El poderoso influjo del deseo en La discreta enamorada, de Lope de Vega y Lluís Homar
Horacio Otheguy Riveira.
“Sabido es que la mocedad gusta y la vejez enfada cuando no repele”. Lope de Vega dixit, en tiempos posteriores a la escritura de esta comedia de enredo en cuyo centro se encuentran un capitán entrado en años y una joven encantadora. Hacia ella va el impulso del hombre que se sabe viejo pero se cree formidable en todos los aspectos y respeta la convención social proponiendo matrimonio con buena dote y gran defensor del honor. Acompaña sus muy medidos movimientos con almibarado empaque tan frondoso que una actriz le susurra como apuntadora, no vaya a despeñarse en versos descontrolados.
Ante la niña de sus ojos el deseo le arrebata, la respiración se le desboca, los labios despliegan florituras tan compuestas que a punto de reírsele en la cara esta la bella chica que aspira al arrebujo de un muchacho que aún ha de seducir, y cuya madre la hostiga para enseñorearla de atributos virtuosos que le impidan caer en manos de fogosos jóvenes, los mismos por los que, secretamente, ansía ella misma ser seducida.
Síntesis de una trama expuesta con lujo de detalles de teatro en el teatro, vibrante atemporalidad que empieza en clave de discoteca a la que invitan a Lluís Homar (en el patio de butacas) a incorporarse bajo música, canciones y bailes… Luego se integrará como uno más dentro del amplio reparto en el que incluyen a personal técnico del Teatro de La Comedia con su ropa de trabajo y sus maneras de colaboración plenamente integrada en esta juerga juvenil que Homar, capitán fiero que permite al actor -director observar cuanto sucede, deleitándose con el oleaje rumoroso de esos cuerpos a los que querría pertenecer, ser uno más, conformándose con el placer que devendrá cuando case con su Felisa… ingenuo ignorante de que eso no sucederá jamás, aunque su afán de participar de alguna fiesta carnal no se quedará al margen. Por el contrario, a punto de besar la lona, de tirar la toalla en gran decepción, una sorpresa devendrá como consuelo lopista: ese autor genial, magnífico en el arte de forjar comedias —mientras elabora tragedias de enorme valía—.
Una nueva Joven Compañía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico distribuye papeles de una manera muy fluida en el objetivo general de esta dinámica puesta en escena, a menudo al borde del desastre en la mezcla de estilos, así que unos serán protagonistas o valiosos secundarios, alternando función a función.
Admirable resulta la armonía del conjunto con especial reconocimiento a la doble labor de Lluís Homar en un papel hilarante, y responsable de la puesta en escena. A su lado, Montse Díez, extraordinaria como la madre de la muchacha (1) y la propia joven Felisa interpretada por Cristina Marín-Miró con gran sentido del humor y envolvente sensualidad, confirmando el nerviosismo provocado en el viejo militar cada vez que se acerca a los desnudos muslos que el insólito vestuario le permite exhibir. Vestuario, por otra parte, que abunda en simbolismos y guiños variopintos, tan traviesas sus hechuras como toda la concepción del espectáculo.
Decae la ambiciosa propuesta cuando resulta excesiva la combinación del clásico con la parranda juvenil de bailes y canciones, por innecesaria insistencia en una teatralidad exterior que llega a maltratar la espléndida dramaturgia de una obra creada en torno a 1606 en un Madrid muy teatral, abierto y desprejuiciado.
[…] BELISA: Ya podéis hablarme.
CAPITÁN: El ser vecino, que en efecto
me obliga a reparar en vuestra casa,
de su virtud me ha dado buen concepto.
Veo tarde y mañana cuanto pasa.
Tras esto sé de coro su nobleza,
como suele informarse quien se casa;
y como la virtud y la belleza
sean despertadores del sentido,
aunque duerme la edad con más pereza,
yo me he animado a daros un marido
Mucho los viejos una casa amparan;
los mozos son polilla de la hacienda,
que unos a andar comienzan y otros paran.
Mi edad no es bien que vuestra virtud ofenda;
que estoy muy ágil, fuerte, como y duermo,
y sé a un caballo gobernar la rienda.
Yo pienso que en mi vida he estado enfermo;
sólo mano enemiga me ha sangrado,
y un desafío público en Palermo.
Ese hijuelo que tengo es bien criado,
mañana le darán una bandera,
y un hábito le tengo negociado.
No dará pesadumbre.
FENISA (¡A Dios plugiera que ya estuviera en casa!) […]
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(1) En la rica trayectoria de Montse Díez, viene bien recordar su emocionante creación del último gran amor de Lope de Vega en una obra de Santiago Miralles, con Gerardo Malla: Entre Marta y Lope.
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LA DISCRETA ENAMORADA
De Lope de Vega
Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico
Reparto (en orden alfabético)
Íñigo Arricibita Capitán Bernardo / Hernando / Doristeo/ Coro / Guitarra / Piano / Voz
Xavi Caudevilla Hernando / Doristeo / Liseo / Coro / Trombón / Guitarra / Voz
Montse Díez Belisa
Cristina García Gerarda / Fabio / Coro / Guitarra / Voz
Ania Hernández Fenisa / Doristeo / Coro / Piano / Voz
Nora Hernández Fenisa / Fulminato / Coro / Piano / Voz
Antonio Hernández Fimia Lucindo / Finardo / Fulminato / Coro
Lluís Homar Capitán Bernardo
Pascual Laborda Hernando / Liseo / Coro / Guitarra /Percusión / Voz
Cristina Marín-Miró Fenisa / Fulminato / Coro / Piano
Felipe Muñoz Lucindo / Finardo / Fulminato /
Cajón Drum Pad
Miriam Queba Gerarda / Fabio / Coro / Voz
María Rasco Gerarda / Finardo / Fabio / Coro / Voz
Marc Servera Lucindo / Liseo / Coro / Guitarra / Voz
Lluís Homar interpretará el personaje de Capitán Bernardo hasta
el domingo 1 de octubre.
Los técnicos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que
aparecen en escena en este montaje son:
Pedro Acosta Ureña, Juan José Blázquez Ramos,
Ignacio Cobos Santamaría, Gema Collado López, Noelia Cortés Plata,
Inmaculada García Cascales, Juan Manuel García González,
Juan Fco. Guerrero Espada, Alfonso Jiménez Ganso,
F. Javier Juaranz Pérez, Rosa Rubio Mazano,
Francisco M. Pozón Hernández, José M. Romero Jurado,
Rosa María Sánchez Adamuz y Carlos Somolinos Arroyo.