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Entrevista a Isabel Rezmo por «Enero»

Por Jesús Cárdenas.

Articulista, formadora, gestora cultural, colaboradora de prensa y radio y, especialmente, poeta. Desde su Úbeda natal Isabel Rezmo parece que lleva toda la vida escribiendo poesía y sobre la creación poética. Cuestión de compromiso con ella misma y con la sociedad. La cultura requiere trabajo, e Isabel responde con creces. La fuerza, el dolor, la resistencia, el amor, el goce, la muerte son algunas de las vértebras de sus poemas. La poesía es afirmación de la vida hasta su centro. Una vida transitoria que rompe y termina difuminando a las personas que nos importan. El lenguaje poético funciona como refugio, bálsamo, es respuesta al testimonio, al desahogo, a la conciencia herida. Hablamos con Isabel del auténtico valor de las cosas, de lenguaje y de poesía con motivo de la publicación de su sexto libro de poemas, Enero (Editorial Nuevos Ekkos).

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Se ha alojado un poema de Enero en “Fonoteca española”, es desgarrador y fulminante a la vez. ¿Cómo surgió tu más reciente libro de poemas?

            Enero es una invitación a entender algo tan simple como la muerte. No solo la muerte física, sino también la interior. Porque morimos a diario por un sinfín de cosas y circunstancias. En Enero de 2021 murió mi madre. Este libro significó sobre todo entender todo el duelo, que conlleva la pérdida, y la reflexión sobre lo que nos acontece, sobre lo que esperamos, y también cómo dentro de nuestra vulnerabilidad (esa que escondemos porque la sociedad nos obliga a no mostrar nuestra debilidad) es posible y vital resurgir y seguir caminando. La ausencia de mi madre que me dio todo lo que soy y lo que siento, supuso una ruptura con muchas de las cosas que creía y de las que he ido meditando a partir de ese momento.

¿Cuánto amor cabe en una elegía?

Decía San Bernardo de Claraval que “La medida del amor es amar sin medida”. El amor es algo infinito, universal, se derrama en la palabra, se vuelca en el verso, y se llena en sí mismo hacia nosotros, hacia los demás hacia los animales, la naturaleza, etc.

El amor es la fragilidad, la desesperación de la pérdida, el tormento, la belleza, embriagador, y la elegía es la expresión máxima de todo ese significado: un gozo para bien o mal. Si eso es el amor, el poema tiene que ser eso también. Algo tan profundo, humano y visceral. Me estoy acordando de Miguel Hernández, Catulo, Ovidio, Jorge Manrique, Juan Boscán, Garcilaso, Rilke, y muchísimos más que volcaban en sus poemas la definición de algo que parece tan usado, tan recurrente, pero es que aun creo, que no hemos comprendido su significado, y el poeta es el que puede servir de instrumento para evocar todas sus vertientes.

¿Los lectores podrán hallar, pese a todo, en estos poemas la esperanza del devenir? ¿Acaso, una forma de conciencia para estar preparado?

Sí. Creo firmemente, que la muerte nos lleva a la luz. A la reconversión, a un nuevo amanecer. Hay poemas en el libro, como “Renacimiento”, que habla precisamente de eso: todos necesitamos ahondar en nuestros demonios para poder resurgir con más fuerza. Somos carne, piedra, silencio, vacío. Y eso es lo que nos permite ver un horizonte. Tenemos que sufrir, tenemos que dejar que la vida y sus circunstancias vengan a nosotros. Este mundo está aferrándose a un positivismo enfermo: todo es guay, todo es efímero, todo es cuestión de segundos. Es necesario escuchar nuestras emociones, tienen que fluir, para sanar. Y como digo en el epílogo de este libro, no queremos escuchar, no queremos que nos duela, (evidentemente que no podemos ni debemos anclarnos en el sufrimiento). Más que servir como una forma de conciencia, hay que formar la conciencia en el fracaso, en el dolor y entender la muerte, para tener esperanza. La muerte es mucho más que dejar de respirar y nuestra sociedad está creando cadáveres y zombis en movimiento, aunque la esperanza está en quienes ayudan a encontrar senderos que unan conciencias y corazones.

La poesía tiene mucho que ver en esto, si no también estaría muerta.

Se dice que la resistencia es inútil, no somos titanes que combaten el tiempo, ¿es el vivir un drama, y la muerte, decepción, dolor, u otra cosa?, ¿ en qué parte/s te has concentrado en estos poemas, y de cuáles has preferido huir?

La vida es un compendio de drama y comedia. Y la muerte es dolor, fracaso, impotencia, decepción pero también liberación. Hay que comprender y tener presente siempre esa doble ambivalencia. La mayor parte de nuestra vida nos enfrentamos a circunstancias adversas. Y sin embargo nos enseñan desde pequeños que nuestra meta es “ser felices”. Pero, ¿qué es ser feliz? Tener hijos, una pareja, un trabajo… A lo mejor mi meta es tener una casa con cinco perros como a veces me dice mi hija la menor; o viajar o vivir en una caravana.

La felicidad no es una meta, no existe; me parece más importante los momentos felices que puedo pasar con mis hijas, mi marido, mis perros; un paseo por el campo; un recital de poesía, la lectura de un libro o llorar con mis hijas cuando se desahogan por algún motivo; esos segundos que te permiten respirar y coger impulso. El drama te puede enseñar a valorar lo que has perdido o lo que puedes ganar y a conocer lo que eres capaz de hacer.

He vivido la muerte de cerca desde muy joven, con circunstancias muy adversas por temas familiares y por eso veo todo desde una óptica constructiva. Vivir siempre será el impulso para ir hacia adelante, para conocerme, para lamer mis heridas y para liberar mis emociones. Pero tienes que sentir el miedo, el fracaso, el dolor, la muerte. Pero como he dicho en la anterior pregunta, no le otorguemos al sufrimiento más de cinco minutos. Conócete, valórate, medita, y ponte en camino.

Así configuré Enero. Básicamente dejé que fluyera el sentimiento y la introspección en cada poema. Quería saber que significaba cada palabra, cada emoción y qué certezas dejaba en mi piel. Me quedé desnuda. Sentarte y decir esta soy yo, y aquí estoy. En la poesía no se puede huir, tanto en la lectura como a la hora de enfrentarte al poema. La vida se recrea en el poema, y vibra en él, en lo bueno y en lo malo.

Yo comencé a escribir Enero sin saber que se iba a convertir en libro. Fue un vómito de sangre. Visceral, autentico y automático. En principio fue una forma de desahogarme ante la muerte de ella. Cuando a los pocos meses volví a leer cada poema, sentí la necesidad de convertirlo en libro para poder dar forma a un hecho, la propia muerte, a raíz de todo lo que había ocurrido con la pandemia.

La vida se paró afuera. Pero en cada casa, en cada familia, la vida siguió entre cuatro paredes. Qué situación tan extraña de ver la vida paralizada en el exterior, pero dentro de una casa, dentro de nuestra alma, de nuestra conciencia, ese parón no existe. El ser humano es pura subjetividad. Da igual el país donde residas, da igual tu cultura, tu lengua; donde estés o con quien estés. Todos tenemos algo en común, que nos hace cercanos unos de otros.

Es una alegría saber de esta editorial, Nuevos Ekkos, cuéntanos el porqué de esta elección, qué te ofrecían.

Estaba escribiendo Enero, y en abril una amiga poeta madrileña Asunción Caballero, me llamó por teléfono para hablarme de la editorial y que quería que formara parte del elenco de poetas que consideraba que podía estar en la editorial, dentro de la colección La Palabra Inquieta.

Asunción me conoce desde hace muchos años. Conoce mi poesía y sabe cómo pienso y trabajo. Fue una alegría enorme que apostara por mí.

Nuevos Ekkos es una editorial que está incluyendo muy buenos poetas como Carmen Castejón Cabeceira, Rocio Biedma, Antonio Capilla, o Montserrat Rayo Olmo. Poetas con un cierto recorrido, muchos de ellos ya hemos coincidido en algunos eventos y me siento muy honrada de formar parte. Acepté de inmediato. Es una editorial pequeña, que lleva pocos años, pero muy selectiva, con gente interesante que animo a conocer. Es estupendo que surjan nuevos formatos, que ayuden a la poesía y a los poetas y que nos den facilidades para publicar.

¿Qué opinión te merece la poesía que no es realista? Se habla de que el género poético debe contener otro mundo, ¿lo contiene para Isabel Rezmo?

            La poesía se nutre de nuestra realidad. Vivir y sentir van de la mano. Otra cosa es la manera en la que lo expresamos, que puede gustar más o menos. O el estímulo o la situación que lo provoca. O que nos dirija  a un sentimiento o a otro, a una pregunta a otra (también creo como María Zambrano que la poesía y filosofía van de la mano). Yo creo que la palabra encierra multitud de realidades, que nosotros jugamos con el lector a que sea él el catalizador de ese mundo onírico, y subjetivo que encierra el poema.

Lo más maravilloso es la capacidad de interpretación que se logra en cada verso. Es el lector en realidad, quien crea ese mundo aparte que le pertenece y es suyo. La metáfora es la contemplación más hermosa y más profunda, que nace de lo más cercano a nosotros: nuestra vida, nuestra realidad. De una flor, de un color, de un recuerdo, etc.

En este caso, Enero habla de la muerte de un ser cercano en una línea temporal concreta. Podemos hacer muchísimos poemas sobre la muerte. Pero tener la muerte objetiva de un familiar y escribir en esa situación de duelo, es bestial y te aseguro única. Jamás he escrito un poema sobre la muerte en otras circunstancias tan desgarradoras, tan desmedidas como en ese tiempo y creo que no lograré de nuevo llegar a la intensidad, los conceptos, a las certezas que me produjo. Por lo tanto, vivamos, y que la poesía nazca de esas vivencias y enseñe diferentes dimensiones, mundos o como cada uno lo llame. Esa es la grandeza de vivir en la poesía.

¿Cuánto de importante es el uso del lenguaje y la musicalidad de las palabras en tus poemas?

Muchísimo. Un poema tiene que respirar por sí mismo, si no tiene ritmo, armonía es un poema muerto. Busco siempre jugar con la palabra. Buscar nuevas interpretaciones. Si no se queda frío, inconcluso, vacío diría yo.

Para mí es importante la lectura diaria, para saber usar el lenguaje y buscar siempre el ritmo y la musicalidad, o la melodía interna. El que se dice poeta, y escribe debe formarse, y para usar el lenguaje tiene que leer y descubrir otros poetas, otras vertientes y de ahí trabajar su yo poético.

¿De qué aspectos (lectura, música, contemplación, meditación) se nutre Isabel Rezmo sus poemas?

La lectura es algo imprescindible. En la mesa de mi ordenador siempre hay un libro abierto, y en el ordenador tengo un programa de libros electrónicos y en pdf donde todos los días selecciono o leo poemas de diferentes libros. A veces me acompaño de la música. Hay dos compositores que siempre me han aportado una gran riqueza en mi ánimo y relajación para escribir: Mozart y Vivaldi.

La contemplación es imprescindible para escribir. La necesito. Soy una enamorada de la mística, enriquece mi espiritualidad y gracias a ella me he conocido mejor a mí misma. De hecho, mi poemario Tempo ( Ed. Nazarí , 2018) se escribió durante mi estancia en un monasterio cisterciense en Córdoba. La poesía está unida a la contemplación, a la mirada del alma, el encuentro dentro de nosotros. Es el tránsito que diría San Juan de la Cruz.

¿Qué supone Enero dentro de la trayectoria poética de Isabel?

Una nueva mirada. Una mayor madurez, un mejor y mayor conocimiento. Enero me ha hecho cambiar cosas, sentir otras y también cerrar un camino, e intentar ser más seria y consecuente a la hora de afrontar el texto poético. Quiero disfrutar de mis publicaciones, no correr tanto como antes. No sé si es porque al ser más joven tenemos la energía que se nos va en nuestras acciones, queremos acaparar y hacer muchas cosas. Ahora hay más calma. Sobre todo pienso qué puedo ofrecer a los lectores y qué pueden esperar de mí. Y siento que Enero copa esas expectativas y esa es la dirección que quiero seguir.

            Se dice que los libros de poemas bien escritos no venden, o venden sólo los poetas mediáticos. ¿Qué piensas a propósito de la polémica “poesía escrita para muchedumbres versus poesía escrita para minorías”?

La poesía no es una minoría, otra cosa es que esté en manos de esa minoría. Que esté ahogada por los que tienen el control y lo comercial. Qué esté ahogada por los que se dicen ser poetas; una palabra que va más allá de escribir un poema o recitar.

Cuanto más mediático más vendes, eso es así y hay que asumirlo. Cuantos más contactos, cuanto más espacios tengas para moverte tendrás más oportunidades para que te vean y te promocionen. Y muchas veces eso se aleja del buen escritor, del buen poeta o del verdadero. Hay mucha gente que escribe, pero poetas pocos. Se vende poco y se escribe mucho, demasiado, a veces de mala calidad porque todos pueden acceder a publicar un libro, y el mercado está saturado.

Pero considero que tenemos que ser serios y olvidarnos de estos términos, porque perdemos nuestro objetivo: es servir a la poesía no servirnos de ella. Creo que ese es el problema. No escribimos para mayorías, ni minorías, solo sentimos la necesidad de comunicarnos, de trasmitir, de preguntarnos, de amar o vivir a través de ella.

Reflexionas y realizas análisis de autores. Colaboras en prensa y radio seguramente de un modo altruista, ¿acaso es un compromiso ético?

Todo es altruista, no cobro nada ni me llevo comisión. A veces me mandan libros, para reseñar, otras veces si leo algo que me gusta edito un video, o lo subimos a la radio. Hago artículos sobre literatura, historia, opinión o sobre política, y realizo entrevistas. Me han llamado para participar en la radio, y todo lo que gano es aprendizaje. El primero que me dio una oportunidad fue el poeta Antonio Tello en el suplemento cultural argentino El Corredor Mediterráneo, que ahí aprendí a realizar o desarrollar artículos de opinión y política. En Proverso aprendí a trabajar en equipo, a saber seleccionar qué textos podrían ser de interés general, por ejemplo me ocupo de la sección de pintura (otra de mis pasiones). Y así en tantas cosas como he trabajado en estos años. También guardo un gran recuerdo con Sergio Escribano que en su web: lapoesía.es subía mis primeras reseñas, poemas y otros artículos.

No quería anclarme solo en la publicación, sino abarcar todo lo relacionado con la cultura y la literatura, y me lo he pasado genial en estos años y he conocido a grandes amigos. Eso tiene un valor incalculable. Hace muchos años Isabel Rezmo no pensaba que a través de la poesía su vida se iba a llenar tanto de pequeñas cosas. Para mí, todo esto es un compromiso ético y humano. Y un compromiso con la sociedad.

¿Cómo ves el panorama lector para tantísimos libros de poemas? ¿Pervivirá la poesía ante los lectores fantasma?

Demasiadas personas que escriben, muy pocos poetas. Pero la poesía no puede morir, porque como decía Lorca la poesía está en todas partes, solo es cuestión de salir a su encuentro y descubrirla. Y ahí sigue, mientras haya algo, un matiz, un segundo, un instante, un crujido que nos remueva dentro, estará esperándonos. Ser poeta es una bendición, no es ni una actitud, ni una pose, ni escribir miles de libros o venderlos. Es una actitud frente a la vida, frente a la sociedad y un compromiso con nosotros mismos. Y por eso siempre estará presente.

Por último, ¿qué importancia tienen la intuición y la sugerencia en Enero, y en comparación con anteriores trabajos? ¿Podrías dejarnos una muestra de tres poemas de tu último libro?

He sentido con Enero que rompía una línea de trabajo que antes no tenía. No hay nada premeditado, ni orden, ni ascendencia. Enero condensa la intensidad de un solo momento. La respiración de cada instante. Una especie de resonancia variable, única, especial. Cada poema es una voz diferente, y más que sugerencia es una evocación. Y como toda evocación, los signos están presentes mucho antes de saberse. Con gusto, os dejo estos tres poemas.

Gracias por la entrevista, querido Jesús, espero que te haya resultado interesante. Felicito a Culturamas y a ti, por la labor que está realizando para difundir libros recientes.

COMENZÓ ESTE CAPÍTULO…

Si una empieza un poema, a veces lo convierte en
[algo soporífero.
A veces se queda en la acera, inerte, a veces en
[el dormitorio.
A veces se queda helado, cuando el amor muere.
A veces es un misterio.

Y evito pronunciar tu nombre descaradamente.
Evito mirar las macetas del patio tratando de dibujar
[siquiera,
tus brazos con la tierra.
¡Pobre ingenua!
Si una empieza a recordarte, entonces está perdida.

 

POESÍA

Algo que recorre tus dedos,
acaricia las yemas.

Produce fiebre.
Produce hambre.

Algo que aprieta la garganta
como una lava,
se extiende hasta la boca.

Y puedo gracias a ella,
maquillar mi fuente,
pegarme a los extremos
de todas las curvas.

Antes que lleguen las rebajas.

 

SALES DE BAÑO

Todo es consecuencia.
La causa es la torpeza.
La guerra del latido y del hambre anestesiada
por el efímero contraste de la luna.
El nervio se queda sin ojal,
sin movimiento acuoso que indique el comienzo.
Pero sí, es el final de la propia avenida,
quedando inundada
por miles de espejismos en la sombra.

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