Emilia Pardo Bazán y su fascinación por la criminología

PILAR M. MANZANARES.

Marisol Donis, con afán de arqueóloga, ha ido quitando el polvo acumulado en miles de legajos y periódicos antiguos, hasta haber leído y recopilado la vasta producción periodística de doña Emilia y, de entre toda ella, ha entresacado, organizado y dado luz con sus explicaciones a sus crónicas y artículos de opinión sobre algunos de los crímenes más populares, llamativos y terribles de su tiempo. Pero no se trata solo de recopilar el suceso, sino de poner luz sobre su punto de vista, sus opiniones, tan brillantes, tan certeras, tan rabiosamente actuales.

Así pues leer lo que doña Emilia opina sobre lo que ella llamaba «mujericidios» no nos puede dejar indiferentes. Es aterrador, y escandaloso, y estremecedor comprobar que, mucho más de un siglo después, seguimos prácticamente en las mismas, un problema, un mal, una endemia, que nos sigue atenazando hoy más que nunca, ahora que algunos la pretenden negar.

Opinaba la escritora que los crímenes son la gran base de un estudio social. Cuando Pardo Bazán se interesaba por un crimen lo analizaba exhaustivamente, estudiaba la psicología de los personajes y a veces escribía una novela corta inspirada en el suceso. En enero de 1901, Emilia anunciaba que la criminalidad en España no disminuía. Aseguraba la escritora que en España había malhechores criminales, pero buena parte de los crímenes los cometía la gente de bien, personas excelentes a veces, pero impulsivas, faltas de cultura y de la instrucción más elemental, sin respeto a la ley, con falsas nociones del punto de honra, salvajes sin malignidad.

El crimen de Fuencarral, el de Villaverde, el de la calle San Andrés, el del Pinar de Pinacote, el de la calle Pozas, el de la mujer martirizada, la secuestrada de Poitiers, el proceso Humbert o el atentado contra Alfonso XIII en Madrid, son solo algunos de los muchos casos que se explican en el libro, siempre mostrando las opiniones y artículos escritos por Pardo Bazán sobre el caso. Cualquier suceso extraño que ocurriera, sobre todo en A Coruña, Emilia Pardo Bazán lo analizaba de forma concienzuda.

También se recogen en la obra opiniones de otros escritores de la época sobre Emilia Pardo Bazán. Como Miguel Unamuno que escribía que no ella inventaba personajes, ni caracteres, situaciones o escenas; veía, miraba, oía, espiaba y luego lo llevaba a sus ficciones. O Leopoldo Alas Clarín siempre tan crítico con Doña Emilia.

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