‘Corazones en la Atlántida’, King no solo escribe terror
SANTIAGO GONZÁLEZ TORREJÓN.
Corazones en la Atlántida narra las vivencias de un grupo de amigos desde su pubertad hasta la madurez. Los acontecimientos comienzan en una de las poblaciones que King conoce bien, cerca de su Maine natal.
Como suele ocurrir en las novelas de Stephen King, los personajes son el hilo conductor de la narración, son reales como la vida misma. El conjunto de hechos que los relacionan hacen que en cada momento los acontecimientos cobren vida, desde los años 60 hasta el año 2000.
En Corazones en la Atlántida se entrelazan historias reales de la época con otras fantásticas, de las que llegas a dudar de su certeza gracias a la maestría del autor.
Los hampones con chaquetas amarillas son unos tipos que nadie ha visto a ciencia cierta, pero que andan por ahí como fantasmas para perturbar la paz social, igual que los vampiros. Esto unido a un personaje entrañable – Bobby Garldfield – que sufre los desaires de una madre abandonada por su marido, consigue que percibamos la parte más humana y real de estos extraños acontecimientos.
King siempre nos lleva por caminos creíbles, esos que los adultos construimos peldaño a peldaño. Si nos detuviéramos a observar todo lo que nos rodea con los ojos de un niño no podríamos explicárselo a los adultos, con esa carga de prejuicios, secuelas y problemas que la vida va alojando en nuestras mochilas mentales, incapaces de borrarlas y no transmitirlas a las generaciones venideras.
Luego están otras personas – Ted Brautigan – ajenas a la perniciosa amalgama social, que solo tratan de ser amables, de enseñar, de querer al prójimo sin más recompensa que la satisfacción de llevarlo a cabo.
Esta mezcla entre lo fantástico y lo real hace de las historias de Stephen King potentes transmisores de sentimientos.
Este segundo relato nos lleva al año 1968, los personajes comienzan la vida universitaria con sus dudas y pasiones, esa etapa de la vida donde todo es posible y te enfrentas al futuro como un gran horizonte con miles de caminos. Chicos que comienzan a abandonar los estudios por el vicio de las cartas, con la amenaza de perder la beca y ocupar un puesto en el ejército, que los llevaría de cabeza a la guerra de Vietnam.
King revela los hechos como vívidos, percibes que él forma parte del grupo de universitarios que holgazanean para finalmente dejar la universidad y acudir a la Guerra de Vietnam. Habla de los amores y de la amistad, del odio a la guerra, de las manifestaciones y de cómo se gestó el movimiento por la paz.
¿Qué hacemos en Vietnam? Y Willie el ciego:
Son los relatos que engrosan la última parte de la novela.
Nos adentramos en 1999 con referencias a los excombatientes de la guerra. La exposición de una generación perdida en el absurdo y la incomprensión de los que regresaron de Vietnam, con las secuelas, la enfermedad y la locura.
Destacable la narración de Willie el ciego, excombatiente que se hace pasar por ciego para mendigar y luego repartir la recaudación entre los pobres. Excelente personaje, que aúna la locura y la cordura en una forma absurda de actuar.
“El arrepentimiento es un trabajo a jornada completa (…) con todo no puede decir que viva sumido en un continuo pesar. A veces se ve a sí mismo como el buen ladrón, el que se reunió con Jesucristo en el cielo aquella misma noche. La tarde del viernes está uno desangrándose en el rocoso Gólgota, y la noche de ese mismo día toma un té con bollos en compañía del Rey”.
King nos lleva a los años en la vida de los personajes ya en torno a la cincuentena, los que han sobrevivido y tienen un trabajo; nos conduce a sus recuerdos y sus miedos, a un personaje ficticio perturbador llamado Mama – san: es la aparición de una mujer asesinada por los soldados americanos, que representa el horror de la guerra, el homicidio, la secuela, pero que con el tiempo, también manifiesta el perdón.
Soy bastante enemigo de las etiquetas, y King tiene la de “autor de terror” que sin duda le ha hecho ganar miles de dólares y con la que se alzó a la fama. Pero es un gran escritor de otros muchos libros que no siguen esa tendencia, como éste.
Para todo aquel que quiera ver el lado más humano de Stephen King, le recomiendo Corazones en la Atlántida.