‘Diez maneras de amar a Lana del Rey’, de Luis Boullosa
SERGIO VARGAS.
Lana Del Rey es pura estética: un toque kitsch por acá, muy reinona por allá, siempre de bajón y muy nostálgica de la California de los años 50. Desde sus orígenes su música suena igual como en álbumes: Born to Die y Ultraviolence hasta su último Did You Know The…, algo que me parece perfecto ya que su estado de ánimo es una de las cosas que la define.
Ahora nos llega Diez Maneras de Amar a Lana Del Rey(Liburuak) y no me sorprende, su imagen es muy poética y en sus canciones hay mucho verso suelto como :“desgarrando mi maldito camisón/ Silvia Plath las 24 horas del día, los 7 días de la semana”, refiriéndose a ella misma en su álbum Norman Fucking Rockwell de 2019.
De todo ello y sobre todo de lo POP nos habla él periodista musical Luis Boullosa en este libro breve. L.A también estará muy presente como la ciudad que siempre ha deseado la cantante pero en la cual nunca ha encontrado su espacio a lo mejor por nacer en el sur de New York. La prosa del libro te mantiene en alerta y así podremos disfrutar del arte que va dibujando la figura de la protagonista, lo va consiguiendo con la presencia de una Lana, encarnada como una diosa retro capaz de tener una legión de seguidores siendo la antítesis de los artistas que campan a sus anchas en las radio fórmulas de éxitos.
Reconozco que a partir de la lectura de este libro, prestaré más atención a la música de Lana que sale de mis cascos, imaginándome que el fast ferry que me lleva en estos momentos a Tenerife, estuviera a punto de atracar en el Océano Pacífico.
Y es que Lana en sus más de 10 años de cara al público ha demostrado que lee libros seguramente de escritores bohemios como Bukowski y Nabokov y lo plasma en sus canciones, que algunos tildan de basura y eso a lo mejor pudo herir los sentimientos de Boullosa y por ello el resultado es: tan Jim Morrison, tan “L.A woman”, tan poético y tan fanático.
El optimismo de USA cuando exporta el pop y el rock también se recoge aquí y es que los yankis sabían con su marketing que en las clases medias residía el poder de que todo fuera un éxito. Y no olvidarse de la tribu hippie que comparte la filosofía capitalista aunque suene contradictorio. Tanto el pop y el rock se acoplaron para poner fin a las jerarquías musicales y rebelarse frente a las generaciones que lucharon en la segunda Guerra y sobre todo a que el hombre no sufriera como si estuviera en una cárcel aguantada por cerillas y que consideraba la cultura como una forma de evasión.
Al final es el propio mercado quien pone el orden en los gustos de la gente. Y por desgracia seguimos sacando a relucir los ranking de discos más vendidos y creyéndonos lo que dijo un simplón: “que después de Nirvana ya no habría nada interesante en el rock. No se engañen la música urbana y latina no son las nuevas vías de poder de los pobres, al revés son las multinacionales las que se aprovechan de este mensaje para sacar tajada .
Como afirma el autor en una entrevista: “A Lana del Rey se la intenta llevar hacia ese lado. Como a Marilyn Monroe antes. La inocencia. La máquina mitológica asegura que vas a ascender y, después, caer. Pero, la tía, Lana del Rey, dice, me salgo por la tangente y me reformulo”.