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‘El silencio del fraile, convierte a Jumilla en escenario de un trepidante thriller

EVA FRAILE (LA REINA LECTORA).

A menudo hemos tenido que irnos muy lejos para disfrutar de buenas historias. Por ejemplo, si uno quería sumergirse en un thriller, no tenía más remedio que transitar por los barrios más conflictivos de Nueva York, Chicago, San Francisco. Raramente podíamos imaginar que nuestros rincones menos conocidos serían capaces de albergar historias tan atractivas como El silencio del fraile, del escritor jumillano B. S. Pérez.

Un sacerdote aparece crucificado sobre el coro de la iglesia donde oficia misas, en la localidad murciana de Jumilla. Junto a su cuerpo, una nota amenaza con comenzar una carrera de muertes que asolará la tranquila vida de este interesante y poco conocido paraje. Además, el brutal asesinato parece culminar una serie de hechos insólitos ocurridos en Jumilla, como el descubrimiento de un misterioso monolito o la descomposición del cuerpo de un fraile que llevaba dos siglos incorrupto.

Así comienza la trepidante propuesta literaria de B. S. Pérez, seudónimo tras el que se esconde un escritor jumillano que confiesa ser todo un aficionado a la historia y la arqueología, sobre todo las de su tierra, ámbito que le surte de no pocas ideas para sus libros. «El descubrimiento del cipo funerario en Coimbra fue un hito importante en la historia de Jumilla y no podía faltar en esta novela —asegura—. En cuanto a la historia, nunca ha sido una de mis asignaturas favoritas (y tengo que decir, que Lengua y Literatura tampoco… Curioso, pero cierto), sin embargo, hay una modalidad de historia que me encanta: la de mesa camilla. Siempre recordaré esas mañanas en el campo, quemándome los pies en la lumbre al tiempo que observaba el frío y el aire a través de la ventana. Junto a mí, mi padre, mi tío y mi abuelo paterno recordaban tiempos pasados mientras yo escuchaba con atenta admiración. Historias como las que me contaba mi abuela materna, al refugio de la mesa camilla en otro de esos días de invierno en los que no apetece salir del calor del brasero de picón. Aprendía a la par que disfrutaba de una Jumilla décadas atrás».

Pero si hablamos de inspiración como empuje para escribir, ninguna es tan potente en la vida de B. S. Pérez como la que cuenta, a modo de anécdota, que le espetó su pareja hace ya mucho tiempo y que lo llevó a ponerse manos a la obra de manera definitiva aprovechando el confinamiento de 2020: «”O escribes un libro, o esto se acaba aquí”. Tenía esta cariñosa amenaza de mi mujer pendiente de cumplir desde hacía 17 años, así que, a los pocos días de pasar horas encerrado entre cuatro paredes, esquivando objetos voladores en forma de coches y peluches que iban directos a mi cabeza, lanzados con toda la inocente malicia del mundo por una niña de un año, se debió de reactivar esa tarea que tenía pendiente durante tanto tiempo y decidí que había llegado el momento. El silencio del fraile nació en una de las salidas permitidas para hacer ejercicio. Recuerdo que, subiendo al castillo de Jumilla con mi mujer, empezaron a llegarme ideas, preguntas, respuestas a esas preguntas, recuerdos de historias que había escuchado; y, para mi sorpresa, todo empezó a encajar…», rememora.

Sin duda, llama la atención de El silencio del fraile que se enmarca dentro de una corriente, cada vez más frecuente en nuestra literatura, que consiste en elegir lugares menos usuales para ambientar las historias. En muy interesante en el caso particular del thriller, pues los escritores españoles ya no escogen un barrio marginal de Nueva York en el que tiene su cuchitril el investigador venido a menos que soluciona el caso entre el humo de su tabaco; ahora, son pueblos de nuestra geografía, que a menudo esconden auténticos tesoros que no sabíamos que existían, los que albergan a estos monstruos desalmados y a los héroes (o antihéroes) que les han de dar caza. Es un ejercicio muy saludable y muy celebrable, no solo por lo que tiene de novedad para un género que necesitaba de este aire fresco, sino también por el hecho de que nos permite conocer parajes que tal vez teníamos tan cerca como Jumilla, un lugar con encanto que merece mucho la pena. «Jumilla tiene una riqueza histórica, arqueológica, y mágica también, que no me cansaré de admirar —afirma Pérez—. Se encuentra vigilada por el monasterio de Santa Ana al sur y por el castillo al norte, rodeada de sierras y llena de historia. No es de extrañar que National Geographic la haya elegido como la mejor ciudad del mundo para disfrutar de la Semana Santa, declarada de interés turístico internacional. Cuando andas por las calles de su casco antiguo, se puede percibir su historia, su magia. Iglesias, bodegas, edificios históricos, como el teatro o el Palacio del Concejo, forman un conjunto que merece la pena descubrir, y sería un inmenso honor que los lectores eligieran Jumilla como su próximo destino tras leer El silencio del fraile».

Por descontado, una historia tan dinámica como este thriller siempre nos evoca imágenes mientras lo estamos leyendo, y es inevitable fantasear con cómo quedarían esas imágenes llevadas al cine. En el caso particular de la novela de B. S. Pérez, muchos lectores han comparado El silencio del fraile con las novelas de Dan Brown, y el autor murciano se muestra más que ilusionado ante la posibilidad de que su obra fuese adaptada al formato audiovisual. «Claro que me encantaría; la novela lo merece. La ciudad, el entorno, así como la propia historia y, por supuesto, los asesinatos y los lugares donde estos suceden creo que harían las delicias de cualquier director de cine. El ritmo de la novela ofrecería una producción visual muy atractiva. Muchos lectores ya me lo han comentado. Directores de cine…: ¡llamadme!».

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