Entrevista con Eva García Guerrero
HÉCTOR PEÑA MANTEROLA.
Eva García Guerrero nació en Valencia. Licenciada en Geografía e Historia, se, especializó en Arqueología. Ha trabajado siempre en el área de cultura: como técnico en el Museu Valenciá de Etnología, profesora en institutos de secundaria y guía cultural. Actualmente se dedica a la escritura. Ha publicado relatos en antologías de diversas editoriales, y ha sido seleccionada en diversos premios literarios: primer premio en el II concurso literario de relatos Pascual Enguídanos 2016, finalista del II certamen Cápside-Cificom 2016, finalista de los II Premios Ripley de ciencia ficción y terror en 2018, seleccionada para la antología Visiones 2018 y 2021 de la AEFCFT.
Perteneció al grupo de escritoras del género de lo extraordinario Proyecto Artemisa. Fue cocreadora y miembro del podcast Artemusas 20.20, y conduce, junto a María Tordera, el club de lectura de Lo extraordinario. También ha publicado cuentos en revistas de género nacionales e internacionales: Mordedor, Tártarus y Windumanoth. En 2023 colaborará en el Excelsius y participará con un relato traducido al inglés en el proyecto Spansion del Festival Celsius 232.
Su primera novela de género Huella 12, tecno thriller de ciencia ficción, la publicó con Apache libros. 2020. Su segunda novela, Planeta Olvido, fantasía contemporánea. Apache Libros. Publicada en junio de 2022. Asimilación es su última novela, también con Apache Libros.
- Buenos días, Eva. Hacía tiempo que no traíamos al programa a una autora de género. Justo ahora que estaba jugueteando con una space opera, vamos a hablar de Asimilación, tu última novela, sin olvidarnos de tus obras anteriores. La primera pregunta apuntamos al corazón: ¿Cuáles fueron tus orígenes literarios? ¿En qué momento decidiste dedicarte a la literatura de género?
No voy a contar que escribía desde niña, ¿quién no lo ha hecho o intentado? Lo hice, pero mis orígenes literarios o, mi inmersión en el mundo de la escritura de manera consciente y deliberada, es decir, con intencionalidad de escribir una obra que luego ofrecer a los demás, se remontan al verano que cumplí cuarenta años, momento en el que me vi en el paro y decidí darle una oportunidad a esa querencia creativa que siempre me había acompañado. Y como una insensata me lancé a escribir una novela de fantasía cuyo germen llevaba en la cabeza muchos años, y que más tarde, después de varias reescrituras, se convertiría en mi segunda novela: Planeta Olvido.
Cuando recuperé el sentido común me embarqué en varios talleres de escritura creativa y de género, y a partir de ahí fui intuyendo a lo que me enfrentaría si continuaba por el sendero tortuoso de la escritura. Una década después sigo en esta empresa de sacar adelante novelas y relatos.
Nunca tomé la decisión consciente de dedicarme a la literatura de género. Lo fantástico o maravilloso, la ciencia ficción, el toque indispensable en las historias que te separa de la realidad para poder hablar de ella con mayor libertad, es algo que brota espontáneo de entre las teclas cuando escribo, que no hay forma de evitar. La magia sucede, no se busca.
- En España, decir que escribes ciencia ficción sigue siendo visto como algo de bichos raros, así como escribir fantasía o terror. «Mira ese (o esa) que tira dados, se disfraza de elfo o lleva una pistolita en el cinturón». A diferencia del auge del género en los países angloparlantes, mi impresión es que seguimos en la prehistoria. ¿Qué opinión tienes sobre ello?
Este es un tema peliagudo y con demasiadas raíces para abordarlo en unas pocas líneas. Hay quien habla de que en España no tenemos una tradición fantástica en la literatura tan arraigada como la anglosajona o la oriental, e incluso la latinoamericana con el realismo mágico. Pero yo creo que sí la tuvimos, solo que a lo largo del tiempo ha sufrido del olvido impuesto o de la indiferencia por parte de cierta intelectualidad. Es posible que el cristianismo, arraigado en España con anterioridad a otros países y de forma más intensa tuviera que ver con el borrado del folclore pagano, leyendas y mitología anterior, que de este modo no se trasladarían a la literatura.
No soy experta en la historia de la literatura, pero en la Edad Media en España primaba la novela caballeresca, que exaltaba las aventuras de caballeros reales, pertenecientes a la historia, aunque también eran comunes las novelas de caballerías retratadas por Cervantes en su Quijote, donde sí que abundan los elementos fantásticos. En la primera mitad del siglo XIX hubo rechazo y prevención contra el fantástico. No cabe duda de la actitud social, académica y crítica que, hasta hace muy poco tiempo se ha mantenido en nuestro país hacia el género, considerándolo indigno de consideración, de registro menor, de poca entidad intelectual, como inapropiado para lectores serios. Y esto ha sido así para la crítica literaria durante muchos años salvo excepciones: Borges, Cortázar, Kafka…
En el último siglo y lo que llevamos de este hemos intentado equipararnos con el mundo anglosajón, pero la globalidad ha traído que las tradiciones fantásticas anglosajonas primen en todos los medios y en nuestro acervo memorístico. Persiste también un prejuicio de los lectores hacia una literatura propia de género que desconocen a causa de su escasa visibilidad. Las grandes editoriales de nuestro país fomentan mucho más otros géneros incluidos en el realismo y las traducciones de superventas extranjeros del fantástico. Queda mucho camino por recorrer todavía para igualarnos.
- Primero ciencia ficción, luego fantasía, ahora, con Asimilación, volvemos a la ciencia ficción. Es un género que se ha usado para criticar sistemas contemporáneos o para plantear hipótesis futuristas. Un pajarito me ha chivado mucha información sobre la obra. De cara a los lectores, ¿cómo encaja Asimilación en este concepto teórico de la ciencia ficción, y cómo lo rompe al adoptar elementos de otros géneros, como el noir?
Asimilación es una novela de ciencia ficción en cuanto en su contenido se encuentran posibles avances científicos y tecnológicos que podrían lograrse en el futuro y que ocurre en un mundo no realista. La novela encaja en varios subgéneros de la ciencia ficción, suelo ser una autora a la que le encanta hibridar. Posee una vertiente transhumanista que aborda cambios en bioingeniería y biorrobótica aplicados a la mejora del cuerpo humano. En la novela, en la España de un futuro cercano, coexisten con los humanos robots utilitarios con fines domésticos e industriales, pero un solo androide de aspecto antropomorfo que tendrá un papel relevante en la historia: Lupín, creado por Gabriel Chabrol, ingeniero biorrobótico y ministro de Asimilación Cultural y abuelo de Marlín, protagonista de la novela.
No explicaré más sobre este aspecto, porque se revelarían datos importantes de la trama, solo decir que esta vertiente de la historia habla de la ciencia y de la moral, de la ética de la ciencia, que a menudo se identifica con la ética del humano que la crea. La novela no llega a ser una distopía o distopía cyberpunk. El cyberpunk ya no es puro, como tampoco lo es el roc&roll. Conviven algunos de sus elementos, aunque suavizados o de refilón: las ciudades sobrepobladas, neones, la alta tecnología: experiencias virtuales cercanas a la realidad como en Neuromante de William Gibson, las drogas de diseño. Las drogas tienen un papel político, social, como en Un mundo feliz (Aldous Huxley). Hay especulación tecnológica en cuanto a la gestión de los recuerdos, a la inserción total de los interfaces neuronales en redes e inteligencia artificial, coches autónomos… Y con todo, es la novela de ciencia ficción menos aparente o más disfrazada que he escrito, y esto se debe a lo que comentas: lleva un disfraz, una estética noir futurista.
La trama que se desplegó en mi cabeza era una historia de culpa, individual y colectiva, política y metafísica en un contexto futuro en el que el fascismo ha resurgido con fuerza. Quería hablar del pasado que siempre vuelve, de un futuro que no siempre se logra dejar atrás, a nivel personal y social. En el noir clásico se trata el tema del pasado que atormenta a los personajes, que suelen ser ambiguos, confusos, solos. La culpa les corroe y buscan la redención. Imaginé el futuro con la estética de una peli de cine negro clásico coloreada, al fin y al cabo, era una metáfora sobre ese pasado que vuelve para atormentarnos. En el noir futurista el pasado puede mutar en algo mucho más complejo al contar con la tecnología que repercute en la memoria y la identidad de diversas formas, incluso llevándonos a cuestionar nuestra propia esencia. Eso sucede en Asimilación: la tecnología del futuro abre brechas en el concepto de identidad. Los personajes desconfían unos de otros en un terreno que para ellos es nuevo y desconocido, aunque plausible.
Como dices, traspasa líneas de géneros, pero es muy difícil no trascenderlas si quieres crear una historia rica en matices.
- ¿Cuáles han sido tus grandes referentes literarios? Y, a la hora de escribir Asimilación (y de cara a que el lector pueda relacionar rápidamente la obra con una corriente familiar), ¿cuáles han sido los específicos?
Temo siempre esa pregunta, porque no soy de referentes literarios concretos a los que siempre sigo. Me considero una lectora indiscriminada, leo de todo y procuro aprender de autores distintos, incluso divergentes. Por supuesto que prima el fantástico y podría enumerarte una lista interminable de autores que me han robado el corazón, pero no sé si los he seguido o he querido imitar sus pasos. Me gusta emular, eso sí, a los escritores cuyo estilo me enamora, que cuidan mucho el lenguaje y hacen de su prosa algo potente y bello. Desde Bradbury a Baricco, de García Márquez a Phillip Claudel, Ishiguro y Novik. Soy bastante ecléctica en mis gustos.
Respecto a Asimilación, de entre los referentes específicos: Rebeca de Daphne du Maurier, algunas pelis cyberpunk y noir futuristas: tiene un poco de Días extraños en lo referente a la memoria, de Proyecto Géminis por los campos de reeducación, de Carbono Alterado, por la tecnología en la búsqueda de la inmortalidad y la confusión de la identidad. El cine clásico de los años treinta a los cincuenta.
- Una pregunta que siempre hago. Autores de brújula y de mapa (parece la clásica «café o postre»). ¿Qué bandera escoges y cuál es tu proceso creativo?
He de reconocer que me decanto por la brújula, a mi pesar, porque este proceso creativo siempre acaba generando más trabajo a la larga. Quisiera ser mapa, y lo intento, pero apenas adelanto un capítulo o dos de la trama y puede que ni siquiera tenga el final claro. Lo que sí necesito es llevar libretas entretanto, donde escribo ideas, adelantos de argumento, rectificaciones en lo escrito con anterioridad a raíz de lo avanzado, características de los personajes, estructura de los capítulos, etc.
- Entre nuestros lectores hay muchos escritores. ¿Qué consejo les darías?
Que no se rindan. Es el único consejo que me dieron que me mueve cuando desespero. Escritor es aquel que no se rinde.
- ¿Puedes hablarnos un poco de tu evolución a lo largo de estas tres novelas? Centrándote en cada una de ellas, individualmente, todo lo que quieras. Nunca se sabe cuando pueden ser del interés de un lector.
Mi evolución ha sido bastante heterogénea, y esto conlleva aspectos positivos y negativos. Entre los positivos: me considero una escritora todoterreno. No me circunscribo a un género ni a un público lector determinado. Me gusta cambiar, experimentar. En lo negativo, esto puede ser confuso para lectores más especializados en determinadas lecturas. Mi primera novela, Huella 12, es un fix up de ciencia ficción en un futuro remoto, ubicado en un cúmulo estelar lejano. Ciencia ficción de apariencia más clásica, pero a la que añado algo que yo echaba en falta en este género: los sentimientos en primer plano, las emociones. Los protagonistas de esta novela que tiene mucho de tecno thriller, el equipo “policial” de Huella 12, aplican una herramienta en el desarrollo de sus funciones: el velo, que permite insertar en sus tálamos cerebrales las huellas de temperamento de víctimas y sospechosos para sentir sus emociones y trabajar con ellas en la resolución de los casos. Ello me permitió ahondar mucho en la psicología de los personajes. Por otro lado, pude crear un worldbuilding enorme y variado en torno al planeta Sargazia y sus doce lunas. Adecuar cada caso a resolver a un entorno y sociedad distinto me ofreció mucha libertad y riqueza creativa. Imposible aburrirme al escribir un libro que cambiaba en cada capítulo de paisaje, gentes, culturas, tecnologías, pero al que me enganchaban los mismo cinco protagonistas, su evolución a lo largo del tiempo y el lugar al que quería conducir la historia subyacente que recorría de forma submarina todos los casos.
Mi segunda novela publicada fue en realidad la primera que escribí: Planeta Olvido, es mi novela más personal, porque la llevo conmigo desde mi juventud. Una novela fantástica de aventuras en mundos paralelos, con ciertos toques de ciencia ficción, intrigas políticas y espionaje, revoluciones, crítica social, una historia de amor y arte, mucho arte. Digamos que en esta novela quise desplegar todo lo que me seducía del género fantástico y que en la mayoría de las ocasiones no encontraba unido en una misma historia. La fantasía que más me seduce es la contemporánea, la que mezcla lo real con lo imaginario como en mis primeras lecturas infantiles con La Historia Interminable, o Momo, y este es el germen de esta novela, que ambos planos puedan coexistir. En Planeta Olvido le doy una posible explicación a esto.
Y mi tercera novela, Asimilación, la escribí para un concurso. Quedó finalista en ese concurso de novela corta cuyo tema era: documentos encontrados. Fluyó entre mis dedos, pero había que respetar la extensión que demandaban las bases y me quedé con la sensación de que la novela merecía más desarrollo, y es lo que pude hacer con mi editorial, Apache Libros. Me apetecía escribir una novela de fondo oscuro, casi negro, pero envuelta en seda dorada.
- ¿Dónde te gustaría ver tu carrera literaria de aquí a diez años?
Me gustaría presentarme a algún concurso, continuar publicando en editoriales que confíen en mi trabajo. Llegar cada vez a más lectores es mi objetivo. No vislumbro demasiado ese futuro, a pesar de escribir sobre él.
- En Asimilación, uno de los temas principales de la obra es la culpa asociada al fascismo. Es un tema que, a pesar del siglo, parece condenado a ser de actualidad. ¿Qué puedes decirnos sobre ello sin sacarle las tripas a la obra?
La premisa de la novela descansa en el hecho de que el pasado tarde o temprano intenta regresar y lo consigue. Ocurre con los totalitarismos y los fascismos, que se revitalizan tras crisis económicas, aunque es cierto que es un adjetivo que en la actualidad se ha desvirtuado y se utiliza indiscriminadamente en la lucha política para referirse a la derecha más escorada. Se confunde también con el populismo, el fascismo es populista, pero no todos los populismos son fascistas. Hoy en día sobreviven algunos grupúsculos neofascistas. Tramp o Bolsonaro son ejemplos del radicalismo de la derecha, y adoptan algunas de las características del fascismo, como la xenofobia, el recorte de libertades, la homofobia… Pero de lo que yo hablo en el libro es de un fascismo similar al del siglo XX, un neofascismo. Ya dijo el historiador inglés Moses Finley que la historia no sirve tanto para conocer el pasado cuanto para comprender el futuro.
Me fascina la concepción del fascismo que con el tiempo va mutando, tanto en el cine, las artes como en el pensamiento colectivo y la política. A finales del siglo XX eran los malos de todas las películas, perversos y racistas genocidas, el siglo XXI ha traído nuevas sensibilidades, donde a veces aparecen como víctimas de un odio injustificado. Surgen relecturas jurídicas alrededor de nuevos nazismos o neonazismos, se blanquea de alguna manera.
A lo largo de la historia, el fascismo ni se crea ni se destruye, solo se transforma. He querido reflejar un futuro que se parece mucho al pasado por esta razón. Porque todos los elementos que sustentan la trama: la culpa individual y colectiva, el monstruo seductor, la ambición de enfrentarse a la muerte mediante la tecnología, el abuso del poder, no son más que repeticiones de la historia, individual y colectiva también. A veces, todo lleva a pensar que no se puede esquivar ese pasado, que terminará regresando, más o menos mutado, transformado o hibridado, pero con el mismo rostro tras la máscara del futuro.
Y es en este futuro, en el último cuarto de nuestro siglo, cuando se desarrolla la historia de Asimilación, mostrándonos una España donde el fascismo continúa siendo una amenaza de la que nuestro país ha logrado escapar tras una Guerra Civil Europea y un periodo de ocho años de régimen dictatorial. En esa débil democracia coexisten monstruos, justicieros y víctimas. Un país con los pies de barro sobre una memoria histórica todavía por enterrar. Donde las cicatrices están abiertas tras los horrores del régimen y la culpa anida en todos aquellos que miraron hacia otro lado.
La novela habla de la culpa, del enorme deseo de redención de unos y de ajuste de cuentas por parte de otros. Me sirvió ese marco histórico repetido para hablar de la culpa que siente Marlín, la protagonista, por querer a un monstruo a sabiendas de que lo es para otros.
Trata sobre el perdón y el derecho a no perdonar.
¿Por qué este título? El fascismo acababa con cualquier minoría por asimilación o absorción. Asimilación como ingreso de elementos externos en los esquemas mentales preexistentes. Asimilación como método involuntario de integración de grupos heterodoxos y subversivos en la comunidad mayor dominante. Asimilación como el cambio por el cual un segmento de la población se acomoda a otro.
Y todo ello puede extrapolarse a la subtrama científica de la novela.
Asimilación hasta el punto de apropiarse del otro, de instrumentalizar el cuerpo de los demás para los propios fines, de aniquilar al otro por una causa mayor.
- Muchas gracias, Eva, por el tiempo que nos has dedicado. Me gustaría concederte este último espacio para hablar sin ambages de Asimilación. Barra libre. Es tu oportunidad para seducir a los lectores indecisos. ¿Qué deberían saber que no hayamos mencionado antes?
Asimilación pretende envolver, confundir, crear un misterio que desde el principio intuimos perverso, aunque se vista de seda y oro. Tras la culpa latente que lo impregna todo avistamos que habrá que pagar un precio. Quise imaginar un mundo ligeramente repetido, con diversas estéticas del pasado: la de los años dorados de Hollywood, con su glamour vintage y elegante feminidad, dorado, cálido, pero también con sus sombras, la moralidad, su racismo, homofobia, el machismo, las mujeres bajo el alero protector de los hombres, la simulación tras la que se ocultaba el vicio y la perversión de siempre, pero elevado a un futuro tecnológico en el que casi todo es posible, en el que la ciencia avanza más rápido que la moral y las normativas, cosa que ya ocurre en el presente.
Tiene algo de Rebeca, de su misterio, de esa casa corrompida por la presencia de un fantasma, de esa protagonista insegura que irá ganando fuerza a medida que avanzan los acontecimientos. Es una novela sobre el amor a los monstruos y la incapacidad de admitir lo imposible, aquello que trasciende la realidad. Sobre la ciencia, que va paralela a la condición humana.
I really admire her. She’s so beautfiul and talented. Wishing her a lot of health and more achievements in the future.