la cantante Alba Reche, quien con tres magníficos trabajos de estudio de por medio, echa ahora alegremente el cierre a la emocionante gira de su último EP “Honestamente triste” con la brillantez que merece, con dos actuaciones en México (20 de octubre, Guadalajara, Cuerda Cultura; 22 de octubre, Ciudad de México, Indie Rocks) y el broche final en Madrid (28 de octubre, Teatro Barceló).

“Rechismo” llaman a esa montaña rusa de emociones que se te pasea por dentro cada vez que suena la música de Alba Reche, un sentimiento que anda ahorita desbocado, de México a Madrid, en este fin del “Honestamente triste tour”, que de triste no ha tenido más que eso, que se termina, y que pocos rechistas vamos a poder olvidar.

Si digo “vamos” es porque me considero rechista de los pies a la cabeza. Me da igual que ella sea de la generación de mis hijas, o lo que es lo mismo, que yo sea de la de sus padres. Se puede ser mayorcito y rechista, no pasa nada, porque a mí su música me ha quitado no sé cuántos años de encima de golpe y porrazo. Un soplo de aire freso que se levantó cuando escuché por primera vez aquella versión de “La Llorona” que todavía hace que México solloce por ella y la espere con los brazos abiertos. Y bastaron no más que aquellos quince segundos finales de su interpretación del “She used to be mine” de Sara Bareilles – la belleza hecha canción en un fugaz instante – para confirmar lo que se nos venía encima.

La de Alba Reche es una voz que emociona con sorprendente facilidad cuando canta, ¡qué nos van a contar de eso a los rechistas! Pero es también una voz con un discurso coherente, firme, valiente y honesto fuera del escenario, cualidad que, vale, no es obligatoria para triunfar en esto de la música, pero sí muy valorable y muy de agradecer en una artista de su talla. He tenido la inmensa suerte de entrevistarla en dos ocasiones y puedo asegurar que no me ha dejado indiferente. A ver, no puedo presumir de conocerla, pero cerca de dos horas de conversación dan para hacerse una idea de muchas cosas: su amabilidad, la generosidad en sus respuestas, sus convicciones, su asertividad, su permanente sonrisa… son detalles que dicen mucho de una personalidad. Con ella he aprendido de feminismo, de la necesidad de implicarse en la defensa de derechos, como los del colectivo LGTBI, de firmes valores, de honestidad, de sinceridad…, pero también de ganas de comerse el mundo y de exprimir cada segundo porque “la vida es muy corta pa verla pasar”, como bien dice una de sus mejores canciones que tantas y tantas veces habré tarareado durante este último año.

Pero lejos de juzgarla ahora como persona, que no me atrevo, sí que lo hago por su música, que presumo de conocer bien. Y, sobre todo, por cómo es Alba Reche encima de un escenario. Ella insiste en que es artista sobre todo de directo (“que antes de contratarte fuesen a ver un concierto tuyo en vez de meterse en tu spotify”, me expresó como deseo en una entrevista). Y viéndola cantar y lo que hace en directo con temas como “Pido tregua”, “Como si no importara”, “Todo mal”, “La Posada” o el más reciente, su colaboración con Ginebras, “Santos inocentes” (que ya ha anunciado que estarán en su concierto de Madrid, así que ojito con cómo las miras, que te sacan los dientes), uno no duda de que hay que ir a sus conciertos, donde se la ve disfrutar sobre el escenario tanto o más que su público. Alba Reche te hace cantar, bailar, reír, llorar y lo que a ella le salga de donde le tenga que salir. No cabe ninguna duda: ahí arriba ella es la puta ama.

Alba no llega al corazón solo con su voz. Lo sabe hacer, y muy bien, con los versos que escribe. Por algo le gusta definirse como cantautora. Ella no te da la murga con que… mira que confié en ti y cómo me la jugaste, sino que recurre a la ironía y al señorío para soltarte que “la culpa es mía que no quise darme cuenta de que no sabes querer”. La Reche no te dice… joder, tía, te largaste y me dejaste sola, sino que su voz te conmueve cantándote, como solo ella sabe hacerlo, “tus manos me soltaron con la fuerza de quien quiere dejar de formar parte de mi”, una de las frases más bonitas y más desgarradoras que uno ha oído cantar en mucho tiempo.

Como bien presagia un bello verso de “El Desarme”, “rebotan tus palabras en mi mente como si pudiera verte desaparecer”, la ausencia o sentimiento de pérdida es uno de los temas más recurrentes en las letras de Alba Reche, muy presente en su obra ya desde aquel “vuelvo a retorcerme en tu lado de la cama” de “Quimera” que tanto recuerda a ese otro “huelo tu lugar en la cama, tu calor que aún queda y al mismo tiempo amarga”, verso de uno de los grandes referentes literarios de Alba Reche, como es la poeta uruguaya Idea Vilariño.

Y además del tema de la ausencia… “siempre supe que es mejor cuando hay que hablar de dos empezar por uno mismo” canta Shakira en “Inevitable”, una de las canciones que mejor versiona Alba y que ha incorporado al repertorio de su “Honestamente Triste Tour”. A lo que íbamos, que además de lo de la ausencia, otra de las cosas que mejor sabe hacer Alba es eso, hablar de una misma. Con el grito de “si fuera sincera…” arranca sus conciertos, y bien se puede decir que lo ha sido desde que echo aquella tierna mirada a su infancia en “Niña” (“y que todo el daño que te hicieron pudiera remediarlo”). Y lo sigue siendo en “Esa también fui yo (quiero acordarme)”, con el conmovedor “me forzaron a querer dentro de una habitación”. Que en este caso puede parecer una frase sencilla y que, si se le buscan las cosquillas, casi casi te hace preguntarte… pero Alba, si a lo único a lo no se nos puede forzar es a eso, a querer…, para luego darte cuenta y caer en que en semejante paradoja reside precisamente la tremenda fuerza de su lamento. Un proceso, el de una confesión tan íntima, del que Alba no disfrutó nada pero que sí le hizo estar en paz consigo misma, me contó.

Todo ello le da a sus composiciones ese cierto aire de melancolía que la caracteriza, de lo que también hay mucho en la obra poética de la mencionada Vilariño. Aunque me da a mí la sensación de que en los textos de Alba, no sé, a diferencia del mayor pesimismo de la uruguaya, hay más de búsqueda de autoafirmación y de superación (“no tengo tiempo de sentir lo que fui una vez”) que de definitiva tristeza.

Llevaba mucho tiempo mereciéndolo y se lo estaban pidiendo a gritos, lo de llevar su gira a LATAM, algo que va a aumentar sin duda el bien ganado cariño que el rechismo siempre le demuestra allá donde vaya. Alba me confesó sentados una tarde en una cafetería de Madrid que le gustaba el tipo de fama que había logrado, porque su público era muy respetuoso y porque todavía podía sentarse a tomar algo tranquila en cualquier sitio, como hizo aquella tarde conmigo. Yo, que le deseo todo lo mejor y que estoy convencido de que va a llegar muy arriba, porque cree en lo que hace y – qué coño – porque es escandalosamente buena, también le quiero desear que ojalá conserve este tipo “discreto” de fama. Más que nada para poder volver a disfrutar tranquilamente, en cualquier cafetería y frente a una cerveza, de su amable conversación. Porque de su música, eso seguro que sí, voy a seguir disfrutando toda la vida.

Alba Reche.  Fin de gira Honestamente Triste Tour

20 de octubre, Guadalajara (México), Cuerda Cultura
22 de octubre, Ciudad de México (México) Indie Rocks
28 de octubre, Madrid (España) Teatro Barceló