Ferdinand Von Schirach : Crímenes
Por: Walter Gonzalves
Estimadas lectoras, hoy quisiera traerles un autor que desde su primer libro «Crímenes» se transformó para mí en un autor de culto, este es Ferdinand Von Schirach. Se que al día de la fecha el autor alemán se ha aventurado a escribir novelas como lo son «El caso Collini», “TABÚ” y “Terror”, todas con buena recepción por parte de la crítica y sus lectores, en especial esta última que fue llevada al teatro y tener gran éxito al abordar un temor vigente en Europa como lo es el terrorismo. Sin embargo, me alejare de estas obras y me centrare en aquellas que, como lector, entiendo más valiosas por ser relatos extraídos de la realidad que se mezclan con ficción: “Crímenes”, “Culpa” y “Castigo”
Se ha elogiado el estilo preciso, seco y lacónico de Schirach y pienso que para comprender su estilo y la forma de aproximarse a los temas que trata hay que remitirnos brevemente a su formación. Schirach desde 1994 ejerció como abogado defensor en materia penal en Alemania y estuvo al frente de algunos notorios casos que se desarrollaron en dicho país, para aquellos que desconozcan la materia jurídica hay que mencionar que el derecho penal es una rama del derecho público que es muy rigurosa. En materia penal son habituales los términos que hacen referencia a la precisión del lenguaje técnico legal -máxima taxatividad legal-, ejemplo de esto es que una persona al momento de cometer una acción ilícita, esta acción para considerarse contraria al ordenamiento jurídico debe estar contemplada en el código penal o leyes especiales como violatoria del régimen legal vigente. Esto es así a tal punto que, si dicha acción no está contemplada en la norma, no es delito. Esto sería la punta del iceberg en materia penal, ya que si ingresamos un poco más veremos al verdadero actor en materia penal que es el código procesal en materia penal, en palabras del Dr. Dante Vega “el código penal no le toca un solo cabello al delincuente” aquí podríamos ver la rigurosidad de las reglas en el código procesal penal, por ejemplo: supongamos el caso de un allanamiento que se realiza sin tener en vista el código procesal penal que establece que para hacer un allanamiento se debe realizar de una forma específica, siguiendo ciertas formas y que no hay excepción a esta regla, de ser llevado adelante dicho allanamiento con irregularidades, carecerá de valor y las pruebas obtenidas por ese medio no podrán ser utilizadas en juicio.
Esta breve y tosca visión sobre la materia penal nos deja la idea de que es un mundo de reglas muy rigurosas, en donde no hay lugar para el error, donde el estudio de los casos deben ser profundos y meticulosos y al momento de dirigirse al juez, el pedido debe ser preciso y fundado. De este mundo proviene Schirach y sus relatos de experiencias no decepciona.
CRIMENES
En este caso hablaré de su primer libro, que fue revelación en el año 2009, y obtuvo el prestigioso Premio Kleist. Sobre la obra Libération -diario editado en París- expreso “El gran logro de Ferdinand Von Schirach es mostrar que un robo no siempre es un robo, una manzana no siempre es una manzana, y que, por muy monstruosos que puedan parecernos sus actos a primera vista, un hombre siempre es un hombre”, por su parte Le Fígaro -diario de Francia- refirió “Lo más perturbador es que, situados en las mismas circunstancias, nosotros quizá habríamos cometidos los mismos crímenes”
Crímenes consta de un prólogo y once relatos. Schirach es lúcido, su obra nos recibe con una cita del físico teórico alemán Werner K. Heisenberg “La realidad de la que podemos hablar, jamás es la realidad en sí”, el escritor alemán nos hace un guiño con esta frase, ya que la misma hace referencia a un tema álgido en materia judicial: la diferencia entre la verdad de los hechos (que jamás se conocerá) y la verdad judicial (a la que se puede aspirar conocer en el proceso judicial)
Acto seguido, en el prólogo el escritor expresa la temática y la forma en la que dará cuenta de esos temas “Jim Jarmusch dijo una vez que prefería hacer una película sobre un hombre que sale a pasear con su perro que sobre el emperador de China. A mí me pasa lo mismo”, el letrado nos pasa a relatar la historia de su tío, quien fue juez presidente de un tribunal de jurado, tribunal que era encargado de juzgar delitos contra la vida: homicidios y asesinatos. Su tío poseía una frase sobre la cual el autor reflexiona “Die meisten Dinge sind kompliziert, und mit der Schuld ist es so eine Sache.” / “La mayoría de las cosas son complicadas, y la culpa es una de esas cosas” (me aparto en este caso de la traducción de Juan de Sola ed. Salamandra que traduce la frase como “La mayoría de las cosas son complicadas y la culpabilidad es siempre un asunto peliagudo”).
Schirach nos deja claro algo en relación a los personajes de sus relatos “todos tienen una historia y no son muy distintos de nosotros” y creo que esas palabras son un gran acierto al tocar temas tan conmovedores y muchas veces dolorosos. Es usual que cuando se trata de asesinos, traficantes de drogas, ladrones de bancos, prostitutas, etc que se presente a estos como seres distantes de la especie humana: son monstruos, son otra cosa, no humanos. El escritor alemán toma el recaudo de detener el juicio automático, de la consigna prestablecida, e invitar al lector a conocer antes de juzgar, no con la idea de justificar, sino con la premisa del conocimiento de la complejidad de las vidas de las personas. “Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo -expresa el autor-; debajo hace frío, y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas, que se hunden” Schirach nos habla de esta fina capa de hielo ¿pero que es esta metáfora? El hielo es nuestra familia, una buena relación amorosa, la posibilidad de acceso a una buena educación, un buen trabajo… es cierto que cada persona toma la realidad y reacciona de una manera particular ante sus circunstancias, de allí que algunas personas pesen más o menos; pero también es notorio que el grosor del hielo no es igual para todos y que pocos pueden estimar que tan grueso es el hielo que está bajo sus pies.
El escritor prosigue relatando con sobriedad la decisión de su tío de poner fin a su vida “Mi tío el juez sirvió durante la guerra en la marina, y una granada le cercenó el brazo izquierdo y la mano derecha. Pese a ello, durante mucho tiempo no se dio por vencido. Dicen de él que fue un buen juez, humano, un hombre íntegro y con un gran sentido de la justicia. Le gustaba salir de caza y tenía un coto pequeño. Una mañana se adentró en el bosque, se llevó el doble cañón de su escopeta a la boca y apretó el gatillo con el muñón del brazo derecho. Llevaba puesto un jersey negro de cuello alto; había colgado la chaqueta en una rama. Se voló la cabeza. Muchos años después tuve la ocasión de ver las fotografías. Dejó una carta breve para su mejor amigo, en la que decía que simplemente estaba harto. La carta empezaba con estas palabras: « La mayoría de las cosas son complicadas, y la culpa es una de esas cosas ». Sigo echándolo de menos. Todos los días. Este libro trata de personas como él y de sus historias.” Un prólogo directo, duro, sincero y profundamente humano. Estos son los primeros pasos en la obra del autor alemán.
El primer relato que nos presenta Ferdinand es “Fänher” a la que resumiría como la historia de un juramento y el mandato de su cumplimiento. Un joven de apellido Fänher conoce a una mujer y de manera precipitada se casa con ella, en su luna de miel, ella le solicita que jure que jamás la abandonará, él que tomaba con total seriedad y compromiso la palabra empeñada, juró. A modo de invitación de su lectura, extraigo este párrafo que me parece sintetiza el tono de la historia: “Esa noche Fähner comprendió que seguiría siendo, hasta el fin de sus días, un prisionero. Lo había prometido en El Cairo. Era precisamente ahora, en los malos tiempos, cuando debía cumplir su promesa; no había promesas sólo para los buenos tiempos. La fotografía se nubló ante sus ojos. Se desvistió y se colocó desnudo frente al espejo del baño. Se miró largo rato. Al cabo, se sentó en el borde de la bañera. Por vez primera desde que era adulto, lloraba.”
El segundo relato se llama “Cuenco de té de Tanata”, es más que evidente que recomiendo la lectura de todos sus relatos, sin embargo, para incentivar su curiosidad les diré que este relato trata sobre unos ladrones de poca monta que toman la errónea decisión de robar sin saberlo a una persona muy peligrosa.
El tercer relato se llama “El violonchelo”, un relato que nos presenta la vida de una familia adinerada cruzada por la tragedia, un suicidio, un accidente, un homicidio piadoso, la soledad y un golpe brutal, como solo la vida puede dar.
El cuarto relato se llama “El erizo” y es un paralelismo de la fábula “el zorro y el erizo” el relato expresa “El zorro sabe muchas cosas, el erizo sabe una sola gran cosa”, esto es lo que dice el proverbio griego. Ferdinand se apoya en esta fábula para contar su historia pero, por otro lado, también la utiliza para expresar de modo sutil un aspecto fundamental del orden jurídico, en especial en materia penal que son los hechos esenciales, tratare de graficarlo para usted, mi estimada lectora, imagine que frente suyo hay una escalera, cuyos escalones están separados por un espacio considerable, pero accesible al paso; a esta escalera la llamaremos “teoría del delito”, cada escalón representa momento de la teoría, sin embargo, como usted intuye en este momento, el paso es progresivo, es decir debo ir del escalón uno, al dos, de allí al tres y así sucesivamente, no puedo saltearme ningún escalón, y de acuerdo al hecho y las pruebas que posea será la cantidad de escalones que podré avanzar. El primer escalón lo llamaremos: acción humana, al segundo: típica, al tercero: antijuridica, al cuarto: culpable y al quinto: eventualmente punible. En este juego que le propongo de subir la escalera, usted imagine que la complejidad de lo que se debate en cada escalón aumenta. En este relato Schirach nos muestra como una persona -al igual que el erizo- ateniéndose a una idea simple desarrolla una estrategia legal y mientras los acusadores debaten creyendo estar en el tercer escalón, quien se defiende cuestiona el primer escalón, en el caso del relato cuestiona la autoría del hecho ilícito. Se nos muestra así una estrategia legal -en apariencia sencilla- bien ejecutada.
El quinto relato se llama “Suerte”, este relata un punto crucial en la vida Irina, una mujer que perdió a su familia por la guerra, que tuvo que abandonar su país y dedicarse a la prostitución. En una de sus atenciones un cliente, que resultaba estar metido en política, muere de un infarto al comienzo del acto sexual. Irina se espanta y se retira de su departamento, la pareja de Irina -que estaba al tanto del oficio de su pareja- llega a casa y al ver el cadáver planea desmembrar el cuerpo para deshacerse de él y que de esta forma no se incrimine a Irina. Schirach será el abogado defensor que pondrá a decisión del juez la intención del imputado a la hora de realizar tal acto.
El sexto relato se llama “Summertime” trata un tema delicado: una pareja en donde el hombre tiene una deuda con una persona peligrosa y su novia decide, ante la desesperación y la carencia de dinero, prostituirse. Solo llega a tener un cliente que pasa a ser habitual, quien resulta ser un adinerado hombre de negocios. Luego de un último encuentro con su cliente, ella es encontrada muerta en la habitación. Este relato tiene la particularidad de que Ferdinand expresa en frases precisas la labor del abogado defensor en materia penal “Los abogados, en cambio, tratan de buscar una brecha en el edificio de pruebas erigido por la acusación pública. Sus aliados son el azar y la casualidad …” Un caso complejo, en donde la duda sobre quién es el asesino no da tregua.
El séptimo relato del escritor alemán es “Legítima Defensa”, un instituto jurídico por demás interesante en materia penal. Dos matones molestan a un hombre en apariencia normal “tendría unos cuarenta y cinco años, medio calvo, gafas baratas de montura negra, traje gris. Un contable o funcionario, pensaron, un sosaina cuyos mujer e hijos lo esperaban en casa”, este hombre de apariencia insignificante fue elegido como la presa de dos malvivientes, que portando uno un cuchillo y otro un bate de beisbol, deciden meterse con él. Grosero error. Ante la amenaza de un daño inminente el hombre realiza dos movimientos agiles que dan como resultado la muerte de ambos agresores. El hombre no porta documentación que lo identifique, Schirach es llamado para defenderlo. El escritor en este relato deja entrever a partir de la pugna entre la fiscalía, que desea saber quién esta persona, y la defensa que opone los derechos del detenido y los plazos que establece la ley.
El octavo relato se llama “Verde”, trata de la desaparición de una chica Sabine Gerike y el principal sospechoso, una persona con esquizofrenia paranoide que ha sido cercano a Sabine y que ha matado -apuñalado y sacado los ojos- a ovejas de la propiedad de su familia. Esta persona no tan solo ha sido cercana a Sabine, sino que además encontraron en su poder una foto de la chica. Dudas, intrigas y sospechas hasta la culminación sorpresiva del relato.
El noveno relato se denomina “La espina”, de una manera precisa, el escritor nos relata una cuestión laboral que parece luego de años ser la desencadenante de una patología, lo que lleva al protagonista del relato a tomar una decisión drástica en su trabajo. En este relato sin embargo presenta un sencillo truco, nuestro conocimiento de los hechos es tenue y progresivo en el tiempo, pero para aquellos que fueron los implicados en la causa se presento de manera contrapuesta, ellos vieron primero el desenlace y fue obra del intento de averiguación de la verdad que se dio a la luz la irregularidad por parte del empleador.
El decimo relato se denomina “Amor”, un relato que toca una fibra muy sensible del ejercicio de la profesión. Schirach es solicitado por parte de la familia del acusado como abogado defensor, su cliente lesiono a su novia. En un momento del relato, el abogado interpela a su cliente y le expresa que la versión de los hechos que le ha relatado es insostenible, Schirach le expresa con tacto que como abogado el tiene el deber de guardar secreto profesional, su cliente titubea en decir la verdad, el penalista le cuenta un relato breve que invita al dialogo al acusado, el final es tan realista como desesperanzador.
El décimo primer relato -y último de la serie- se denomina “El Etíope” el protagonista es Michalka, un hombre que vivió una vida dura, que trascurrió y habito los bajos fondos. Ya dado todo por perdido, decide robar un banco e irse del país. Al llegar a la capital de Etiopia, aunque luego de tres semanas Michalka se dio cuenta la miseria de Hamburgo y la miseria de Adis Abeba no se diferenciaban en nada. Desdichado, el protagonista contempla el suicidio. Enferma gravemente y es rescatado por aldeanos caficultores, de a poco Michalka comienza una nueva vida, hasta que su pasado se hace presente y debe responder ante él. Schirach nos lleva a reflexionar en este relato sobre el actual derecho penal, el sentido de la pena y su finalidad “nuestro derecho penal se basa en el criterio de que no hay pena sin culpa … es un asunto complejo, en la Edad Media era mas sencillo se castigaba según el delito”. Este relato no deja de lado un tema muy sustancial y a veces algo evitado, a menudo se habla del perdón ante la falta -sobre todo en países en donde la religión cristiana católica ha tenido gran influencia- y el perdón posee un problema muy notorio y es el siguiente: se pone el peso del perdón sobre quien recibió el daño, es decir, es el afectado quién debe perdonar. Es preferible, a mi entender, hablar -como hacen los países del oriente- de la redención. En la redención, el peso de la reparación cae sobre quien daño, es decir, quien afecto tiene el deber de obrar a fin de enmendar sus actos. Pienso que como lector una suerte de edención está presente a la hora de leer este relato, otras visiones como la de Bárbara Moller -del medio alemán WELT- expresó en relación a la adaptación cinematográfica de este relato lo siguiente “ … Por supuesto, uno también podría tomar una perspectiva diferente y decir que una historia como esta simplemente ya no es apropiada en el tercer milenio. En el que un hombre blanco rescata a los negros de su miseria económica. Pero dejemos eso aquí.” sugiriendo de manera sutil un tono “racista” en el relato. Sostengo que esto no es así, la historia puede ser leía sin tener en consideración el tono de piel de Michalka y la historia seguiría teniendo el mismo impacto emocional, respecto al rescate de la miseria económica, se puede aseverar que el protagonista es alguien instruido y formado en un “primer mundo” y que su modesta formación y habilidades fueron fructíferas a la hora de plantearse como podía colaborar con los aldeanos caficultores que carecían de herramientas para mejorar su calidad de vida. Estimo que Moller ha incurrido en un error bastante usual que es juzgar una realidad desde la propia posición-vivencia-oportunidades-formación, cuando lo enriquecedor es lo que ambiciona la literatura -y en este caso se ha propuesto con éxito Schirach- que es colocarse en el lugar del otro, ver lo que el otro ve, estar en el lugar de ese otro desde sus inicios, su infancia, adolescencia, adultez, buscar aprehender y comprender como ve ese otro el mundo que habita, la literatura con sus tiempos, sus pausas nos brinda esas herramientas ante una actualidad que nos exige siempre una opinión formada y que digamos de que bando formamos parte.
¡Hasta el próximo fin de semana!
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