‘Santander, 1936’, de Álvaro Pombo
ANTONIO JORGE MEROÑO CAMPILLO.
Había leído hace unos años Donde las mujeres y otra novela cuyo título no recuerdo de Álvaro Pombo, y ambas me gustaron. Ahora me he decidido por leer su último trabajo, Santander 1936, llamado por el para mí siempre atrayente tema de nuestra guerra civil.
Pombo ha sido miembro durante toda su corta historia de Upyd, un partido que personalmente me parecía que representaba lo más rancio del nacionalismo españolista, pero vistos ahora los partidos que aparecen en el extremo de la derecha, constatamos que todo puede ir a peor.
En este trabajo Pombo novela la historia de su propia familia, concretamente la de su tío, de igual nombre que él y su abuelo, durante los años de la República y el comienzo de la guerra civil en Santander. Su abuelo fue, según confesión del autor en su obra, hombre de ideas avanzadas, azañista de primera hora, miembro de una burguesía antaño pujante pero venida a menos, casado brevemente con una mujer de ideas modernas que se cansó del hastío de Santander y se fue a París a buscar fortuna abandonando a su familia. La obra narra con buen pulso la penosa peripecia de su joven tío Álvaro, que al volver de estudiar en Francia y desengañado por las peripecias de su peculiar familia busca refugio en Falange, lo que le acarreará una temprana muerte al poco de comenzar el conflicto.
Sin entrar mucho en detalles, Alvarito es detenido al poco del alzamiento nacional, encerrado en comisaría, llevado poco después a un buque prisión y allí asesinado antes de acabar el fatídico 1936. El chaval llevaba una vida cómoda en la casa paterna, con servicio, comida caliente, comodidades y pocas o ninguna obligación. Pombo toma así el inteligente partido de reflejarnos lo absurdo y cruel de nuestro ya lejano (¿seguro?) conflicto y lo injustos y crueles que fueron ambos bandos, sin cargar las tintas sobre ninguno de los dos, siendo así equidistante, aunque a través de la figura de su abuelo se puede apreciar cierta simpatía por las ideas de don Manuel Azaña.
Novela bien escrita, nada revanchista sino buscadora de consenso, ponderada y sin abrumar con datos sobre su familia, es un buen ejemplo de lo que debe ser novelar sobre la guerra civil española. Y apostillaría que ya va siendo hora de que nuestra derecha oficial, si de veras pretende asimilarse a la europea, debería tener una postura más honesta sobre el tema de esta novela.
La chica de la playa.
La chica de aquella playa, fueron a
verla, los dioses de los niños que
la cojieron de el pelo acechando,
como palizas le dieron, y en cada
Jaima, la costilla le cosieron de el
peine. . . . . . . . . . Fin. Fin. Fin.
De, su mamá.
Fin. . . . . Gracia. FIN. Lo, comprendo. Fin. FIN. FIN. … . .. . . . . . . FIN. FIN. . . .