‘Réquiem por un campesino español’, de Ramón J. Sender
FRANCISCO JOSÉ GARCÍA CARBONELL.
Esta es la novela de la culpa por excelencia. Como el propio autor observa sobre su propia obra, se trata de hacer con la misma un esfuerzo por ir desvelando, baja la falaz visión de un narrador que habla de los sentimientos de los demás a través de los suyos propios, y tratando de justificar la irresponsabilidad de una serie de personajes que defienden “los derechos feudales de una tradición ya periclitada en el resto del mundo”, el papel de una Iglesia que se concibe santa, por tanto exenta de toda autocritica sobre las causas de su rechazo entre las personas.
España no puede dejar de ser católica a los ojos de un cura- narrador, el cual ha tomado partido por los hombres de buena Fe, aquellos que dejando obrar en ellos al Espíritu Santo, como diría San Pablo en su Carta a los romanos, aborrecen el pecado. Los mismos que deciden desenvainar las espadas contra “los enemigos de España” y del catolicismo, lo uno y lo otro, ambos, son la misma cosa. De este modo no es de extrañar que tomen a los Reyes Católicos como referentes, pues ellos simbolizan mejor que nadie la unidad patria.
Todo esto contrasta con Paco “el del Molino”, un hombre llevado por un ideal noble, quizás demasiado idealista, y que anda rodeado de una especie de aureola mesiánica, pues es a través de él, y sobre todo a raíz de su trágica muerte, que la culpa empieza a martillear en toda una serie de personajes, incluido este propio sacerdote, y los cuales intentan esconder el haber colaborado, de algún modo, en “el ajusticiamiento” del mismo por los propios “hombres de buena Fe”: es el pecado y no ellos quien ha perdido a Paco, es este quien lo fue pervirtiendo hasta apartarlo del camino del espíritu. El único responsable de que lo delatarán fue, nos quiere hacer tomar como conclusión, el haber dejado paso al error.
El pilar central de esta breve novela lo representa el Réquiem que se hace al año de la muerte de nuestro protagonista. Este es una conmemoración a la par que un ruego por su alma, pero también es el momento en donde esa culpa escondida, aquella que actúa como elemento constitutivo de esa experiencia trágica sobrevenida tras el crimen, aflora sobre la tierra en la que se derramo la sangre del amigo, del hijo, del hermano. Es como si Dios, desde lo alto de los cielos, aquel que puede ver entre los corazones de los hombres, les pidiera cuentas por su comportamiento hipócrita.
El sacerdote, en su intento de justificar los hechos que narra, hace más visible, si cabe, ese afecto culpable que se oculta de una manera vergonzosa, y tomando a Lacan, tras el muro del goce. El ideal político que conlleva la cruzada, el mismo sostén de la Iglesia, los delitos que se cometieron contra esta, deben esconder la vida de un buen hombre al que pidió que se resignara a su asesinato para cumplir con una justicia divina que sobrepasaba todo entendimiento.
En fin, es esta una novela que recomendaría leer en todos los institutos, no solo porque es una de las obras más interesantes de la literatura española del siglo XX, sino porque en ella los jóvenes del hoy puede llegar a alcanzar a comprender las miserias espirituales a las que están siempre sometidas muchas personas del ayer.