Álgebra básica
Para la segunda reescritura de una novela larguísima que tengo entre manos, he decidido ampliar las fuentes de referencia. Una de ellas (y quizá motivo de que salga a la palestra tanto en esta sección) la componen los textos de J.R.R. Tolkien.
El primer domingo tras mudarme a Madrid bajé al rastro y encontré una joya: una segunda edición de una antología vieja publicada por Minotauro, con las cubiertas ajadas. Contenía tres cuentos de Tolkien: Egidio, el granjero de Ham, Hoja de Niggle y El herrero de Wotton Mayor. Así que ayer (el ayer real, palpable, no el día previo a esta publicación) lo abrí con sumo cuidado y comencé a leer el hermoso prólogo de J.C. Santoyo y J.M. Santamaría. Hacerlo despertó en mí un pensamiento recurrente: ¿qué hubiera sido del mundo contemporáneo si el autor hubiera fallecido en las sórdidas trincheras de la I Guerra Mundial, o un desastre mayor que el acaecido hubiera puesto término a su vida o la de sus hijos en la II?
Quizá, entre vosotros, lectores y lectoras, haya quien diga que mala suerte. A fin de cuentas, solo es un escritor. Pero su influencia es tan alta en la cultura popular que ha sido capaz de modificar las vidas de muchísima gente. Yo mismo guardo hermosos recuerdos de mi niñez temprana relacionados con El señor de los anillos y con mi padre.
Y como Tolkien, otros tantos genios, no solo de cualquier categoría artística. Abramos el círculo. Ciencia, política… De todas las ramas, algunas más frágiles que otras, que conforman el intrincado árbol social.
«¿Qué hubiera pasado si…?».
«¿Qué hubiera sido de…?».
Es un juego harto peligroso. Como nos decía un profesor en la facultad, es mejor no lanzar la moneda. Con tantas vueltas es difícil saber cómo (y dónde) va a caer.
Entendiendo la guerra como una inversión tanto armamentística como en recursos, tan diferente de las conquistas territoriales de antaño aunque motivada por los mismos tentáculos impúdicos, quiero despertar conciencia sobre las pérdidas injustificadas de todos esos genios que nunca llegaron a serlo por causa de una desafortunada muerte prematura.
Permitidme dos notas al margen:
En primer lugar, no, no quiero decir que algunas vidas valgan más que otras. Pero al igual que mueren futuros genios, pueden morir futuros asesinos, violadores, y demás calaña. La Parca es una ruleta rusa.
En segundo lugar, tampoco justifico la guerra por lo que es. Arrancar a críos amancebados de los brazos de sus llorosas madres me parece un crimen digno de Nuremberg, con independencia del conflicto.
Ya sabéis: viejos que se conocen y jóvenes que no. Álgebra básica.