El TeatroscopioEscena

Búsquedas, encuentros y poderosos recuerdos en el número 364 de Primer Acto

Horacio Otheguy Riveira.

Este nuevo primer acto, I/2023, llega cargado de un material que agita el corazón del teatrero y del literato, y entre ambos, los lectores de ambos sexos que pueden avanzar y detenerse, subir, bajar, columpiarse, saltar, volar… y volver a empezar.

Como de costumbre, más libro que revista, la puerta principal la abre su editora Ángela Monleón, «Acabo tras horas de lectura la revisión de este número… Y, como cada vez, agradezco la oportunidad de un nuevo viaje. De recorrer las páginas en el orden que yo, que tú mismo decidas. Empecemos, sube. soñemos». La voluntad rigurosa y vitalista que la acompaña termina con un «Gracias navegantes. Buena travesía».

La fusión o el desencuentro entre muerte y vida habita muchas páginas, y lo hace como un torrente de energía desde aquel Teatro de la muerte del genial polaco Tadeusz Kantor hasta la Adela de La casa de Bernarda Alba, rebelde ante el destino marcado por el autor en nueva versión… En el recorrido, muchas y variadas estaciones donde pasar jornadas inolvidables, pues se trata de travesías muy intensas con rescate del delirio de gente de teatro bajo pandemia, texto completo de Mudanzas, de Néstor Villazán, XIII Premio Textos Teatrales Jesús Domínguez —con artículo de Itziar Pascual, miembro del Jurado—; y tras mucho recorrido un homenaje vivamente político al trágico final del reportero José Couso. Y desde luego no hay escape, cualquiera sea el tema que se escoja se han de buscar otros para hacer compañía a las reflexiones y emociones que, a cada paso, proporciona este Cuaderno de Investigación Teatral, primer acto 364, con mucho para leer y releer, mientras Ángela Monleón y sus colaboradores preparan el II del 2023, el Cuaderno 365, seguramente cargado de renovados aplausos reciclados en abrazos.

Y con la participación especial de:

Kantor, Atalaya, Segismundos, Adela, Couso…

«Me gusta la apasionada búsqueda de Kantor en el arte. Me gusta su determinación de concebir, afinar, desentrañar el teatro en el que cree. Que trabaje explorando, protestando, que siga adentrándose y compartiendo su búsqueda hasta el último día» (Ruth Vilar, pág. 32)

En la foto, Tadeusz Kantor actuando y dirigiendo. Fue un hombre de teatro total, creador de happenings, pintor, escenógrafo, escritor, teórico del arte, actor en sus propios montajes y profesor de la Academia de Bellas Artes de Cracovia. Nacido en 1915 en Wielopole Skrzyńskie, en la provincia de Tarnów; Murió en 1990 en Cracovia, a la edad de 75 años. En este número de primer acto  se publican Fragmentos de su obra Teatro de la muerte, traducidos por José Monleón [págs. 33 a 37].

Comprometidos con la utopía. Por Nieves Mateo [Págs. 74-77] «Atalaya. Premio Nacional de Teatro 2008, celebra 40 años de recorrido como compañía estable en Andalucía, con una trayectoria internacional de prestigio. Ha crecido con rigor y desarrollado el interés por la experimentación y el diálogo con la contemporaneidad. De origen árabe, los atalayas significan los centinelas, los guardianes encargados de proteger las ciudades. También encontramos la palabra en hebreo que significa «el que mira», «el que espía…» (continúa una larga entrevista a Ricardo Iniesta).

Fotografías Atalaya teatro: arriba, El avaro, de Molière; abajo: Marat-Sade. Dirección: Ricardo Iniesta.

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Segismundos. Una creación de Antonio Álamo: «… Me dejé inspirar por cuatro citas de Las meditaciones metafísicas de Descartes, cuyo pensamiento corre por la misma vereda que nuestro dramaturgo. Me dejé inspirar por cuatro citas de este para componer cada una de las partes -muy distintas- en las que se estructura la pieza: en la primera, Mi espíritu es un vagabundo que se complace en desorientarme, Sara, una joven ciega, se echa a dormir y, durante esos primeros minutos, persigue la luz en su sueño y la atrapa: Sara ve…»

Ángela Monleón: «Con Segismundos. El arte de ver hemos querido romper la excepcionalidad de creaciones anteriores y hacer un espectáculo ajustado a las condiciones de producción que permitan su continuidad. Riesgo y exigencia a la vez para dar un paso más en la consecución de los objetivos que han animado siempre nuestro teatro».

[Págs.83-124. Con el texto completo de la obra]. Arriba y abajo, fotos de Sergio Parra.

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La voz de Adela. «La primera vez que vi a Pepe el Romano supe que esas manos, que ese cuerpo, que sus labios, que sus suspiros serían míos. Nadie tocaría mi cuerpo antes de que lo hiciera él. Y se lo dije. Se lo dije con la mirada, con mi sonrisa con el ligero movimiento de mi pelo. Fue como si mi cuerpo hubiera aprendido las palabras necesarias». Fulgencio M. Lax.

«Fulgencio M. Lax construye una Adela que lucha para no sucumbir a lo que está establecido como tradición y que va en contra de su libertad». [Sofía Eiroa. Págs. 241-243].

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Mirar y matar. Incluye la obra teatral de Juanma Romero Gárriz: El fuego amigo [Págs. 166-185]

Prólogo de Santiago Alba Rico: «Es difícil de olvidar. Hace veinte años, la madrugada del día 20 de marzo, salí de Bagdad mientras los B-52 ronroneaban amenazadores sobre nuestras cabezas. Nada más llegar a Jordania, todavía aturdidos por la intensa experiencia vivida, nos recibieron en televisión las imágenes obscenas de los primeros bombardeos de la ciudad, `adornada´ desde el aire `como un árbol de Navidad´, según el testimonio de unos de los pilotos estadounidenses. Me sacudió, lo confieso, una incómoda paradoja visual: la imposibilidad de relacionar de ningún modo ese espectáculo de luz y sonido con las primeras muertes que se producían entre los primeros escombros de la ciudad que habíamos recorrido, viva aún, tensa, amigable y banal, en los días anteriores. (…) En la planta quince del Hotel Palestina murió inmediatamente el periodista ucraniano Taras Protsyuk; una más abajo resultó herido el español José Couso, que trabajaba para Telecinco y que estaba grabando con su cámara desde la ventana. Couso sobrevivió apenas unas horas a sus heridas y su muerte nos sacudió particularmente por la premeditación tranquila con que los EEUU, paladines de la libertad de expresión, habían asesinado a quien pretendía disputarles el monopolio del campo visual…»

«Sí. La ira es una ofrenda.

El fuego es nuestro amigo.

La cámara no va a dejar de grabar.

Quince años sin José son quince años esperando.

Pero no perdemos el ánimo.

Porque lo sabemos.

Sabemos que

La ira es una ofrenda.

El fuego es nuestro amigo.

La cámara no va a dejar de grabar».

 

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