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Entre lo macabro y la novela negra: Fear Case de Kindt y Jenkins

Portada de Fear Case (Planeta)

Estoy seguro que muchos de nuestros lectores recuerdan historias sobre un mensaje que recibíamos hace tiempo (o del que nos hablaron) en el que se indicaba que si no hacías algo en un tiempo determinado te pasaría algo grave a ti y a los tuyos. Este tipo de tretas juegan con los elementos más profundos de nuestra psique: la supervivencia y la protección a al clan. Sin ninguna duda, muchas personas hicieron lo que decía aquel mensaje ante la posibilidad de una desgracia no esperada y con la esperanza de que no sucediera.

Matt Kindt empleó esta estrategia en una obra publicada, por Planeta, este mismo año, pero le añadió elementos diferentes y la convirtió en un cómic negro. Fear Case, que así se llama este cómic, vio la luz en la editorial Dark Horse en 2021. La obra comienza como un caso policial típico en el que dos compañeros hablan mientras se dirigen a las oficinas centrales del servicio secreto. Allí comienza a gestarse el elemento de tensión más potente y profundo de la narración. Kindt nos “pregunta”, a través de las páginas de la obra, acerca de lo que haríamos si tuviéramos la capacidad de destruir a la persona que más odiáramos.

El ser humano es profundamente emocional (más -si cabe- en la época actual donde lo psicológico ha adquirido una importancia inusitada fruto del individualismo actual) y conforma sus decisiones en base procesos internos donde el miedo, el rechazo, el amor, la compasión, etc. juegan un papel importante. Esto implica que podría existir la posibilidad de convertirnos en asesinos si tuviéramos la posibilidad. No afirmo que esto sea indefectible, sino que existe tal posibilidad. La cuestión estaría, entonces, (siguiendo al cómic) en el grado de odio ante el otro.

Todo esto nos conduce, como suele suceder, a un problema moral. ¿Qué debo hacer? ¿Qué acción es la correcta y cuál la incorrecta desde una perspectiva ética? Pues bien, la respuesta a estas preguntas será la que sea en función del planteamiento que cada uno de nosotros tengamos. El cómic nos plantea su propia decisión y, por lo tanto, sus consecuencias. Podría haber habido otras, por supuesto. Pero la historia podría haber perdido la intensión y la tensión que nos encontraremos en este vibrante trabajo.

A la narración escrita se le suma el fantástico trabajo de Tyler Jenkins, quien ofrece una narración visual un tanto “sucia” e “inacabada”. Un trabajo donde el lápiz tiene un lugar destacado, aportando seriedad y sobriedad al trabajo. A su vez, Jenkins opta por el uso de trazos oscuros para narrar la historia principal. Las expresiones faciales transmiten las emociones esperadas, aunque también se utiliza la frialdad facial como estructura narrativa. Esto hace que nos sintamos ante una historia de la segunda mitad del XX y recuerda a las películas de entonces.

En tercer lugar, nos encontramos con el trabajo de Hilary Jenkins quien colorea magistralmente la obra. El color también continúa con esta especie de narración visual “incompleta” y le introduce un mayor impacto narrativo gracias al uso del blanco, el cual contrasta con el color oscuro sobremanera. Esta estrategia es sutil y la encontraremos especialmente en los rostros para, como digo, aportar mayor intensidad emocional. Así mismo, el uso del color es elegante y apenas hay estridencias.

En definitiva, estamos ante un trabajo sumamente interesante que nos recuerda que somos seres macabros en lo más profundo. Esto es lo que ha dado forma, de un modo u otro, a la historia de la humanidad. Una historia contada de un modo expresivo y elegante. Un trabajo por el que no pasará el tiempo y que conviene tener en la estantería. Digo esto no tanto por la historia, que es una vuelta de tuerca a elementos conocido, sino por el impresionante trabajo de Tyler y Hilary Jenkins.

Por Juan R. Coca

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