«Una luz tímida»: testimonio teatral de una historia de amor entre dos mujeres de 1959 a 1998
Horacio Otheguy Riveira.
Una profesora de historia y otra de literatura son dos jóvenes que se tratan de usted al volver de vacaciones en 1959. Se caen muy bien, ríen con facilidad, y en manos de una de ellas, cobra vida un episodio de El sueño de una noche de verano, de Shakespeare.
Entre señoritas que se atraen pero no se abrazan ni besan; solo se mueven entre libros y sonrisas, y un manto de ternura que Isabel («una rubia que parece una francesa») ansía convertir en caricias perdurables; algo que a Carmen le aterroriza, víctima de una madre de misa diaria y mucha represión. Dibujados en escena estos perfiles, pronto se decanta una historia de amor que se enfrenta a cuanto puede, con momentos de enjundia considerable, alegrías formidables y derrotas tan complejas como las de los tiempos que les han tocado padecer y disfrutar a lo largo de 39 años.
La historia real que inspiró a la autora es una entre tantas de la demonización autoritaria de los «diferentes» en un alarde de crueldad sin límites que ahora mismo intenta regresar en partidos neofranquistas, odiadores compulsivos de todo concepto progresista de las relaciones humanas. Hay un fenómeno de regreso de valores fascistas en el mundo —materia inflamable para sociólogos— que en esta pieza teatral es capaz de englobar lo cultural con lo religioso y la participación directa de psiquiatras en el uso de procedimientos tan agresivos como los tratamientos con terapia electroconvulsiva. Una misión siniestra para modificar conductas y sentimientos (de hecho, para un célebre psiquiatra de la época, toda mujer de izquierdas era una enferma mental que había que tratar de modo implacable; a su lado, las lesbianas debían correr la misma suerte).
Una luz tímida recorre las diversas etapas por las que pasa la relación con notable dominio de un ritmo escénico que incluye música en vivo y el canto de las actrices de manera poética, cuando expresan lo que sienten pero no se atreven a decir, y luego testimonial en creciente dramatismo cuando ya dicen cuanto pueden, dentro de un encadenado de situaciones sorprendentes, pues uno de los mayores hallazgos de la función radica en escenificar —con excelentes resultados— las delicias del amor pleno atravesado por el acoso familiar para reprimirlo, y la propia solidaridad de las amantes, dispuestas a vivir juntas las peores situaciones.
Àfrica Alonso Bada juega tres papeles de gran responsabilidad: autora del texto, coautora de la música y coprotagonista, en el papel dominante de la joven experimentada que lucha siempre por ser ella misma. A su lado Júlia Jové vuela, sobrevive y cae, ingenua y dulcemente aplastada por las circunstancias. Personajes de gran riqueza, delineados con muchos matices que las actrices-cantantes dan forma plástica muy interesante, bien valorada la prestancia de su vestuario, en cada secuencia al servicio de los estados de ánimo de cada una.
Tímidas, sensuales, encantadoras y conflictivas, Carmen e Isabel encarnan con precisión un proceso dramático que llega del pasado lejano a un presente no menos inquietante, a pesar del gran proceso social en la separación entre reglas sociales de convivencia y la capacidad amorosa de sus hombres y mujeres. En el aspecto técnico, cabe mejorar el sonido. A pesar de utilizar micrófonos inalámbricos no resulta fácil comprender lo que dicen o cantan en determinadas situaciones.
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EXTRACTO DE LA ENTREVISTA REALIZADA A ÀFRICA ALONSO EL 27 DE JUNIO
Se ha publicado recientemente que el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha cerrado la investigación sobre las ‘terapias de conversión’ de la homosexualidad del Obispado de Alcalá de Henares. ¿Cómo pueden convivir estos titulares con historias como la vuestra?
No deberían convivir las dos cosas. Yo creo que recibimos tal bombardeo de información, que cuesta creerlo. A veces los titulares hacen que la violencia pierda realismo, pero es real. Es real que una familia pueda llegar a llevar a una hija a que la traten por homosexualidad, a que la torturen y le hagan daño, que un niño trans pueda seguir sintiéndose un enfermo. Todo esto no lo deberíamos permitir, pero muchas veces estas historias pasan en la sombra. Cuanto más ruido hagas para hablar de ellas y cuanta más música y gritos les pongas, más conscientes seremos y más nos movilizaremos. Es espeluznante, y a la vez le da más sentido a lo que hacemos.
A veces también nos pasa que vivimos en un ambiente tan abierto que piensas que toda la realidad de tu país es así. Y no es así para nada, solo hace falta dar un paso a la derecha para darte cuenta de que no. Por eso, cuanto más lejos llegue esta obra, mejor, porque llega de una forma que otras cosas no te llegan. Nosotres conseguimos que te metas en la habitación con Carmen e Isabel, que quieras que tengan una final feliz; quieres porque te enamoras con ellas y sufres con ellas y esto es un poder que tiene solamente el arte.
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Autora Àfrica Alonso Bada
Dirección Marilia Samper
Composición musical Andrea Puig Doria y Àfrica Alonso Bada
Reparto
Júlia Jové | Carmen
Àfrica Alonso Bada | Isabel
Guitarra Cèlia Varón
Cello Marta Pons | Mireia Pla
Iluminación Víctor Cárdenas | Ramon Ramiro
Sonido Nuño Vázquez
Vestuario Núria Llunell
Asesoramiento de movimiento Nora Baylach y Kevin Antequera
Regiduría Laura Nogueira
Fotografía cartel Marina Roca
Fotografía de escena Laura Abad | @santa_lux
Diseño gráfico Anna Gràcia
Escenografía Cia. Una Llum Tímida
Producción Ejecutiva Àfrica Alonso y Helena Gràcia
Marketing y comunicación Helena Gràcia
Distribución Mediterránea