Ensemble Mosaik. XIV Ciclo de Música Actual en el Teatro López de Ayala
Francisco Collado.
No cabe duda de que la música contemporánea es uno de los lenguajes más sensoriales a que podemos tener acceso. Lo es porque busca la expresión en estado puro, porque las notas son palabras que hay que percibir tal y como llegan y traducir en como te llegan. Dejando de lado disonancias, preguntas, respuestas, consonancias y demás parafernalia al uso habitual. El espectador debe comprender que es un modo distinto de comunicar con un lenguaje que enriquece la percepción habitual y la estructura a que acostumbra el receptor.
Enseñar al público a escapar del “modo occidental”, del sistema de comprensión en que nos educan en la percepción de cualquiera de las artes es una asignatura pendiente. Percibir el lenguaje musical en su pura abstracción, el sonido blanco que surge de la amalgama de timbres simultáneos, la utilización de la emergencia, esa súbita aparición de un sonido que desconcierta a los neófitos en los conciertos contemporáneos.
En este campo de búsqueda de formatos se mueven agrupaciones como Ensemble Mosaik, que llega arropada por el CNDM y la Sociedad Filarmónica de Badajoz.
El Ensemble llegó con un programa técnicamente y sensorialmente complicado. Aquí añadimos otra de las dificultades de este concepto musical: la génesis de las obras suele partir de percepciones personales del compositor. Poemas, conceptos, filosofías, recreación de vivencias personales. En otras formas de composición es fácil titula la obra “Noches en los jardines de la Alambra”. El espectador no va necesitar relación ninguna de la obra con el título. Le basta con disfrutar del modo musical al que está acostumbrado su oído y decir “que era bonito”: Eso no es posible en el campo minimalista, experimental, reflexivo y exploratorio de la música contemporánea.
Glides es una obra de la compositora Liisa Hirsch que, a través de la experimentación, conduce al espectador a densas texturas sonoras de intuición en lo tímbrico. Apoyándose sobre el glide, deslizamiento sobre las cuerdas del piano, de largas y sostenidas notas, el resto de los músicos dialoga con matices delicados y creación señera de atmósfera. Silencios rotos por diversos sonidos que se misturan alrededor del glide, reflexión microtonal y envolvente. Hay una estructura sólida en busca de la pureza de la forma, sensibilidad al timbre y una fantasía sutil en la estructura. Lo liminal, la transmutación del estado anímico. La obra conduce a través de sugerencias y rastros. Nada concreto. Límite entre el ruido y el tono. Búsqueda de los colores.
La composición actoral también juega su papel, ya que los músicos rodean al pianista que parece abrazar al instrumento, donde el pianista tañe con e-bows, normalmente utilizado para la guitarra. Los instrumentistas se apoyan en el campo magnético creado por los e-bows y el tono creado para escuchar y desarrollar un sosegado ámbito armónico, sin efectismos, de belleza axiomática, que debe ejecutarse sin partitura.
La compositora estonia conjuga experiencias ajenas a la música con su querencia por la investigación. Lisa Hirsch recibió diversos premios a la composición.
Si callalo pudié sentirsas nace de la inspiración de la compositora Irene Galindo Quero y ha recibido el Premio de Composición 2023. Basado en un texto de Ángela Segovia (Merci, dos hermanos) donde la recitación forma parte indisoluble de la partitura como una notación más, dado el juego que se efectua con intensidades, timbres y cadencias por parte de la voz humana, sin que sea necesario comprender el texto, dado que la palabra es tan sólo un vehículo para el desarrollo del material sonoro. El paralelismo y la bifurcación son los matrices sonoros que conforman esta obra, que se transcribe a partir de pequeños hilos de espectros de sonido. Hay una búsqueda de extrañamiento, con diversos efectos como los arcos golpeando el aire, mientras dos voces paralelas buscan la simbiosis en medio de sonidos crepusculares, experimentando los límites entre música y lenguaje. Algo habitual en esta compositora. Agudos inquietantes en los vientos, texturas sombrías, notas largamente sostenidas durante el recitado etéreo. Casi espectral por momentos, balbuceante, emergente. Una obra reflexiva sobre la relación entre ambos lenguajes y sus imbricaciones.
time.cage de Manuel Rodríguez Valenzuela es un sendero abierto hacia la lutheria experimental. Trufada de recursos, esta obra de teatro-multimedia para percusión, solista, conjunto instrumental, electrónica y video juega con el aislamiento del solista en un juego visualmente apabullante que juega con todas las posibilidades sonoras y visuales. Utilización de pantallas múltiples, neoinstrumentos, instrumentistas grabados, apropiacionismo musical, hágalo usted mismo, autorreferencias, etc.
El percusionista Roberto Maqueda emite sonidos autoamplificados, juega con lo metateatral, sorprende con sus neoinstrumentos de sonidos subyugantes, de plástica fisicidad. Lo experimental sobrevuela toda una obra que solicita atención permanente del auditorio por la extensa parafernalia auditivo-visual que desarrolla en los distintos capítulos musicales. Hay reminiscencias de Simon Steen-Andersen como icono e inspiración. Estamos casi ante una reconstrucción del papel del director de orquesta. Maqueda, a modo de Demiurgo, coordina desde su Olimpo visual y sonoro (ruedas de bicicleta, metrónomos, cítara) en concomitancia con Chatschatur Kanajan, que acomoda con notable maestría la (probable) bifurcación estética que sobrevuela sobre una obra de estas características. El posible cisma entre las proyecciones multimedia, la lejanía (casi de anacoreta) del solista en su mundo-jaula y la orquesta es solventado con profesionalidad por el director, capaz de acomodar los distintos estratos de la propuesta y las interacciones. Cantos de pájaros, referidos a los distintos instrumentistas son la inspiración de la obra. El mismo percusionista es un pájaro enjaulado que usa escalas microtonales en su monocordio a doceavos de tono, en su rueda de bici a sextos de tono o su cítara a cuartos. También juega con instrumentos originales como la zanfoña cordada como un cello, un tanque de reverb. Etc.
Una propuesta sorprendente donde el foxtrot se mistura con sonidos industriales, jazz evocador, esquejes ambientales, heterodoxia (y humorada) kageliana, querencia por la brevedad, autorreferencias (Enno Poppe), preguntas-respuestas entre los instrumentos “inventados” y los tradicionales, juego con la realidad y lo grabado. La aceleración frente a la desaceleración. Este particular juega principalmente en las secuencias de video donde los personajes dan saltos en el tiempo o se reproducen en movimiento inverso durante el diálogo con los músicos.
Manuel Rodríguez Valenzuela gracias a una Beca Leonardo en Música y Ópera.
Concebida originalmente para su interpretación en vivo y finalmente transformada en película-concierto para su estreno en ‘streaming’, esta obra para percusionista, ensemble y vídeo trata intensamente el tiempo y las posibilidades de su manipulación en un contexto compositivo. Es de agradecer a la Sociedad Filarmónica de Badajoz la apuesta por estas propuestas valientes y necesarias. La segunda parte, la educación del público, aún llevará algún tiempo…
ENSEMBLE MOSAIK
Sarah Saviet VIOLÍN
Karen Lorenz VIOLA
Mathis Mayr VIOLONCHELO
Ruben Mattia Santorsa GUITARRA ELÉCTRICA
Kristjana Helgadóttir FLAUTA
Simon Strasser OBOE
Christian Vogel CLARINETE
Martin Losert SAXOFÓN
Roland Neffe PERCUSIÓN
Ernst Surberg TECLADOS Y PIANO
CHATSCHATUR KANAJAN DIRECTOR
ROBERTO MAQUEDA PERFORMER