¿Qué es más complicado conducir sin dirección o sin sentido?
Emmanuel Moynot es un creador francés que no se frecuenta por el entorno editorial español. Este creador se caracteriza por plantear narraciones oscuras y con elementos de carácter político. En No Direction, que es la obra que queremos comentar hoy, nos sitúa en el contexto social estadounidense, concretamente en el ámbito más depauperado de esta región. Gracias a ello, el autor pone ante nosotros una serie de personajes sin valores (o con ellos deformados), violentos e, incluso, desagradables. En este sentido, la obra nos recuerda a Paletos cabrones o La herencia de la ira, ambas escritas por Jason Aaron. Este trabajo, publicado por Planeta, recibió el Premio Fauve Polar en el Festival de Angoulême (uno de los más importantes de Europa).
Al adentrarnos en la obra podemos verla como una «Road BD» (un cómic de un viaje) o como un trabajo potente por los elementos internos que nos presenta. Nosotros optaremos por la segunda opción. De hecho, el creador francés nos va a mostrar un conjunto de historias divergentes y convergentes. Divergentes en sus particularidades vitales, en sus intencionalidades y en las motivaciones que conducen a cada uno de los personajes a llevar a cabo sus acciones. En cambio, las historias que vamos a ir encontrando también serán convergentes. Más adelante veremos la razón de tal fenómeno.
La estructura de la obra está conformada como una secuencia de pequeñas historias relacionada con la clásica metáfora del viaje. La estructura planteada es rígida y racional. Cada historia tiene ocho páginas. Sin embargo, la estructuración de las viñetas con es tan rígida y se irá ajustando a las necesidades narrativas. Esta conformación otorga dinamismo a la obra y rigidez. Dos elementos que estarán presenten tanto en la estructura como en la narración. Al fin y al cabo, el creador parece que pretende llevar la propia vida, con sus rigideces y dureza, al papel. A su vez, intenta que se vea claro la metáfora de la que hemos hablado. En este sentido es frecuente que cuando nos referimos a la vida aludimos a un camino, una travesía, un éxodo, una expedición… En este sentido, la metáfora tiene un carácter puramente estructural puesto que una actividad se estructura en función de otra previa (tal y como nos mostraron Lakoff y Johnson en su conocida obra Metáforas de la vida cotidiana). Esta secuenciación de actividades y de relaciones es, precisamente, lo que pretende resaltar Moynot en su obra.
Cada uno de nosotros estará condicionado, entonces, por los sucesos anteriores o posteriores. Sucesos que pueden ser intencionales o no, pero que, desde luego, impactan en nosotros antes o después. De ahí que puede parecer que la vida tiene un carácter indeterminado a raíz de esta complejidad originada con la interrelación de otras vidas. Un lío, desde luego. Ante esta complejidad, nos decía Niklas Luhmann, las personas debemos ir eligiendo, tomando decisiones. En cada decisión reducimos la complejidad, pero esta acción de selección abrirá, nuevamente, más opciones. Una especie de vaivén constante entre la complejidad y la selección.
No Direction nos muestra magistralmente todos estos aspectos. Ahora bien, mantiene los clásicos estereotipos de determinadas zonas de los Estados Unidos de América para crear un contexto social opresivo y oscuro. En este contexto parece que no hay ninguna salida. Entonces ¿Hacia dónde caminamos? No hay respuesta. He aquí la convergencia de la que hablamos al comienzo. Todas las historias que vamos a ir encontrando nos harán dudar de nosotros, de nuestras decisiones, de nuestras vidas. ¿Podemos hacer algo sobre lo que sucede a nuestro alrededor? La respuesta definitiva la tendrá que dar cada lector.
De cualquier manera, los personajes y las historias no permiten pensar en la utopía o en futuros positivos. Además, la obra también es narrada con crudeza, lo que hace que, en algún momento, se nos haga un “nudo en la garganta”. A esto también ayuda el dibujo con su carácter irregular, un tanto impreciso y directo. Lo que menos nos ha llamado la atención es el uso del color. A nuestro juicio, la intensidad del dibujo se ve deslucida por el color un tanto artificial.
En resumidas cuentas, y pese al uso de recursos estereotipados y caer en ciertos tópicos culturales, estamos ante una obra que merece la pena. Es un trabajo realmente excelente que merece la pena tenerlo en nuestra casa.
Por Juan R. Coca