Contar buenas historias es fundamental para acercar la ciencia a la gente
NATALIA GARCÍA.
Hasta el siglo XIX los científicos eran hombres acaudalados y curiosos que veían la experimentación como un afán por entender el funcionamiento de las cosas, un afán por elevar intelectualmente su visión del mundo, en absoluto como un trabajo. Michael Faraday, por ejemplo, quien se ganaba la vida practicando su ciencia, rechazó oportunidades de enriquecerse patentando sus inventos.
Se les llamaba filósofos naturales.
Hasta que en 1.833 en una asamblea en Cambridge (de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia) el poeta Samuel Taylor Coleridge pidió que se buscase un término distinto para aquellas personas que se dedicaban a tareas como excavar yacimientos o hacer experimentos con aparatos eléctricos de los verdaderos metafísicos, como él se consideraba.
Y William Whewell, famoso teólogo sugirió:
«Si ‘filósofo’ es un término demasiado amplio y elevado», entonces, «por analogía con ‘artist‘ (artista) podemos usar ‘scientist‘ (científico)». Y así fue como nació el término que actualmente conocemos.
En 1834 la palabra apareció por primera vez impresa, en una reseña sobre la obra «La conexión de las ciencias físicas» de Mary Somerville.
Este es el punto de partida de “El Club de los desayunos filosóficos”, el libro que la historiadora estadounidense Laura J. Snyder escribió en 2011
Cuatro amigos : Herschel(destacado astrónomo), Babbage (inventor de la primera computadora), Whewell (teólogo y filósofo) y Jones (economista) ,que juntos dieron forma a la ciencia moderna, su profesionalización y especialización.
Aunque la propia Snyder quiso hacer foco en el concepto de trabajo en equipo:
“Fíjate que, en este caso, cualquiera de los cuatro protagonistas del libro tiene una biografía apasionante, pero yo elegí hablar del grupo. Creo que fueron importantísimas las discusiones que tuvieron durante toda su vida, cómo se animaban unos a otros, cómo se ayudaban o cómo discutían y hasta se gritaban. Creo que no existen los genios en solitario, nadie hace un descubrimiento de la nada. La forma en que Herschel, Babbage, Whewell y Jones se asociaron y el peso del grupo y de las corrientes intelectuales de la época es muy importante en ciencia. “
Y en una de sus consecuencias…
“A raíz de la profesionalización de la ciencia se produce una gran división entre el público general y la ciencia, en el sentido de que la gente tiene miedo de no entender la ciencia y creen que necesitan clases de matemáticas y física cuántica para entender algo. Creo que eso no es verdad, y creo que ayudaría una mejor educación científica que no haga a la gente sentir que debe saber cosas muy complejas, una forma de contarlo que sea más accesible para todos. Contar buenas historias es fundamental para acercar la ciencia a la gente.”
Aunque hay mucho camino que recorrer a la hora de conseguir ese acercamiento entre ciencia y sociedad, existen hoy en día iniciativas que contribuyen poco a poco a ello:
Diálogos para una innovación crítica fue un interesante proyecto que promovió el Círculo de Bellas Artes planteando diez diálogos en los que investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) reflexionaban y conversaban acerca del concepto de innovación con diez personalidades relevantes de diferentes campos del mundo de la cultura.
Estas conversaciones intentaban arrojar luz sobre qué significa la innovación (entendida como transferencia del conocimiento a la sociedad) para las investigaciones artísticas y humanísticas.
Sciencelab es una institución educativa innovadora sin ánimo de lucro. Fue fundada por la emprendedora social Heike Schettler y lleva tiempo transformando el panorama educativo alemán a través de un programa de exploración científica creativa que da a los alumnos un rol protagonista y les anima a que se cuestionen de forma permanente su entorno y sus curiosidades.
Su objetivo es formar a los niños de entre 4 y 12 años en ciencia y tecnología con el objetivo de que sean ciudadanos comprometidos con el futuro de la sociedad y el planeta:
Se pretende estimular en ellos la curiosidad por la ciencia, fomentar las vocaciones en futuras profesiones científicas o sensibilizar su interés por la tecnología y el medioambiente.
Los cursos ofrecen una amplia gama de experimentos apropiados para diferentes edades y tratan sobre numerosos temas en los campos de la Biología, Medicina, Química, Física, Tecnología, Astronomía y Geofísica (especialmente Geología).
Como curiosidad decir que en uno de los cursos titulado “Todo flota” ,dirigido a niños de 4 a 8 años, se les propone realizar una serie de actividades para descubrir las características del agua y para construir objetos flotantes.
En nuestro país resulta interesante ver las actividades que se realizan desde el CSIC, para conseguir ese necesario acercamiento de la ciencia a la gente, y a modo de ejemplo podemos nombrar la Feria Ciencia en el Barrio, que puso a disposición de las ciudades adheridas actividades de divulgación científica en múltiples formatos (exposiciones, conferencias, visitas a centros de investigación, etc.) así como talleres ‘online’ de participación ciudadana. Todas las actividades y talleres fueron creados por investigadores del CSIC y estaban dirigidas a todos los públicos, con especial atención a los jóvenes.
Otra iniciativa que me gustó especialmente por mi amor por la lectura, se puso en marcha con motivo del Día del Libro 2022 en el que diez especialistas del CSIC respondieron a la pregunta ‘Y tú, ¿qué lees?’ recomendando un libro que consideraban que nadie se debía perder. Sus propuestas fueron de lo más variado, incluyendo novelas, cómics, libros históricos, ensayos, obras de teatro e incluso textos poéticos.
Aunque sin duda lo que fusiona al más alto nivel la tecnología con la sociedad son las muchas aplicaciones cotidianas que todos usamos, como los chat o asistentes de voz, navegadores en nuestros automóviles (cada vez más inteligentes), la domótica en el hogar… etc, sin nombrar el mundo metaverso… del que podríamos hablar no en uno sino en muchos artículos más y generar un interesante debate.
Artículo muy interesante, gracias Natalia, especialmente en los tiempos que corren y que están generando cambios impredecibles, especialmente en Inteligencia Artificial.
El artículo me recuerda a un libro que le regale a una de mis hijas y que creo que en su día contribuyó a que ahora esté estudiando Física 🙂 un libro escrito por un genio y que hizo el esfuerzo de acrcarlo a la gente y hacerlo entendibl; Brevísima historia del tiempo de Stephen Hawking.
Gracias Luis por tu comentario.
Un buen regalo el libro de Hawking, sin duda y seguro que afectó en su vocación como Física.
No nos damos cuenta pero la ciencia es una constante en nuestras vidas y cada vez más, por eso tener curiosidad y perder el miedo en comprender un poco sobre ella es muy reconfortante.