«Mañanas de abril y mayo»: juerguista Calderón festejado por Laila Ripoll en el Madrid de los 50

Horacio Otheguy Riveira.

Función poco representada, tal vez por su cercanía con otras comedias similares de Calderón de la Barca de gran éxito: La dama duende y El galán fantasma. La última representación en Madrid la realizó en 2000 Miguel Narros, respetando el texto, ubicando en su contexto histórico la trama, y con una duración de dos horas y media. Se estrenó en Sevilla iniciando los eventos por el 400 aniversario del nacimiento del escritor.

De aquella fiesta, esta otra, con el texto muy aligerado y reducido, con una hora menos de duración. La responsable: una mujer de teatro como Laila Ripoll, más dada a la tragicomedia política que a esta ligereza de brillante comedia burguesa. A su manera, la creadora de El triángulo azul y Donde el bosque se espesa, rinde homenaje a la alegría de vivir enamorado o deseosos de estarlo, así como también a los grandes Miguel Narros-Andrea D´Odorico, ambos ya fallecidos, y a su vez rinde tributo a los grandes de la comedia popular española. Total: demasiado para una sola comedia.

Las carambolas se dan a ratos, muy integradas en la riqueza de determinados personajes y sus intérpretes. El conjunto es dinámico, aunque su anacronismo impone una serie de artificios mucho más interesantes con las características de la época original. Trasladados a los 50, con mucha referencia cinematográfica, oscila entre lo abrumador, la confusión argumental y los divertidos aciertos, bien acompasados por la creación musical de Mariano Marín con voces bien templadas en breve cancionero.

El acontecimiento tiene tinte muy festivo para sus creadores, no siempre bien resuelto en una puesta en escena donde el festín de comediantes se recrea en excesivas sobreactuaciones, despreciando las ricas sutilezas y vaivenes del género. No obstante, vestuario y escenografía ayudan a las interpretaciones más ajustadas, para que todo se recree en «un Madrid verde y florido, bucólico y sensual, en el que las jóvenes parejas de enamorados se confunden, se evitan, se engañan, se sorprenden, se buscan, y, a veces, hasta se encuentran».

Este es el balcón por donde,

en tornasoles envuelta

sale el alba a todas horas,

de jazmines y azucenas 

coronada, pues el día

en sus umbrales despierta