Progreso imperativo

 

AFORISMOS INÉDITOS DE JOSÉ LUIS TRULLO 

1. Cambiar, la humanidad ha cambiado siempre, y casi siempre a mejor. Progresar, únicamente a partir del siglo XIX. En esencia, pues, el progreso es un concepto decimonónico (con todo lo que conlleva el adjetivo).

2. El Progreso, concepto decimonónico por antonomasia, cree ciegamente que el cambio no es necesario implementarlo, pues (como decidieron Hegel y Marx) se mueve a sí mismo y se impone con toda naturalidad… salvo cuando algo se cruza en su trayectoria. Y ese algo se convierte, de manera también natural, en enemigo (llámese burgués, fascista o cavernícola, según las épocas).

3. El Progreso se percibe en el espejo de sus ideales como el camino, la verdad y la vida… aunque, para no dejar de avanzar, tenga que arrasar con todo lo que se le oponga, o mejor: con cualquiera que no se suba impulsiva, acrítica e irreflexivamente al carro (o a la apisonadora) del Progreso.

4. Para el Progreso, no todos los cambios implican Progreso. Sólo los que se le antojan. Por eso la fecundación in vitro es Progreso y la gestación subrogada, no. La digitalización de la economía es Progreso y la IA, no. La lista es interminable, y crece cada día en aporías.

5. El carácter antojadizo e imprevisible del Progreso puede llevarle a afirmar que es más progresista consumir una lechuga cultivada por métodos tradicionales que otra crecida en un moderno invernadero.

6. ¿Qué es el Progreso? Un monarca absoluto con plenos poderes para determinar sus contenidos en función de los intereses del día. Por eso, ser progresista te obliga a vivir con el corazón en vilo: nunca sabes a qué carta atenerte, porque mañana pueden cambiar las tornas y dejarte fuera del juego.

7. El Progreso es la tradición de la moda del día.

8. Progresar, sólo se progresa desplazándose respecto a un objetivo fijo: pero, dado que el Progreso ya no persigue otra meta que el cambio por sí mismo, resulta imposible evaluar si, al progresar, estamos avanzando, retrocediendo o corriendo como pollo sin cabeza.

9. El Progreso es tan sorpresivo que, llegado el caso, puede abogar perfectamente por “defender los derechos adquiridos”… sin por ello aceptar que se le acuse (¡vade retro!) de “conservador”.

10. Que el Progreso, cuya imperiosidad cambió la faz del mundo de la mano de la “revolución” industrial y el desarrollismo a machamartillo, se apunte ahora al carro de la ecología, el medio ambiente y los modos de producción artesanal, no es ninguna paradoja: es la enésima prueba de que está dispuesto a permitirse a sí mismo lo que le venga en gana. Como los sátrapas.

 

 

 

 

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