‘La dama de niebla’, de José A. Bonilla

JOSÉ LUIS MUÑOZ.

Es José A. Bonilla (Sabadell, 1969) un escritor sumamente versátil que se mueve entre géneros y subgéneros próximos a la fantasía y la ciencia-ficción. Este licenciado en Biología y Bioquímica por la Universidad Autónoma de Barcelona, miembro de la Asociación Española de Fantasía Ciencia-ficción y Terror y de la Plataforma de Adictos a la Escritura, que había publicado las novelas  La inconquistable, Ciudad espejo, El aliento de Brahmma, Once días de octubre (original mixtura de novela histórica, thriller y terror), Reflejos en el ojo de un dios ajeno, Purgatorio y Haiku para un cadáver, nos sorprende con una narración tan canónica como bien armada como es La dama de niebla, con la que obtuvo el premio Black Mountain Bossòst y recoge el testigo de Miguel Izu y su espléndida Retorno a Ballincourt.

Ambienta esta novela el autor de Once días de octubre en la rabiosa actualidad del llamado Procés catalán —Esta vez la tortilla se ha girado. No se esperaba un estallido de similar violencia. Nadie lo esperaba.— cuando se descubre en un contenedor de basura a punto de ser vandalizado por los manifestantes el brazo de una mujer —Los restos de un cadáver siempre tienen algo que decir, haya sido cortado a pedazos o no. Pueden tener una sintaxis más o menos complicada, no lo niego, pero si desciframos su código es posible que obtengamos un mensaje que nos sea de utilidad.—y el grupo de Homicidios de los Mossos d’Esquadra debe resolver la identidad de la víctima, las circunstancias de su muerte y la autoría del crimen mientras las calles de Barcelona arden literalmente.

Los radicales perciben el movimiento. Han escuchado el tercer aviso. También se preparan. Esto no va a quedar así. Ha llegado el momento de hacerse valer. Desde varios lugares de la calle arrastran nuevos contenedores empujándolos con todas sus ganas. Los móviles graban la escena. Las redes se llenan de imágenes imposibles de creer una semana antes.

Consigue dar Bonilla un vuelco a la novela cuando, una vez desvelada la identidad de la víctima, una escritora en ciernes que se estaba documentando para una próxima obra, le descubre al lector su parte más oscura vinculada al sexo de riesgo: Allí la tenían, Gemma Vallespir en su máximo esplendor. En algunas de las imágenes se veía su rostro desencajado gozando del placer y del éxtasis en todas las posiciones posibles; en otras, sus partes más privadas, y las había en las que se encontraba subida ahorcajadas en cuerpos que no eran el de su marido, hombres desconocidos que habían pasado por su vida regalándole otra forma de vivirla, una más… excitante y provocadora.

La dama de niebla no solo está impecablemente construida sino que es absolutamente creíble y está muy bien documentada en todo lo que atañe a los procedimientos policiales. El autor de  Haiku para un cadáver imbrica el desarrollo de este thriller policial con los convulsos acontecimientos sociales que sacudieron la sociedad española e introduce personajes reales en su trama, como vincular al hermano de la fallecida, un reputado político vinculado al soberanismo catalán, con el entonces presidente de la Generalitat: Los murmullos y comentarios se transformaron en una marea creciente cuando Quim Torra se acercó a dar el pésame, primero a la hermana de la fallecida, y después al marido de esta, a quién estrechó la mano y dedicó unas palabras de consuelo.

Hay investigación minuciosa por parte del cuerpo policial catalán, pero también acción, magníficamente plasmada como si se tratara de una secuencia cinematográfica en, por ejemplo, esta persecución en moto: La saeta motorizada se saltó el semáforo con intención de incorporarse a la avenida General Mitre, seis carriles separados por una mediana salpicada de palmeras. No pudo hacerlo. El impacto fue brutal, salvaje. La motocicleta dio varias vueltas de campana sobre sí misma, despidiendo pedazos de metal y plástico en su caótica danza, su piloto volando por los aires como un pelele  inanimado que acabó estrellándose contra el suelo, donde siguió rodando y resbalando una decena de metros más hasta detenerse.

No se deja llevar José A. Bonilla por ese efectismo tan común en algunas novelas de género en su desenlace y en el desentrañamiento del enigma, precisamente porque el autor opta por el realismo y huye de lo alambicado. Es por esa razón por lo que, en mi opinión, sobran explicaciones aclaratorias en sus últimas páginas.

La dama de niebla es una buena novela policial procedimental que supone el exitoso desembarco en el género de este autor.

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