“El hombre y el lienzo”: un artista pinta su autorretrato en busca de sí mismo
Por Horacio Otheguy Riveira
En el hall y en el escenario vemos cuadros distribuidos armoniosamente. En ellos, un hombre con mirada oscura en un contexto de luces y sombras inquietantes. No son todos iguales. Se crean en escena noche a noche por un actor-pintor que a su vez ha creado el espacio y las luces. La atmósfera de misterio está lograda desde el primer momento, ya que mientras él se busca a sí mismo pintando, piensa en voz alta, habla al vacío al que acostumbra todo artista naturalmente solitario. De allí que el pintor logra transmitirnos ese punto de angustia trasladable a todo creador, es decir, más allá del arte, a cualquier persona que de pronto se detiene en su mecánica forma de vivir y piensa en voz alta y habla con sus fantasmas predilectos, los seres que le dan luz o le atormentan…
El hombre y el lienzo es una experiencia que hace de lo abstracto y hermético (el encierro de un hombre que intenta pintarse a sí mismo una y otra vez) un lugar de reflexión minado de emociones: saltan aquí y allá las ruinas de un trauma, los fantásticos brotes de felicidad trazo a trazo, color a color; y el amor que reivindica nuevas búsquedas posiblemente más radiantes. Un amor inesperado que nada tiene que ver con una pareja o un romanticismo desbocado sino con una revelación de profundo alcance.
Misterio, atracción por lo desconocido, divulgación de un teatro fuera de todo circuito que alcanza momentos de sublime creatividad.
El autor y director Alberto Iglesias es también un actor recientemente aplaudido como tal en creaciones muy interesantes como El concierto de San Ovidio e Incendios, y el protagonista Javier Ruiz de Alegría, otro tanto en una espléndida Historia del Zoo, también iluminador en otras producciones como la excelente Bailar en la oscuridad. Ambos tienen una carrera importante como hombres de teatro. Los productores también, e incluso colabora en breve pero impactante escena la voz de un maestro como Ramón Barea. Es de agradecer que todos ellos apuesten por una aventura tan singular como esta en que la literatura y el teatro fusionan con el arte pictórico y nos sumergen en un mundo de sensaciones y reflexiones imprevistas.
Cuando entramos en la sala, el hombre ya está frente a un lienzo con un autorretrato vagamente iniciado. Cuando salimos, sigue allí, mirando otro lienzo en blanco. Entremedias nos ha contado muchas cosas, contándoselas a sí mismo, y ha pintado creando para nosotros, espectadores asombrados, un espectáculo insólito que se convertirá en un recuerdo imprescindible.
«… Corro por las calles vacías.
Atravieso la noche.
Atravieso el frío.
Huyendo del miedo, del silencio, de esta espantosa soledad
que me persigue desde que era un niño.
Y ahora estoy aquí.
Al fin.
En casa.
A salvo.
Dispuesto a continuar este nuevo autorretrato…».
«Deja que las aves cautivas se amen en la jaula
y las aves silvestres en los bosques.
No hay un día,
no hay un solo día,
que no me pregunte por qué.
¿Por qué escribió mi padre esos versos en el cuaderno de dibujo de su hijo de cinco años?»
Autor y director: Alberto Iglesias
Intérprete: Javier Ruiz de Alegría
Voz en off: Ramón Barea
Plástica escénica: Javier Ruiz de Alegría (AAPEE)
Vestuario: Silvia Mir
Diseño de sonido: Quique Mingo
Diseño gráfico y cartel: David Ruiz
Fotografía: Emilio Gómez
Producción ejecutiva: Jesús Sala e Inma Cuevas
Ayudante de dirección: Jacinto Bobo
Dirección de producción: Jesús Sala
Una producción de Kendosan Producciones
Pude asistir a ésta valiente, comprometida y necesaria representación que te colorea las entrañas pincelada a pincelada. Gracias Javier, gracias Alberto, gracias equipo.
Muchas gracias por tu entusiasmo, haciéndolo constar en estas páginas.