Talento y simpatía a la luz de las velas con Víctor Carbajo, Montserrat Martí y Luis Santana
Horacio Otheguy Riveira.
Sucedió el domingo 4 de este mes de junio. Función única en una excepcional tarde de arias y canciones en un repertorio abierto a sorpresas. Con la creciente alegría que suelen aportar estos artistas en cada presentación. Empiezan ligeramente tensos, sumidos en la responsabilidad de sus registros y emociones, y poco a poco, la soprano y el barítono, estupendamente guiados por un gran pianista-compositor como Víctor Carbajo, van ganando mayor espontaneidad en una complicidad admirable con la sala, por otra parte llena de ávidos espectadores que a punto estuvieron de no dejarles marchar, aprovechando a tope la generosidad de los bises creando un encadenado de breves partituras que cerraron con un inesperado Miau Miau entre una gata circunspecta y un gato callejero.
Pero es en el recorrido de géneros diversos donde la calidad de sus interpretaciones adquiere plenitud, lo mismo en los temas alegres que en la intensa emoción de un sorprendente Nessum Dorma compuesto por Puccini para barítono, en lugar del habitual para tenor, o dos temas melancólicos de gran belleza, en torno a la historia real del suicidio de dos mujeres: La niña de Guatemala (del poeta José Martí, con música del pianista del espectáculo, Víctor Carbajo) y Alfonsina y el mar (sobre la poetisa argentina Alfonsina Storni, con música de Ariel Ramírez y letra de Félix Luna).
Montserrat Martí rinde homenaje a su madre, Montserrat Caballé, con emoción contenida, sin fotografía alguna (esta que expongo forma parte de una antológica); y lo hace en el mismo tono coloquial que utiliza en todo el recital. Recuerda cuando «estuvimos juntas trabajando con Vangelis a lo largo de un año en el Oratorio que el maestro compuso. Fue una experiencia fabulosa de la que guardamos un gran recuerdo, aunque no llegó a grabarse el disco porque dos compañías estaban enfrentadas; nosotros nos llevábamos muy bien, pero las discográficas no. Aquí interpretaré un tema, y otro con Luis, en recuerdo de aquellos tiempos de tan grata compañía con mi madre y Vangelis».
Habituales en numerosos conciertos por el país, fue un placer recibirlos en Madrid, con la novedad de que se llevara a cabo a la luz de las velas, en un único día del que el público salió entusiasmado, feliz no solo por la gran calidad musical (con la colaboración ligeramente teatral del pianista cuyas manos parecían sobrevolar el teclado), sino por la cercanía emotiva de los tres, cuyo entusiasmo les otorgaba una calidad humana poco frecuente, ya que a menudo la música clásica se presenta en un enfoque ampuloso, distante, rara vez aportando una emoción familiar como en esta ocasión, como si cantaran en el salón de estar de unos amigos que piden palabras como canciones, temas como abrazos, risas desenfadadas, e impecable sentido del humor para que confluyan el drama y la comedia en un contexto de ternura sin igual.
TEATRO FERNÁN GÓMEZ. SALA JARDIEL PONCELA. DOMINGO 4 DE JUNIO, 19,30 horas
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