‘Canción de despedida’, no mires atrás
ÁLEX GUIMERÁ.
En la tumba de John Peel, el icónico locutor de radio y crítico musical inglés, reza el siguiente epitafio: “Teenage dreams so hard to beat”. La cita proviene de una canción del grupo irlandés The Undertones y alude a la dificultad de superar esos sueños que marcaron nuestra adolescencia. Esos anhelos en los que nos perdíamos en clase, mientras mirábamos por la ventana o garabateábamos en nuestros libros de texto.
“Canción de despedida”, la primera novela de la escritora Elisenda Hernández Janés de Barcelona, ganadora de la última edición del premio Felipe Trigo de novela, se construye alrededor de estos anhelos. En torno a los retos de enfrentarse a esa madurez que llegó de golpe y nos descubrió iguales pero más fatigados y cínicos; a la necesidad de pasar página mientras nos reconciliamos con esos sueños que se quedaron por el camino.
Íntimas desde niñas, Isa Gloria y Lucía se despidieron de sus juventudes con una ausencia: la de Marga, la cuarta en su grupo de amigas, desaparecida sin dar explicaciones de un día para el otro. Ha pasado una década desde entonces, ahora tienen treinta y cinco años. La vida las ha llevado a cada una por su lado. Una se ha casado, la otra ha visto mundo, la tercera ha sido madre. Pero de vez en cuando se preguntan todavía qué pasó. Sobre todo Gloria que, abrumada por una situación familiar complicada, busca evadirse mirando hacia atrás, a esos tiempos de música en los que todo era menos complicado. Decide contratar los servicios de un profesional que ponga luz al misterio de Marga. El detective les da una ubicación: Santa Cruz de Tenerife, donde las tres amigas se dirigirán en busca de respuestas.
Esta es una canción coral. Tres voces claramente distintas que nos permiten conocer a las protagonistas desde dentro. Sus rutinas, preocupaciones y perspectivas sobre el mundo. Sus momentos de luz y también sus sombras. A lo largo de sus páginas saldrán a la superficie realidades escondidas bajo la alfombra: maltrato psicológico, abusos, trastornos alimentarios, bullying. Heridas del pasado que todavía duelen. Secretos inofensivos y secretos inconfesables. Al mismo tiempo que se revelan sus personalidades, también descubrimos el papel que cada una desempeña en el contexto de su amistad. Roles y dinámicas que el lector reconocerá en su propio entorno. Pequeños matices que dan credibilidad a una amistad que huye de tópicos e idealizaciones. Porque la amistad de estas tres protagonistas es sólida y valiosa, pero no está exenta de grietas y pequeños resentimientos.
Como toda buena canción, “Canción de despedida” sigue resonando en la cabeza incluso después de haber terminado. Es una melodía que divierte y emociona. Un concierto del que se sale entre melancólico y alegre, despeinado, sin voz, anhelando un bis.