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Enrique Viana en los Teatros del Canal: masculino-femenino en el estilo único de un tenor formidable

Horacio Otheguy Riveira.

Un cantante cansado de la vida de la gran ciudad lleva una vida retirada en un pueblo de la castilla de «polvo, sudor, hierro…el cid cabalga». La llegada del cartero altera la placidez de su histeria mental. Cartas del juzgado, de la Agencia Tributaria, del banco…reclaman su presencia y su juicio. Cuenta y canta sus sabios desórdenes mentales en una comparecencia ante el juzgado popular.

Tal la presentación del espectáculo que escribe, dirige e interpreta el tenor Enrique Viana con ráfagas humorísticas de alguien muy cercano que nos monta un show a la manera de un visitante muy esperado, del hombre que desde niño ya era él y sus trajes, realizados por él mismo a mano y a máquina. Un artista integral que trasciende un travestismo que podría encerrarse en cabarets canallas de otro tiempo, pero que ahora le bastan y sobran —desde hace muchos años— buenos teatros que le reciben a sala llena a lo largo del país.

El artista todo-terreno asombra por mucho que se le haya escuchado en óperas, zarzuelas o shows como este que trae por muy pocos días a los Teatros del Canal. Un desparpajo que se torna grotesco para parodiar el tango de 1926, La Cocaína… cambiando párrafos de su propia creación pero dejando al descubierto la paradoja tragicómica de una sustancia que ya en aquella época daba mucho de sí…

Soy una flor caída en vicio fatal
esclava del destino, vencida,
sola en el mundo, nacida del pecado,
un desalmado me hizo mujer.
Fue aquel querer el yugo, engendro del mal,
pendiente fatal, de mi alma verdugo,
al fin caída, por el fango envilecida,
para todos soy juguete del placer.
Y en la cocaína, que otro mundo me ilumina,
busco calma para mi alma de mujer.

Ella endulzó la hiel de este dolor
que me hizo cruel.
Cocaína, sé que al fin me has de matar
me asesinas, pero calmas mi pesar.
Si me dejas todo es sombra en mi vivir,
sí que al fin me has de matar,
pero no me dejes sufrir.

Pero Enrique Viana, intérprete de arias de zarzuela y cuplés con su buena dosis de picardía y ternura, de pronto se detiene y, moderadamente acompañado por su estupendo pianista, da paso al excelente actor que es y nos dice Castilla, el poema que Manuel Machado dedicó a su tierra.

… Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos, lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja…
Idos. El cielo os colme de venturas…
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!

Calla la niña y llora sin gemido…
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: ¡En marcha!
El ciego sol, la sed y la fatiga…
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

De una forma u otra, entre risas y sonrisas, Viana nos llega a emocionar con limpieza de recursos. En el festival actual de dimes y diretes entre lo masculino y lo femenino —día a día, más difusas sus fronteras—, Enrique Viana es una potente luz dorada en el camino de la música popular y el talento de un intérprete fuera de lo común.

 

Teatro musical / Las Noches del Canal
Estreno absoluto
País: España
Idioma: español
Duración: 1 h 15 min (sin intermedio)

Mentiras delgadas o Un juzgado de cuplé

Enrique Viana, tenor
Miguel Huertas, piano

Iluminación: José Manuel Guerra

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Extracto de la entrevista realizada por Liz Perales el 7 de mayo 2023 en El Cultural:

P. ¿Qué números musicales incluye?

R. Cuplés, la mayor parte de ellos desconocidos, y dos romanzas, una de Gigantes y cabezudos y la otra de KatiuskaTodo tiene muy mala leche; si quiere buscarle una segunda intención, la encontrará. Y todo es dorado, mucho oro, inspirado en los campos de Castilla.

P. Es un artista autosuficiente: escribe los libretos, se hace el vestuario, actúa y canta, también se autodirige.

R. Bueno, a mí me gusta más dirigir que dirigirme y he dirigido muchas cosas, espectáculos de gran formato como Quo Vadis o Plus Ultra, o Tardes con Donizetti que hice para el Teatro Real, entre otros. También he trabajado en el Arriaga, les hice Ni fu ni fa y muchos otros en la Zarzuela como Master Chez, Arsenio por compasión…  Pero lo de hacer de todo en mis solos Qué remedio me queda, porque como contrates a una maquilladora o un figurinista… no ganas para eso.

P. Como actor y cantante, ¿qué le exige el cuplé?

R. El cuplé es un género que no exige vocalidad, ni un gran esfuerzo a la hora de acompañar, pero sí exige entenderlo y hay que saber decirlo. No te puedes poner a cantar Las tardes del Ritz como está en la partitura. No canto cuplés conocidos, investigo en ese mundo. Antes iba a la hemeroteca del Conde Duque para rescatar cuplés que me interesaban, que son los de antes de la República, de la década de los años veinte, también los que se oyeron hasta la guerra. Había mucha más libertad y eran mucho más atrevidos. Había cuplés políticos, sicalípticos, serios… pero luego el cuplé se pasó de moda.

Teatros del Canal. Sala Negra. Tres únicas funciones: 9, 10 y 11 de mayo 2023

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