Operación Napoleón, de Óskar Thór Axelsson
JOSÉ LUIS MUÑOZ
Que la islandesa poco a poco se va convirtiendo en una cinematografía pujante es un hecho incontrovertible desde hace ya bastantes años. De caballos y hombres, El hombre del norte, Ártico, Corazón gigante, Lamb, la premiada en San Sebastián Sparrow y la muy reciente e hipnótica Godland son ejemplos, por la abundancia de géneros tocados, de la versatilidad de esa cinematografía nórdica a caballo entre Europa y América.
El género negro y el thriller también tienen cabida en ese territorio hermoso y telúrico jalonado por volcanes, géiseres y glaciares. En uno de sus más espectaculares glaciares, precisamente, que se empieza a derretir por el cambio climático, unos excursionistas descubren por casualidad un antiguo avión alemán de la Segunda Guerra Mundial que se estrelló en sus postrimerías en ese territorio gélido y emerge a la superficie por el deshielo. En su interior, además de los cadáveres congelados de militares alemanes, unos importantes documentos que iban a ser enviados a Estados Unidos y que, de haber llegado a tiempo, quizá habrían cambiado el curso de la guerra o el destino final de algunos de sus protagonistas. Una abogada que es buscada por la policía por un asesinato que no cometió se ve forzada a involucrarse en el asunto para salvar la vida de su hermano secuestrado.
El director Óskar Thór Axelsson adapta un thriller de Arnaldur Indridason, el más internacional de los novelistas de género negro de Islandia, para construir una película que se beneficia de los espectaculares paisajes árticos de la isla, recogidos a vista de dron, y del buen hacer de algunos de sus actores, especialmente la muy atractiva Vivian Olafsdottir, que interpreta a la heroína Kristin, y el británico Iain Glen (Juego de tronos, El reino de los cielos, Lara Croft), el perverso agente de la CIA que a toda costa quiere que el secreto del avión siniestrado permanezca oculto y no repara en medios para ello. La actriz de color Adesuwa Oni se manifiesta en el film como una odiosa y despiadada torturadora, el imponente actor estadounidense de origen islandés Ólafur Dari Ólafsson encarna a un personaje clave en la trama, un cazador con excelente puntería, y Wofan Wilke Möhning encarna al inquietante sicario Simon, un asesino despiadado y muy eficaz que protagoniza algunas de las mejores escenas del film.
Operación Napoleón cumple con los requisitos de las películas de acción: persecuciones espectaculares (aquí las motos de nieve sustituyen a los coches), dosis de violencia adecuada y ritmo frenético de imágenes. Cuesta tragar una trama algo distópica y no convence la trascendencia de esos documentos secretos de la Alemania nazi que transporta el avión, y, sobre todo, no es verosímil que esos agentes de la CIA, un verdadero ejército, desplegados en territorio islandés actúen sin cortapisas en un país soberano, licencia del guion e imagino que de la novela original, un problema común a los filmes de acción que el director no consigue opacar con una realización rutinaria y desarrollando una trama que no depara sorpresas.