‘Cuando leer es delito’, una distopía sobre el control cultural y el futuro del libro en papel

EVA FRAILE (REINA LECTORA).

Las distopías son uno de los géneros más atractivos para el lector. Plantean un universo alternativo donde todo es disparatado a partir de un hecho que para nosotros es cotidiano, y por eso logran sorprendernos tanto. El mundo que Daniel Carazo (Madrid, 1972) se ha imaginado ha prohibido leer en papel porque es más fácil que el Gobierno controle lo que leemos (y, por tanto, lo que pensamos) si solo consumimos libros digitales. Cuando leer es delito, que así se llama esta obra, se suma a la larga y variada trayectoria literaria de este escritor madrileño.

Decir que Daniel Carazo es un autor prolífico es quedarse cortos. Y no solo porque estamos hablando de un hombre que es autor de ocho libros, sino por la variedad de estilos que ha tocado en su carrera literaria. Hay que destacar, para empezar, que su profesión es la de veterinario, ámbito al que, por cierto, también ha dedicado alguno de sus libros, y sorprende que alguien que ejerce la medicina muestre ese gusto por dejar volar la imaginación en thrillers, relatos cargados de nostalgia y ternura y una distopía llamada Cuando leer es delito, que es su último trabajo. Sobre su amor por la escritura, Carazo tiene claro que se debe a dos factores fundamentales: «El primero fue que a la gente más próxima a mí, a quienes les imprimí algunos libros, les gustó lo que escribí y me fueron pidiendo que se lo mandara también a gente cada vez menos cercana, con la dificultad que eso tenía de tener que encargarme de imprimir más ejemplares. Y el segundo fueron dos consejos: primero el de una compañera veterinaria que me convenció de que a la gente que confiaba en mí la salud de su peludo seguro que le haría ilusión leer algo de “su veterinario”; y segundo, el empuje de otro compañero veterinario que me explicó lo fácil que sería para mí publicar en Amazon y poder así compartir los libros con gente de fuera de mi círculo de confort. Estos dos consejos me llevaron, de forma totalmente autodidacta, a publicar estos dos libros en Amazon».

De toda su creación literaria, llaman la atención dos cosas: su gusto por el thriller, ya que la mayoría de sus libros lo son, y los libros dedicados a su pasión por los animales, en los que cambia de registro y nos sorprende con un tono mucho más entrañable y no exento de humor, incluso cuando habla de su Lola, su añorada perrita, a la que le dedicó la que, en sus propias palabras, ha sido su historia más difícil de escribir. «En la novela de Lola, memorias de una perra me vacié —asegura Carazo—. Hay muchos sentimientos puestos en ella y recuerdo muchas tardes de terminar la jornada de escritura y costarme bastante volver a la realidad. En esta obra, Lola habla de su vida, pero es que su vida fue mi familia: mi abuelo, mis padres, mi mujer, yo mismo y mi hija María. Trasladar al papel todo lo que yo pienso que sintió Lola y cómo pudo interpretar lo que sentíamos nosotros por ella fue un verdadero ejercicio de sinceridad conmigo mismo. Es en la única novela que igualmente que me reído escribiendo, también he llorado con algunos recuerdos. Y todavía cuando hablo de este libro, se me estremece la piel».

Sobre su registro predilecto, el thriller, hay que destacar su último trabajo, Cuando leer es delito, una distopía futurista sobre una sociedad controlada a través de lo que lee y del formato en que lo hace. Y es que en el mundo creado por Daniel Carazo, está prohibido leer en papel, porque no es un soporte que se preste a la manipulación tan fácilmente como lo hace el digital. Esta premisa, atractiva de entrada, llama la atención cuando uno se acerca un poco a la persona de su autor y descubre que es un acérrimo defensor del libro en papel. «La idea original fue la defensa de los libros en papel —explica Carazo—, y el relanzarlos sobre el auge de lo digital. Yo creo que con la edad me voy haciendo más tradicional y defensor de las cosas manuales, las que se pueden palpar y se quedan contigo para siempre. En el mundo digital, todo es etéreo: lo produces, lo consumes y lo archivas en un sitio donde es muy difícil que vuelvas a verlo. Un libro en papel sin embargo se queda en la estantería, y si yo rebuscaba entre los de mi padre, ¿cómo lo van a hacer los niños de hoy en día si todo queda digitalizado y bajo contraseñas de seguridad? A partir de ahí, le fui sumando tramas, personajes que quería implicar y, cómo no, mi guiño personal al mundo veterinario».

Cuando leer es delito es una distopía muy interesante, y muy original en su planteamiento. Una lectura en la que merece la pena adentrarse y que viene a agrandar esa aura que tienen este tipo de historias que tanto llaman la atención de los lectores. El porqué sigue siendo un enigma, aunque Daniel Carazo tiene clara su teoría: «Quizá porque nos da miedo que se hagan realidad. Hay algo en ellas que nos atrae, sobre todo si la distopía la vemos posible y cercana. Nos gusta ese ejercicio de imaginación mezclado con la incertidumbre de que se haga realidad y pensemos qué haríamos nosotros en ese mundo hoy distópico».

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