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«Químicamente puro», de Andrés García Cerdán

LA VOZ HONDA DE ANDRÉS GARCÍA CERDÁN

Por Pedro García Cueto.

El profesor Andrés García Cerdán, poeta acreditado con numerosos premios ha ganado el segundo premio internacional de poesía Francisco Brines con su libro Químicamente puro. El libro es una confesión, un encuentro con la palabra, que se convierte no en un acto de pensamiento, sino en una luz que es llama poderosa. Andrés García Cerdán conjuga el lenguaje para que cobre altura y encuentra en poetas, filósofos, la verdad del mundo.

En este libro, el poeta afina su lenguaje y lo convierte en transparencia, como en el poema “A favor de los milagros”:

Yo debería hablaros de la nieve,
pero la nieve
solo es una palabra
que se deshiela en una página
y luego, si es auténtica,
se convierte en arroyo
y cae por los márgenes más blancos.

El poeta sabe que la nieve es esa página blanca donde vamos deshaciendo el lenguaje o creándolo, pero también es, más allá, la Naturaleza entera donde se vierte el poema, obra consumada, como un universo de luz.

Andrés García Cerdán, como todo amanuense, descifra las palabras para que alcancen su verdadero sentido, que sean vidrieras por donde se filtra la luz en las ventanas umbrías de la noche. Y la herencia, porque en el recuerdo el poeta se reconoce, sabe que es arcilla de un tiempo anterior, semilla de otros que lo han hecho crecer, sus antecesores, así dice en “Desnudo”: “Mi cuerpo duerme en la memoria / de todas las salivas / que fueron esculpiéndolo”.

Y el poema al padre, que acariciaba la simiente de la tierra, que es el tallo donde aún crece su memoria, así dice en el poema “Mi padre”: “Nunca más nadie, nunca, / sabrá herir los sembrados como él los hería. / Ya nadie sacará / del pozo el agua como él”.

Y el padre que muere, pero que resucita en la memoria, que amaba la naturaleza y que hizo del hijo la llama que nutre el tiempo. Aún respira el poeta amanuense esa herencia hecha de barro y de ternura.

Como conclusión, en Químicamente puro donde conviven Rilke, Heráclito, Baudelaire y tantos otros, me gusta quedarme con el poema «Inconsciencia», que quizá sea entonces la contemplación pura, ya lejos de toda cultura, ensimismado con el mundo, con su florecer, con ese crecimiento de los pinos, de las aves, de los animales, de las hojas: “En las plantas adoro / la plenitud / y, aún más, la inconsciencia / con que responden a los días claros”.

El poeta sabe que el mundo está bien hecho, como diría Guillén, que la palabra exacta que buscaba Juan Ramón está en la nieve de la página (recordando los Pasos en la nieve de Jaime Siles), que todo es leve, pero también hondo, cuando se recuerda al ser querido.

Libro luminoso, que ha sido premiado, por su certidumbre ante la vida, nacida de ese amor por lo que nos rodea, hecho de palabras y de tierra, de barro y de recuerdos. Andrés García Cerdán encuentra la palabra exacta y le canta al mundo su verdad, la que ha ido tejiendo con la mirada, la que ha ido creando con su poesía. Digno heredero de un Brines que sigue vivo en nosotros, porque nunca morirá, quien dejó el verso como simiente y nos iluminó en tiempos oscuros.

QUÍMICAMENTE PURO

ANDRÉS GARCÍA CERDÁN

PRE-TEXTOS, 2022

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