‘El malvado Carabel’, de Wenceslao Fernández Flórez
FRANCISCO JOSÉ GARCÍA CARBONELL.
«Es difícil triunfar en la vida sin ser malo y, además, eso es lo más difícil»; afirmaba Amaro Carabel, protagonista de la obra de Wenceslao Fernández Flórez. Y es que el pobre desdichado se había propuesto por todos los medios triunfar a costa de lo que fuera.
Nos encontramos en este: al honrado trabajador de banca que persevera hasta el delirio por cuadrar unas cuentas que no salen, a la joven promesa que no termina de despegar para desilusión de su tía, al novio honesto y de buenas intenciones cuya novia le abandona precisamente por tenerla desatendida por un trabajo que lo tiene absorbido, y al hombre, ironías de la vida, que anteponía el bien del cliente al del propio negocio, lo cual le costó un despido fulminante.
Lo más curioso de esta divertida novela, que no debería ir más allá del puro entretenimiento, es la moralina que parece acompañar esta. Amaro Carabel, después de decidir dedicarse al mal por completo con la intensión de dar un giro a su vida, descubre que su naturaleza es buena y que todo empeño por pervertirla está destinado al fracaso. Él es un hombre simple y bondadoso cuyo recorrido por la vida le lleva siempre al mismo punto de partida, y que parece, además, descubrirle el sinsentido de la bondad
Sin lugar a dudas Wenceslao es uno de los mejores autores españoles dedicados a la novela humorística. Esta obra suya, como la mayoría, cuenta con ese doble juego que de siempre da el humor. En este se puede esconder nuestro sufrimiento, incluso, como dicen los psicólogos, atemperándolo como mecanismo de defensa, y que supone , eso en sí, apartar la vista de aquello que nos hace mal, y que tensiona nuestra convivencia con los demás dejando escapar un poco de gas como si de una olla a presión se tratara. Y aunque esto se trate de una actividad sana, al final termina por arrancar de cuajo toda falta de responsabilidad en el hombre, y lo vuelve, por tanto, más infantil. Todo aquello que nos aparta, en su justo término, de la idea de lo que debe ser vivir con dignidad, que es aquella que nos hace sentir respeto por nosotros mismos y que seamos, al mismo tiempo, respetado y valorado por los demás, de aquí, pienso, que esa bondad pura de la que habla el autor en la obra se convierte en un imposible, al final termina por romper, recurriendo a Platón, con la facultad de conocer y, por tanto, siguiendo con su maestro Sócrates, por no saber, dentro de una ingenuidad, como obrar.
Estamos de acuerdo que en la obra el señor Carabel no puede actuar con malas intenciones sin que un estado de culpa le invada por completo, y es por eso que todo, forzador por el autor, termina volviéndosele patas arriba. El problema aquí es que el pobre hombre no tiene la facultad de obrar correctamente en su vida, pues ya sea debido al resto de personajes que ronda la obra, ya sea el propio autor escondiendo la tragedia tras una máscara cómica, nadie le enseña el camino correcto. Quepa destacar sobre esto, y ya para terminar, que al final de la trama en un intento de robar la caja fuerte del banco donde antes trabajaba, tiene una curiosa conversación con sus antiguos jefes que deciden, ante la falta de empleados, volver a contratarlo por “la fabulosa cantidad” de la mitad que cobraba antes. Lo dicho.